domingo, febrero 26, 2023

Quince años sin Enriqueta Ochoa












Digamos que es una frustración algo infantil, pero importante porque hoy es facilísimo no quedarse con las ganas que voy a comentar. Estábamos ya cerca de cruzar la frontera de los milenios, era 1998, y en alguno de sus días fue revelado el nombre del ganador del premio nacional de poesía Enriqueta Ochoa. Resultó que el ganador fue una ganadora, la poeta michoacana Lucía Rivadeneyra, con el libro En cada cicatriz cabe la vida. Pasaron algunas semanas y por invitación de no recuerdo quién asistí a la premiación en el antiguo edificio de la presidencia municipal de Torreón, ya demolido para dar espacio a la actual Plaza Mayor. En la ceremonia estuvieron presentes, obviamente, la ganadora del certamen y nada más ni nada menos que doña Enriqueta Ochoa. Allí la conocí personalmente. Ella tenía en aquel momento setenta años justos, y creo que ese fue su último viaje, o acaso el penúltimo, no sé, a la ciudad que la vio nacer el 2 de mayo 1928.

La ceremonia se desarrolló según el protocolo de esos actos, y yo sólo estuve allí en calidad de público. Al final logré acercarme a doña Enriqueta, la saludé, le dije tres o cuatro admiradas palabras entre la gente que la rodeaba y me fui para seguir en alguna de mis actividades. Me sentía orgulloso: había conocido y saludado de mano a nuestra máxima poeta.

No recuerdo si ese mismo día o al día siguiente yo estaba trabajando en mi oficina de la revista Brecha, donde coordinaba el suplemento cultural, cuando recibí una llamada algo imperiosa. Mi amigo Fernando Martínez Sánchez, también escritor, me instó a correr hacia el restaurante del hotel Marriot para comer junto a él, María (su esposa), Lucía Rivadeneyra y Enriqueta Ochoa. Creí que era una broma, pero Fernando me aseguró que no, que me estaba llamado de la recepción del hotel y que en cinco minutos estarían sentados en una mesa junto a la gran escritora. “Vente ya”, me dijo.

Sin pensarlo dejé todo como estaba, corrí a mi auto (¿la Caribe?) y avancé hasta el restaurante. Llegué diez minutos después y, en efecto, como me lo había dicho Fernando, allí estaban ya reunidos y con el gesto de revisar las cartas del menú. Fernando me presentó con su amiga Enriqueta, le dijo que yo era el joven escritor lagunero del que le había hablado, y Enriqueta me indicó que la silla vacía ubicada a su izquierda era la que habían dejado disponible para mí. La conversación se dio como siempre en las reuniones colectivas, azarosamente. Como doña Enriqueta, Lucía Rivadeneyra era una persona muy cordial, y no faltó, claro, que se hablara sobre poesía. Recuerdo que la maestra habló algo de sus achaques, de sus malestares, pero de modo amable, como una consecuencia lógica de la edad. Aunque la tenía a un lado, creo que no le pregunté nada directamente, pues supongo que me sentía anulado ante su ya mítica estatura. Al final, la comida duró como una hora o poco más, y nos despedimos.

En el regreso a la oficina reparé en el detalle: no había llevado un libro de Enriqueta para obtener de ella una dedicatoria. Tampoco se había hecho una sola foto grupal, pues todavía faltaban algunos años para tener cámaras ubicuas en los celulares. Decidí entonces investigar el lapso que duraría la estancia de la maestra en Torreón, pero luego me devoró la chamba y dejé esa búsqueda para cualquier otra ocasión que por supuesto no se dio, y así quedé, con esta frustración de por vida. Cierto que años después presenté en el Teatro Nazas, junto a Esther Hernández Palacios, especialista en la obra de Enriqueta Ochoa, la obra poética completa de EO publicada por el Fondo de Cultura Económica, pero en aquella oportunidad la maestra ya no viajó a Torreón. Así llegó el 2008, cuando murió a los ochenta años, y esto significa que en 2023 cumpliremos el aniversario quince de su partida.

Por suerte, y sobre todo en Coahuila, como debe ser, la obra de nuestra poeta mayor ha sido multiplicada en varios libros y homenajes. Uno de los títulos más bellos publicados en estos años es El fuego que arrasó mis llanuras. Fue editado por la Secretaría de Cultura de Coahuila y está disponible para descarga gratuita en el portal de la SEC, aquí.

Se trata de un libro, digamos, introductorio a la vida y a la obra de la maestra. En la presentación, Ana Sofía García, secretaria de la SEC, al referirse al primer libro de EO, señala que “La recepción que tuvo el poemario en su ciudad, y en México, fue escanda­losa: los curas, desde el púlpito, prohibían que se leyera el libro y algunas religiosas le aconsejaban que lo quemara. Desde su primer libro, se escuchó la voz poética, potente y desgarradora, de Enriqueta, se sintió el dolor de la palabra que, de alguna manera, se reafirmaría más tarde con poe­marios como Los himnos del ciego, Retorno de Electra, Bajo el oro pequeño de los trigos y Asaltos a la memoria”.

Contiene asimismo una página que no resisto la tentación de citar íntegramente: “Para mí la poesía es el hallazgo de lo insólito en lo cotidiano. Después de que se ha descendido a las zonas más profundas del ser, más allá de la trave­sía del subconsciente, en donde lo su­blime y lo terrible se dan la mano, la pa­labra nombra la esencia y existencia del hombre. Es el mundo de las vivencias el que mejor configura los símbolos, la magia, las imágenes, la liberación de las palabras concretas. La poesía como la­bor es ardua y en ella es fácil perderse, desmoronarse en pequeños fuegos ar­tificiales. Yo quiero ir más allá, decir lo más entrañable mío, que en todos los casos es de los demás”, dijo EO; el libro suma ensayos de Beatriz Espejo (“Enriqueta Ochoa”), Esther Hernández Palacios (Enriqueta Ochoa o el retorno del mito”), Javier Molina (“Prohibido desde el púlpito, un libro de Enriqueta Ochoa”), Emmanuel Carballo (“Escritura al margen de capillas y modas”) y Adriana del Moral (“Bautizada por el viento. Entrevista con Enriqueta Ochoa”), y, además, entre los ensayos, añade varios de los poemas más representativos en la obra enriqueteana.

Este libro es una bella y cómoda edición de Alejandro Beltrán con ilustraciones de Estefanía Nicté Estrada. Por todo, y dado que en 2023 llegamos al décimo quinto aniversario luctuoso de Enriqueta Ochoa, como documento es ideal para lograr un primer acercamiento a la vida y la obra de la poeta mayor de La Laguna.

sábado, febrero 25, 2023

Fantasía tripartita de Ángel Iván Hernández


 











Fragmentos de imaginación (SNTE 38, 2022, Guadalajara, 147 pp.), libro de Ángel Iván Hernández Domínguez (Matamoros de La Laguna, Coahuila, 1988), es un muestrario tripartita de narraciones fantásticas. En general, el relato fantástico no ha sido el más frecuentado en el contexto de nuestra lengua, y tengo para mí que siempre será mayoritaria la cantidad de textos escritos y publicados en clave realista. Ignoro la razón de esta disparidad, por qué entre nosotros no es tan habitual la práctica de la escritura fantástica como sí lo es en Europa y Estados Unidos.

Un poco por simple afán didáctico frente a grupos que no distinguen una literatura de la otra, he atrevido en mis clases una clasificación elemental, la más sencilla que se me ha ocurrido articular a partir de las evidencias, es decir, en función de los productos narrativos del cine y la literatura. Digamos que hay dos grandes vertientes, dos territorios polares en el ámbito de la producción narrativa textual (y audiovisual); uno, el de la literatura realista, y dos, el de la literatura fantástica.

Explico que, por ejemplo, en mi caso tiendo a trabajar en el espacio de la literatura realista. Esto, si no lo aclaro, suele ser confundido con la narrativa autobiográfica. Si un personaje se levanta, va al trabajo, lo despiden y por ello, ante su bancarrota, decide vender las joyas que guarda su madre, no ocurre un solo hecho sobrenatural, fantástico. Sin embargo, hay que enfatizar que ese realismo también es ficcional, que en ningún momento el autor se levantó, fue al trabajo, lo despidieron y por ello, ante su bancarrota, decidió vender las joyas que guardaba su madre. Si bien el realismo puede apelar a experiencias reales vividas o escuchadas por el autor, el sobrentendido es que sus lectores deben leerlo como productos de la imaginación, no como confesiones anecdóticas y autorreferenciales.

En el otro gran territorio, el de la literatura fantástica, es menos problemática la explicación, pues resulta casi imposible que el lector asocie o asimile los hechos sobrenaturales, irracionales, mágicos, a la experiencia del autor. Es decir, si en un cuento o novela aparecen seres que vuelan, naves estrafalarias, sujetos que atraviesan las paredes, monstruos bicéfalos y demás, es seguro que el creador se ha ceñido a los fueros de la fantasía pura, sea cual sea su tendencia, género o vertiente.

El libro Fragmentos de imaginación traza 17 piezas narrativas cortas, todas de índole fantástica. Está dividido en tres estancias, cada una dedicada a un predio distinto de la fabulación: el primero, “Reglas del viaje”, está compuesto por cinco cuentos regidos por lo que solemos llamar ciencia-ficción o narrativa de anticipación. El segundo, “Invocación”, arracima igualmente cinco textos en los que Ángel Iván Hernández camina por lo terrorífico, y, el último, “Archivo clasificado”, contiene siete relatos vinculados a temas inexplicables por sobrenaturales.

Ángel Iván Hernández es profesor de educación básica. En el año 2014 participó con el cuento “Misericordia” para el libro Déjame que te cuente, publicado por la Sección 38 del SNTE. En 2017 publicó un libro pedagógico sobre historia de México para niños de quinto grado llamado Los crononautas en la historia de México, que se presentó en la Feria Internacional del Libro Coahuila 2017. En el año 2019 publicó el libro de cuentos titulado A la luz de una vela. Cuentos de enigmas y misterio, también presentado en la FILC.

Desde muy niño, mi cerebro siempre ha sido muy activo: siempre imaginando cosas, personajes, situaciones, fantaseando. Yo no encontraba dónde habitar esas ideas. Y, al estar en la primaria, cuando me pusieron a escribir, me sentí muy cómodo al expresar en letras lo que yo imaginaba”, ha declarado el autor en una entrevista reciente. Pues bien, el producto de esta imaginación activa, desbordada, habita en este libro de Ángel Iván. Confío en que sus lectores lo acompañarán en la travesía por mundos y realidades que están más allá, mucho más allá, de lo inmediato, pues, como también lo ha dicho el autor, “Esa es la esencia de mi libro. La imaginación es el eje rector de la humanidad, sin ella no somos nada”.

Nota. Texto leído en la presentación de Fragmentos de imaginación celebrada el 22 de febrero de 2022 en la sede del Instituto Municipal de Arte y Cultura de Torreón. Participamos el autor, Germán Cravioto (editor del libro) y yo.


miércoles, febrero 22, 2023

Y así

 











No son muchas, y precisamente por esto y por el abuso que de ellas se hace saltan al oído —que no tanto a la vista— en cualquier oportunidad. No todas se limitan al habla de los jóvenes, pero es evidente que se multiplican como bacterias, sobre todo, entre la muchachada. Algunas de estas muletillas, que a ellas me refiero aquí, tienen el auge de cualquier moda, y luego suelen desaparecer. Sin embargo, otras hacen roncha, se arraigan y permanecen durante décadas y es imposible erradicarlas. Esta es la razón por la que no sabemos cuánto sobrevivirá cada una, si permanecerá en el habla coloquial durante años o alguna novedad hará su arribo para desplazarla. Traigo por ahora sólo cinco.

De que. Aparece con despiadada frecuencia en las conversaciones de última generación. En lugar del relativo “que” a solas, de manera asombrosa ha pululado la preposición “de” previa y sin sentido. “Ella le dijo de que le va a comprar la ropa que más le gusta”. “No sabíamos de que nosotros teníamos que traer el pastel”. Está construcción rémora es, por cierto, muy frecuente en las alocuciones de López Obrador.

Equis. Una forma de terminar rápido con una frase cuando ya se han agotado los recursos retóricos. Puede concluir un enunciado o ser un extraño nexo entre dos. “Y entonces le expliqué que equis, que ya no íbamos a trabajar en esa empresa”. “Nos comentó que no le importaba y equis”.

Lo que es. Frecuente en políticos y reporteros. Su sentido es inescrutable, pues en la inmensa mayoría de los casos puede ser omitida sin lastimar la frase matriz. Lo terrible del asunto es que se ha expandido hasta ámbitos en los que, se supone, debe privar un mayor esmero tanto en el habla como en la escritura. “Nos encontramos en lo que es la avenida Allende esquina con Cepeda”. “Ayer se descompusieron lo que son los frenos del carro”.

¿Sí me entiendes? Una frase-remate que tampoco sirve para nada. “No está bien que vayas tanto a jugar, ¿sí me entiendes?” “Entramos a Europa exactamente por Madrid, ¿sí me entiendes?”

Y así. Esta es hoy una de las más recurrentes. Su uso juvenil es numeroso y casi casi no hay diálogo en el que no salte como liebre al final de los enunciados. “Subimos al cerro con las mochilas y así”. “Entonces la regañé con muchas groserías y así”.


domingo, febrero 19, 2023

Presentación de libro sobre Gilberto Prado

 

















BOLETÍN

Presentación del libro Gilberto Prado Galán: exhumación de su imagen

Gilberto Prado Galán: exhumación de su imagen, libro de Jaime Muñoz Vargas, será presentado este martes 21 de febrero a las 7 pm en la Galería de Arte Contemporáneo del Teatro Isauro Martínez. Los comentarios serán expuestos por Arcelia Ayup Silveti, Saúl Rosales y el autor.

“Gracias a la supervivencia de lo que he escrito sobre Gilberto Prado Galán puedo hoy ofrecer estas páginas, un racimo de 17 textos que cubre un abanico de 25 años. Apenas debo enfatizar que, dadas las circunstancias que les dieron origen, estas páginas son bocetos, puntos de partida para más y mejores acercamientos a la obra del llorado poeta y ensayista”, señala Muñoz Vargas en el prólogo.

El autor nació en Gómez Palacio, Durango, en 1964, y es escritor y maestro. Ha publicado más de veinte libros, entre otros, las novelas Juegos de amor y malquerencia y Parábola del moribundo; los libros de cuentos Las manos del tahúr, Ojos en la sombra y Grava suelta; y los libros de periodismo Tientos y mediciones y Entre las teclas. Ha ganado los premios nacionales de novela Jorge Ibargüengoitia y de cuento de San Luis. Textos suyos han aparecido en publicaciones de México, Argentina, Chile, Colombia y España. Actualmente es coordinador editorial y maestro de la Ibero Torreón y columnista del diario Milenio Laguna.

En cuanto a Arcelia Ayup Silveti, es comunicóloga. Estudió la Maestría en Literatura y Creación Literaria en Casa Lamm de la Cuidad de México y el Diplomado en Corrección de Textos en la misma institución educativa. Ha publicado seis libros de diferentes géneros, coautora de un par de obras y compiladora de una. Es promotora cultural independiente. Escribe la columna cultural “De raíces y horizontes” en Milenio Laguna. Ha sido catedrática en la Universidad Autónoma de Coahuila y en la Universidad Iberoamericana. Actualmente es jefa de Difusión Cultural de la Unidad Torreón de la UAdeC.

Por último, Saúl Rosales nació en Torreón, Coahuila, en 1940. Es Miembro Correspondiente de la Academia Mexicana de la Lengua. Su libro de cuentos Autorretrato con Rulfo fue seleccionado para la colección “Literatura Mexicana Contemporánea ¿Ya Leíssste?” Se le concedió el reconocimiento de Creador Emérito de Coahuila en 1999; se le otorgó el de Ciudadano Distinguido de Torreón en 1990 y 2004 y la medalla al Mérito Universitario “Miguel Ramos Arizpe”, de la Universidad Autónoma de Coahuila. En 2019 el Proyecto Cultural Revueltas le otorgó la medalla José Revueltas. Ha publicado una veintena de libros.

Entrada libre.

sábado, febrero 18, 2023

Latinajos a la mano








El latín (“latín” deriva de Lacio, región de Italia), lengua muerta, es la mamá del español y de otros retoños llamados lenguas romances (“romance” deriva de Roma) como el francés, el portugués, el catalán y el rumano. Hoy se usa principalmente en la taxonomía científica de los seres vivos o en el mundo del Derecho en varias de sus formulaciones o axiomas (“Dura lex, sed lex”). Además, algunas de sus palabras/frases son usadas hoy sin castellanizar. Por si se las topan en cualquier lado, traigo en orden varias que considero comunes aunque el uso de algunas pueda ser pedante o mamilas en determinados contextos.

Ab initio. "Desde el principio". "Nos contó la historia ab initio".

Ad hominem. "Argumento contra la persona y no contra la idea".

A posteriori. "Por lo que viene después".

A priori. "Por lo que precede"

Alma máter. Significa “madre nutricia”, lexicalizada para referirse a la universidad donde se estudió. “La UNAM es mi alma máter”.

Carpe diem. "Aprovecha el día".

Casus belli. “Motivo de guerra”, causa para hacer una guerra. “Para despojarlo tuvieron que inventar un casus belli”.

Currículum vitæ. De las más populares. Literalmente “carrera de la vida”.

Coitus interuptus. "Eyaculación fuera de la vagina".

Cunnilingus. Cunnus, "vulva" y "lingere", "lamer". Sexo oral en los genitales femeninos.

De facto. “De hecho”. Muy usada en política para nombrar a un gobierno nacido tras un golpe de Estado. “De iure”, de derecho, sería lo contrario. “El gobierno de facto encabezado por Augusto Pinochet”.

Deus ex machina. "El dios que baja de la máquina". En el teatro griego, deidad que aparecía y resolvía todos los conflictos.

Etcétera. Quizá el latinajo más famoso. Significa “y lo demás”.

Ex abrupto. "De repente, de improviso", de donde deriva a "exabrupto", "dicho inesperado o inconveniente".

Ex libris. “Se entre los libros”. Sello o grabado particular para marcar la propiedad de libros. “Marcaba su ex libris en la primera página de cada volumen”.

Ex cátedra. “Desde la silla”, expresado con autoridad. “Cátedra” significa “silla”. “El doctor habló ex cátedra”.

Ergo."Por tanto", "luego", "pues". "Está manchado el piso, ergo el auto tira aceite".

Ex profeso. Locución adverbial. “Hecho para un propósito, deliberadamente”. “Preparó varios platillos ex profeso para dar la bienvenida”.

Fiat lux. Bíblica, “que se haga la luz”.

Finisterre. Topónimo (un ejido de La Laguna se llama así), “final de la tierra”.

Grosso modo. No enunciarla “a grosso modo”. Significa “a grandes rasgos”. “Groso modo, eso fue lo que nos contó”.

Honoris causa. Entenderla “por motivo o causa de honor”, no que provoca o “causa” honor. Hoy existen

Ibidem. Abreviado “ibid.”, de uso muy común en el mundo académico. Significa “allí mismo” para referirse al mismo documento como fuente de alguna información.

In continenti. “Inmediatamente”, más o menos lo que quereos decir por “ipso facto”. “Vino in continenti”.

In illo témpore. "En aquel tiempo".

In situ. También del contexto académico. “En el lugar”. “No investigó en laboratorio, sino in situ”.

Inri. Sigla de Iesus Nazarenus Rex Iudaeorum. “Jesús nazareno, rey de los judíos”, escrito irónicamente, como burla.

Ipso facto. Aunque significa “por el hecho mismo”, se usa como “inmediatamente”, “en el acto”.

Litis. "Litigio judicial".

Manu militari. “Por la fuerza de las armas”. Se doce así cuando una persona o grupo accede al poder por medio de las armas. “Manu militari reprimieron la manifestación”.

Maremágnum. “Mar grande”. Usada como mezcla de hecho grande y confuso.

Memorándum. “Lo que debe recordarse”. Si nos fijamos, allí dentro está la palabra “memoria”.

Modus operandi. “Modo de obrar”.

Modus vivendi. “Modo de vivir”.

Motu proprio. "Por iniciativa propia". Recuerde pronunciarlo "proprio", no "propio".

Mutatis mutandis. “Cambiando lo que se deba cambiar”, “haciendo los cambios necesarios”.

Op. cit. Abreviatura de “opere citato”, “en la obra citada”. De uso en el ámbito académico.

Per cápita. “Por cabeza”. La palabra “cápita”, “cabeza”, se puede ver también en “capital”, “capitán”, “capítulo”, “capo”.

Per sæcula sæculorum. “Por los siglos de los siglos”.

Per se. "Por sí mismo".

Quid pro quo. "Una cosa por otra", tomar o considerar una cosa por otra.

RIP. Sigla de “requiescat in pace”, “descanse en paz”.

Sui géneris. “De su propio género o especie”, usado como “excepcional”, “singular”. “Es un cómico sui géneris”.

Sine qua non. "Sin lo cual no", condición imprescindible para que se dé algo. "Su condición sine qua non para rentar esa casa es que tenga tres baños".

Súmmum. “El grado más alto”. “Góngora es el súmmum del barroco español”.

Vademécum. “Ven conmigo”. Obra con la información fundamental científica o artística.

Vade retro Satana. “Apártate, Satanás”.

Verba volant, scripta manent. "Las palabras vuelan,lo escrito permanece".

Vini, vidi, vici. “Vine, vi, vencí”.

Vox populi. “La voz del pueblo”, “lo que es conocido por todos”. 

miércoles, febrero 15, 2023

Don Artemio y el olvido

 

















No soy su fan, no me da para tanto el anacronismo, pero confieso que a lo largo de mis años como lector le he hincado el ojo a dos o tres libros de don Artemio de Valle-Arizpe. Decir esto no dejará de desconcertar, pues suena absolutamente demodé, casi como lo sería usar hoy bastón y bombín chaplinescos. He incurrido en esta práctica para ampliar, como siempre, el horizonte de mis lecturas y porque sé que hubo un tiempo en el que don Artemio y sus libros gozaron de celebridad nacional. Por esto no es infrecuente que en las librerías de viejo nos topemos con muchos de sus títulos, la mayoría vinculados a su escritura sobre el mundo novohispano.

Prosigo con don Artemio, pero antes comparto una digresión quizá no tan digresiva. Conversaba yo una vez con un amigo cuya trayectoria académica era deslumbrante. Le pregunté sobre sus libros y me enumeró varios, todos publicados por universidades e instituciones renombradas. Al final, con malicia en la mirada, remató: “Como ves, soy un autor inédito”. Entendí la ironía: haber publicado muchos libros leídos por muy pocos era como permanecer inédito.

Una variante de esa paradoja es la de don Artemio, quien en su momento fue profusamente publicado y leído, pero hoy nadie busca. El tiempo, las décadas lo han convertido en el nombre propio de alguna calle, de alguna escuela primaria, pero que ya nadie lee y por ello se ha convertido en “inédito”. ¿A qué podemos atribuir esto? Para aterrizar en el olvido don Artemio puso mucho de su parte, pues cultivó un estilo que ya en su tiempo era obsoleto. Se le vio acaso como curiosidad, como rara avis de la prosa mexicana, y de allí el éxito de sus libros mientras vivió. Pero los años, como a muchos otros escritores, casi a todos, le pasaron por encima y lo dejaron convertido en papel amarillento.

En Historia de una vocación (Trillas, México, 1960, 59 pp.), el escritor saltillense dijo lo siguiente: “Estoy sumido en profunda estupefacción de que haya gente que los adquiera [sus libros] y, más aún sube mi asombro, que agote varias ediciones…”. Sabía pues que era una especie de best-seller de la época, pero en sus declaraciones no se alcanza a vislumbrar que sospechara el olvido al que lo remitiría el futuro.

No hay moraleja. Sólo enfatizar que lo que leemos hoy tal vez mañana no vaya a ser ni polvo.


sábado, febrero 11, 2023

Ramón por Vicente


 











Sólo yo sé, y basta con eso, que desde hace muchos años vuelvo cada tanto a la obra y a la vida, en este orden, de Ramón López Velarde. No hace mucho, en 2021, me sumé al centenario de su muerte con un apunte del tipo que aquí mismo vamos leyendo, y hoy reincido con impulso análogo: no como especialista, obvio, sino como mero admirador del poeta nacido en Jerez, Zacatecas, hacia 1888. Digo pues que vuelvo a López Velarde pero esto no es verdad: más bien, él, su pegajosa obra, vuelve a mí, me reencuentra cuando veo unos “ojos inusitados”, cuando siento que algo tiene “el aroma del estreno” o cuando pienso en mi “costumbre heroicamente insana de hablar solo”. En otras palabras, esas frases y muchas más me reaparecen quizá por su misteriosa perfección, quizá por no sé qué.

Y como la resonancia de esas palabras se reitera con terquedad de ola dentro de mi cabeza, no es infrecuente que lea o relea algo de o sobre el poeta. Es el caso de El fantasma de la prima Águeda (El Colegio Nacional, Colección Opúsculos, México, 2018, 103 pp.), de Vicente Quirarte, él sí especialista en materias lopezvelardenas. Fue este título, claro, uno de los varios que aparecieron como prámbulo a la recordación del mencionado centenario que, dada la pandemia, se desarrolló en su mayor parte mediante conferencias y mesas redondas por la vía virtual. Por cierto, una de aquellas conferencias (disponible en el archivo de YouTube) es la que el mismo Quirarte ofreció con el título homónimo del libro que aquí me ocupa.

El fantasma de la prima Águeda contiene cinco ensayos, uno de ellos el que sirve de base, insisto, a la conferencia recién mencionada. Los otros son “Poeta en la Rotonda”, donde Quirarte reconstruye el shock que provocó la muerte sorpresiva, a sus breves 33 años, del autor de Zozobra. Entre otros comentarios, el ensayista recuerda, un poco en clave de crónica, el viaje a Jerez para ver aparecer la llegada, el 15 de junio de 1988, del centenario de quien sería luego bautizado como Ramón Modesto López Velarde Berumen; aquella noche, entre mezcal y mezcal, resistieron pacientemente, escribe Quirarte, “las horas que mediaban hasta la una de la mañana en que se echaron a vuelo las campanas de todos los templos para celebrar la llegada al mundo de un poeta que sólo nace cada siglo”.

El segundo ensayo, titulado “Esbozos para un retrato”, apela a la imaginación para construir, en estampas cortas, diferentes momentos en la vida del poeta, su nacimiento, sus caminatas por la ciudad de México, su diálogo con los jóvenes poetas Novo y Villaurrutia, el luto de su “viuda” Margarita Quijano. Luego, en “El fantasma de la prima Águeda” subraya la importancia de tal poema como santo y seña para ingresar al mundo de López Velarde, a su relación de cercanía-distancia con las mujeres, a su incandescente celibato.

Los últimos dos ensayos son “El poeta en la prosa” y “Una mitología llamada Ramón López Velarde”; el primero, imagina al jerezano metido en una reflexión sobre la prosa parca, contenida y, a decir de algunos, perfecta de Torri. El segundo y final trabaja sobre la curiosidad, que con el paso de las décadas devino mitología, que ha despertado la biografía de López Velarde.

El fantasma de la prima Águeda se suma pues a los muchos libros de aproximación a un sujeto y a una obra tan entrañables como incitantes.

miércoles, febrero 08, 2023

Ya el número 89 de Acequias

 











Acequias, revista de acceso libre en la web de la Ibero Torreón, señala en el editorial de su número más reciente, el 89, que siguen pasando los años y no desaparece la realidad violenta del país. Más, ni siquiera amaina, y los focos rojos mueven a zozobra y reflexión permanentes. En el norte, centro y sur de la República hay diarios ejemplos de desbordamiento, tanto que cada vez se torna más difícil animarse a viajar por carretera ante la eventualidad de topar con desaguisados, casi como si los grupos criminales se hubieran apoderado poco a poco del espacio público. Hay, claro, entidades en las que se ha llegado al colmo de la barbarie, zonas en las que no es infrecuente el caos derivado de la quema de transportes y negocios cuyo fin es aterrorizar a la población.

Todo esto ha sido y es consignado por el periodismo, profesión que por naturaleza toma el pulso de la realidad y se convierte con el tiempo en fuente de documentación para el trabajo académico. De estas dos actividades —la periodística y la académica— nos hablan los cuatro primeros textos de este número de Acequias. “La memoria y el periodismo como instrumentos de denuncia”, del periodista Luis Alberto López, plantea el imperativo de indagar sin pausa, en una lucha siempre desigual contra el olvido, los casos de desaparición que lamentablemente se cuentan por miles en nuestro país. Por su parte, Fernando Javier Araujo, maestro e investigador de la Ibero Torreón, colabora con “El compromiso de las ciencias sociales ante las violencias”, aporte que enfatiza la importancia de trabajar (para explicarlo y combatirlo) el fenómeno de la violencia. Asimismo, Fernando Fabio Sánchez explora el tema de las agresiones de género cuya mayor consecuencia es el feminicidio. Por último en este segmento de la revista, Laura Elena Parra López comenta un libro de Ryszard Kapuscinski, uno de los periodistas más respetados y leídos del siglo XX.

En Acequias 89 se evoca a Gilberto Prado Galán, escritor lagunero que murió en 2022 y fue maestro de la Ibero Torreón y colaborador de esta revista. También, un ensayo de Saúl Rosales sobre la peculiaridad estilística de Juan Rulfo, y otro de Gerardo Segura sobre las mutaciones de la educación sentimental basada en la música popular.

Cinco estampas sobre La Habana facilitadas por la escritora cubana Dazra Novak, un apunte de Cecilia Sabag sobre los nuevos códigos de comunicación en las redes y un emotivo poema de Jorge Valdés Diaz-Vélez complementan los contenidos de este número con el que despedimos al 2022.

sábado, febrero 04, 2023

Lev en modo aforístico


 











Porque no los tengo a la mano, no pude cotejar los Diarios de León (o sea Lev en ruso) Tolstoi con el titulado Aforismos (Fondo de Cultura Económica, 2022, México, 302 pp.) que he hojeado esta semana con placer. Los Diarios, esto sí lo recuerdo, fueron editados por el Conaculta y Era en dos tomos, y cuando les eché el ojo, hace ya varios años, los asumí como un modelo de sabiduría inmediata, frontal, sin vueltas, es decir, la sabiduría de un viejo que de todo tiene una opinión si no correcta, al menos siempre atendible y muy humana. También recordé que ambos materiales los preparó Selma Ancira, y junto con Aforismos representan de veras tres pozos de saber expresado en cápsulas.

Son los dos tomos de los Diarios y el ejemplar único de los Aforismos tres libros que es posible leer de orilla a orilla, como una novela, o en los cuales uno puede picotear aquí y allá, saltando páginas en cualquier dirección. Sea como sea, es casi imposible ser defraudado por lo que Tolstoi recogió en el formato del “ensayo en miniatura”, como denomina Gabriel Zaid al aforismo. En el caso del libro del Fondo, debo precisar, por si les interesa, que contiene grageas del propio autor de Guerra y paz intercaladas con pequeñas piezas ajenas y extraídas por él gracias a sus lecturas. En total tiene 31 apartados, reductos en los que se arraciman los aforismos por temas como “El amor”, “La lujuria”, “La vanidad”, “El pensamiento”, “La muerte”. Al final se nos ofrece una ceñida cronología del autor preparada por Ricardo San Vicente.

Más que una reseña al uso, esta veloz introducción desea preparar el terreno al convite de algunos aforismos tolstoianos. Es la manera ideal, en este caso, de sacar tentación al potencial lector, dado que la brevedad de las piezas y su inevitable intención sentenciosa permite el trasiego textual de algunos ejemplos. Veamos pues estos seis y me darán la razón: es un hermoso libro.

“Hay dos maneras de escapar de la pobreza: una, aumentar la propia riqueza; dos, aprender a contentarse con poco. Aumentar la riqueza no siempre es posible y casi siempre es deshonesto; disminuir nuestros caprichos está siempre en nuestro poder y siempre es bueno para el alma”.

“Obligar a la gente por medio de la violencia a hacer aquello que yo considero bueno es la mejor manera de hacer que repudien lo que yo considero bueno”.

“La palabra es la expresión del pensamiento y puede servir para separar o para unir a las personas; por eso hay que ser prudente con su uso”.

“Considérate siempre un escolar. Nunca pienses que estás demasiado viejo para aprender, que tu alma ya es como se espera que sea y no puede ser mejor. Para el hombre sensato no hay un curso final: es escolar hasta la tumba”.

“Una anciana campesina, a unas horas de su muerte, hablaba con su hija de lo contenta que se sentía de morir en verano. Cuando la hija le preguntó; ¿por qué?, la agonizante respondió que estaba contenta porque en invierno es difícil cavar la fosa y en verano no. Para la anciana era fácil morir, porque hasta su último momento pensaba no en ella, sino en los demás”.

“Si alguien dice que al hacer el bien se siente infeliz, eso significa que lo que él considera el bien no es el bien”.


miércoles, febrero 01, 2023

Cierta sufijación








El gentilicio, ese adjetivo formado con el nombre de lugares, tiene un montón de variedades sufijatorias: paris-ino, canadi-ense, israel-ita, marroqu-í, congo-lés, madri-leño, rus-o, alem-án, chil-eno, mexic-ano, etcétera. Otros adquieren formas extrañas, como vallisoletano (de Valladolid), onubense (de Huelva), sardo (de Cerdeña), bordelés (de Burdeos). Tengo para mí que en México hay cuatro muy difíciles de adivinar para cualquier extranjero: los gentilicios de quienes nacieron y/o radican en Piedras Negras, Aguascalientes, Monterrey y Gómez Palacio. En lugar de “piedrasnegrense”, “petrinegino”, “petronegrita”, “piedrinegreño”, etcétera, los de allá han elegido “nigropetense”; en lugar de “aguascalentense”, “aguascalentí”, “acuicaldoso”, “aguascalentés”, “aguascalentita”, los de allá han elegido “hidrocálido”; en lugar de “monterreyeno”, “monterreyita”, “monterreyense”, los de allá han elegido “regiomontano”; y en lugar de “gomezpalaciense”, “gomezpalatí”, “gomezpalateño”, “gomezpalaciego”, los de aquí hemos elegido el campanudo “gomezpalatino”. En fin, cada quien sus lujos. Y por último: los gentilicios siempre (siempre) deben ser escritos con inicial minúscula: “La banda Sinalense deleitó a la selecta concurrencia” (incorrecto); “La banda sinaloense deleitó a la selecta concurrencia” (correcto). Otro detalle: los gentilicios no sólo se aplican a personas (“El honrado político atlacomulquense”), sino también a cosas o ideas (“el barco salvadoreño”, “la literatura noruega”).

La elección del sufijo para los gentilicios es una convención, e incluso pasa que el topónimo desaparece por completo y se prefiere una forma distinta, como pasa con “complutense”, que es el oriundo o lo relacionado con Alcalá de Henares, España, donde nació Cervantes, ciudad que durante la conquista románica se llamaba “Complutum”, y algo similar ocurre con “hispalense”, de Sevilla, ciudad que se llamaba Hispalia.

Y ya que mencioné a Cervantes, también de personajes (sustantivos) se derivan adjetivos. Así, de Marx, “marxista”; de Copérnico, “copernicano” y demás. De Cervantes se derivó “cervantino”, y así bautizaron al festival guanajuatense. Por ello fue, es y será un disparate decir, sólo por copiar de manera servil, “lerdantino” cuando ya existía, obvio, “lerdense”.