No era imprescindible que él lo dijera, aunque se agradece que de vez en cuando los intelectuales más influyentes del país recuerden que el poder que de veras mueve la conciencia de los mexicanos es el de la televisión duopolizada. Ayer, Héctor Aguilar Camín escribió esto: “Si algo ha quedado claro en los años de la democracia mexicana es que quien quiera ganar una elección debe pasar por los medios”.
Cierto: quien quiera ganar una elección debe pasar por los medios, particularmente por la televisión que en nuestro país es, desde hace años, el verdadero fiel de la balanza, la palanca que encumbra o liquida según los intereses económicos que se muevan por debajo de la mesa, no por el real deseo de informar. Reconocido esto como una obviedad ahora perogrullesca, faltaría insistir en otra obviedad por lo visto no tan obvia: la tele es catapulta inmejorable si de lo que se trata es de levantar la imagen, tanto como si se desea lo contrario: apagar, sepultar a un enemigo, como le ocurrió en la pasada contienda electoral al candidato incómodo.
La gente ya está harta de refritear las pasadas elecciones, dicen algunos, como si el robo de un sexenio fuera cosa para olvidar en dos o tres semanas. Hoy, el duopolio de Televisa y TV Azteca muestran cómo se las gastan esos medios de comunicación, y esto innegablemente tiene relación con su pasado comportamiento durante las elecciones. Como lo hemos visto a diario desde hace algunas semanas, un tema cunde en los noticieros de ambas empresas; no los mueve el afán de denuncia, la generosa idea de salvar a la patria de empresarios rapaces, sino el torcido propósito de conservar el poder televisivo en sólo dos razones sociales: la de Televisa y la de TV Azteca. Sin freno, con una brutalidad digna de mafiosos, los comentaristas y los reporteros de las televisoras tienen la orden de destrozar, entre otros, al Grupo Saba, emporio que controla en México la distribución de medicamentos. No digo más, pues todos hemos visto la manera ruin en la que entrevistan a pobres ciudadanos que, honestamente lacrimosos, no pueden pagar sus medicinas y confiesan su impotencia. No defiendo al Grupo Saba ni a Telemundo, que son fichitas iguales o peores que las denunciantes, sólo hago ver que las televisoras tienen mucha fibra para armar páneles, mesas de análisis, noticieros y demás donde no queda hueso sano de enemigos electorales, pero no son capaces de ver las vigas en sus ojos, la forma harto cochina en la que manipulan información de su conveniencia.
Por eso me alarmo: hay millones de ciudadanos que todavía basan su opinión sobre las elecciones en argumentos televiscosos. Da pena.