Nunca he torcido mi brazo por el PAN, pero a estas alturas del proceso electoral creo haber decidido mi voto no por el blanquiazul, sí por su candidato Calderón. Sé que es difícil decir esto, lo he pensado mucho, pero luego de días y días de duda aterricé por fin en la seguridad de que votaré por el michoacano, único candidato que garantiza la continuidad del actual régimen y los privilegios de la clase social a la que pertenezco.
Antes de decidir abiertamente por Calderón, confieso ante los lectores todopoderosos que había pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión al considerar que mi sufragio podía ser para Madrazo. Hoy ya no tengo un átomo de duda: Calderón es mi gallo. Esa claridad me vino luego de hacerle bien la digestión al debate, encuentro donde vi a un candidato del PAN seguro, conciliador, experto. El match en el WTC me confirmó que Felipe es un as de las alianzas y del juego político necesario en México para aplastar a la oposición. Además, como él lo dijo, ha sabido jugarse el pellejo por México, sobre todo cuando despachó en el riesgoso escritorio de Banobras.
El ex secretario de Energía ganó ante mi subjetiva mirada los puntos necesarios para considerarlo potencial Ejecutivo. Inteligente, más inteligente que cualquiera de los otros candidatos, Calderón se alío con la maestra Gordillo para evitarse, gracias a las gracias de Campa, un muy feo entreveramiento a injurias contra Madrazo. Eso es malicia de futuro presidente.
Días antes, Calderón conservó sus manos limpias en el enjuague de la Ley Televisa y en el tiroteo de espots contra el nefasto AMLO. Sagaz, advirtió con lúcido amarillismo, sin aparecer jamás en la pantalla, que el perredista era, es, un peligro para México. Verdad o mentira, lo urgente era sembrar el terror necesario para mangonear al populacho. Lo mismo ocurrió cuando Poniatowska se metió entre las patas de los onagros; Calderón no tuvo que mancharse las manos ante los “intelectuales”, pues ahí estaba Manuel Espino para calificar de “pobre señora” a la comunista esa.
Y lo más importante, lo que ha inclinado mi simpatía: Calderón es el alfil de Fox, y si el chaparrito, peloncito y de lentes consigue el triunfo quedará garantizado, como dije, la actual situación, la que beneficia a mi clase social. Los millones de pobres serán mantenidos a raya, los señores feudales seguirán invirtiendo, los banqueros le darán certeza a las finanzas del país, se crearán menos empleos en México para aumentar las remesas de EUA y el narcotráfico desaparecerá cuando se confunda plenamente con las instituciones.
Votaré por Calderón. A leguas se nota su pasta de mandatario.