miércoles, febrero 22, 2023

Y así

 











No son muchas, y precisamente por esto y por el abuso que de ellas se hace saltan al oído —que no tanto a la vista— en cualquier oportunidad. No todas se limitan al habla de los jóvenes, pero es evidente que se multiplican como bacterias, sobre todo, entre la muchachada. Algunas de estas muletillas, que a ellas me refiero aquí, tienen el auge de cualquier moda, y luego suelen desaparecer. Sin embargo, otras hacen roncha, se arraigan y permanecen durante décadas y es imposible erradicarlas. Esta es la razón por la que no sabemos cuánto sobrevivirá cada una, si permanecerá en el habla coloquial durante años o alguna novedad hará su arribo para desplazarla. Traigo por ahora sólo cinco.

De que. Aparece con despiadada frecuencia en las conversaciones de última generación. En lugar del relativo “que” a solas, de manera asombrosa ha pululado la preposición “de” previa y sin sentido. “Ella le dijo de que le va a comprar la ropa que más le gusta”. “No sabíamos de que nosotros teníamos que traer el pastel”. Está construcción rémora es, por cierto, muy frecuente en las alocuciones de López Obrador.

Equis. Una forma de terminar rápido con una frase cuando ya se han agotado los recursos retóricos. Puede concluir un enunciado o ser un extraño nexo entre dos. “Y entonces le expliqué que equis, que ya no íbamos a trabajar en esa empresa”. “Nos comentó que no le importaba y equis”.

Lo que es. Frecuente en políticos y reporteros. Su sentido es inescrutable, pues en la inmensa mayoría de los casos puede ser omitida sin lastimar la frase matriz. Lo terrible del asunto es que se ha expandido hasta ámbitos en los que, se supone, debe privar un mayor esmero tanto en el habla como en la escritura. “Nos encontramos en lo que es la avenida Allende esquina con Cepeda”. “Ayer se descompusieron lo que son los frenos del carro”.

¿Sí me entiendes? Una frase-remate que tampoco sirve para nada. “No está bien que vayas tanto a jugar, ¿sí me entiendes?” “Entramos a Europa exactamente por Madrid, ¿sí me entiendes?”

Y así. Esta es hoy una de las más recurrentes. Su uso juvenil es numeroso y casi casi no hay diálogo en el que no salte como liebre al final de los enunciados. “Subimos al cerro con las mochilas y así”. “Entonces la regañé con muchas groserías y así”.