Estoy en San Luis Potosí, y la noticia me sorprende en un internet público. Pinochet ha muerto. ¿Puedo celebrar? No creo. El gorila se fue sin castigo, sin haber pisado la cárcel ni un segundo; si la pisó, quizá fue sólo para asistir a las sesiones de tortura de las que fue el más incansable promotor en la historia de su flagelado país. No puedo celebrar, pero pese a eso, como dice mi amigo Lagmanovich, hay un sentimiento de alivio tras la muerte del gorila. Por fin. Y como dice también mi amigo Neyret: ¡Viva Chile! Y digo yo: el más "temprano que tarde" hermosamente expresado por Allende ya está cerca, muy cerca.
A continuación, una de las últimas fotos tomadas a este zar de la muerte (la tomé hoy 11 de dciembre de La Tercera, periódico de Chile):