sábado, marzo 07, 2009

Nómadas contra gángsters



Debo a la iniciativa de Jaime Torres Mendoza, escritor y editor y amigo radicado en Saltillo, la publicación de Nómadas contra gángsters (apuntes para subsistir en la barbarie) en la veinteañera revista Historias de entretén y miento auspiciada por el Gobierno del Estado de Coahuila durante al menos cuatro sexenios. Publiqué allí en alguno de sus primeros números, pero pasaron casi dos décadas para que volviera a hacerlo, esta vez en un título individual. Historias… es una de las revistas de mayor edad en Coahuila y para mí es un orgullo que el número 170 contenga poco más de veinte artículos de mi cosecha. Historias… tuvo como primer director al escritor Jesús de León y desde hace varios años es Torres Mendoza quien ha tomado, no sin grandes esfuerzos, el timón de la nave. La revista circula gratuitamente y sé que su tiraje es alto. El prólogo con el que presenté mi material es el siguiente:
En enero de 2006 acordé con Armando Monsiváis —mejor conocido como Monsi en el mundo del cartón político— entregar un artículo para cada número de Nomádica, revista que encabeza junto al periodista Héctor Esparza. Hacía años que me preocupaba, así sea desde los predios de la diletancia, el medio ambiente, la destrucción del planeta en general y de mi pequeño nicho comunitario en particular, pero no había intentado escribir algo sistemático, o por lo menos frecuente, sobre esos delicados temas. Un miedo tremendo a equivocarme y la sensación de parecer invasivo me detenían; así fue como cierto día, al conversar de casualidad con Monsi, vencí la timidez, le pedí espacio y el accedió con una convicción desconcertante pese a las advertencias que le di sobre mi pobre instrucción de ambientalista amateur. “No importa —me aclaró—, nos interesa tu opinión sobre estos asuntos”. Brincado el cerco, derrotada mi reticencia, empecé a colaborar de inmediato, creo que en el número 22 de Nomádica. Pronto me di cuenta de que los temas sobre el medio ambiente, o que rozan aunque sea tenuemente esa materia, abundan, y sólo es necesario, para alertar al lector sobre los peligros de la indiferencia, enfocar los hechos cotidianos desde un ángulo distinto, colocarse en el pellejo del planeta y sus especies más vulnerables para saber que urge, si no una conversión de la gente al activismo, sí al menos un poco de conciencia, una mínima responsabilidad cotidiana para no cooperar en la depredación.
Este libro reúne pues veinte artículos. Espero que así, arracimados, les insinúen a mis hijas en el futuro que no me sumé arteramente al ataque del mundo, que quise heredarles un planeta que al menos fuera el mismo que el que yo recibí en 1964.
Y termino. “Todos tenemos algo qué decir sobre la naturaleza”, ha escrito el científico lagunero Héctor Chapa Saldaña; “La defensa del medio no es privativa de los ambientalistas”, me ha comentado en un correo electrónico Francisco Valdés Perezgasga, el más combativo y preparado ambientalista lagunero. Pues bien, las páginas que vienen contienen algo de lo que he podido decir sobre la naturaleza y sus achaques, y asumo con ellas mi pequeña pero necesaria responsabilidad de ciudadano. El título parafrasea, ya lo sabemos, al de una película oroleana: maniqueamente, aquí los nómadas son los buenos del film, los que viven o tratan de vivir en armonía con los ciclos de la naturaleza y conforme a lo que les dicta el entorno; los gángsters son todos aquellos que, como si no vivieran en él, se desentienden sin empacho del medio ambiente. Casi es innecesario expresar que estos apuntes sólo tienen afán de borrador, así que tomarlos como definitivos no es lo más recomendable. Ojalá sean útiles, insisto, para mis tres hijas: a ellas les deseo un mundo que no sea el que ya tenemos, el feo mundo que hoy exige el socorro de todos sin pretexto.