No
explico mucho, sólo que escribir sobre futbol ha sido para mí una práctica muy
grata, tanto como jugarlo en los tiempos cada vez más lejanos de mi buena condición
física. No es tema en el que esté dale y dale todos los días ni como lector ni
como nada, pero cada vez que se atraviesa la ocasión, cada vez que hay algo en
el ambiente, un olor a mucho gol o mucha liguilla o mucho mundial, atrevo
párrafos que tomo en serio sólo porque con ellos me instalo de lleno, casi de
cuerpo presente, en el tiempo de mi niñez, una niñez inolvidable aunque haya
sido lagunera.
Escribir
sobre futbol es, pues, tonificante para mí. Me alegra tanto como cuando me
alegraba en aquellas incontables horas de barrio, jugando sin camisa, sobre el
asfalto, con porterías de ladrillos y un balón de plástico fofo y curtido a
punta de patadas, a cañonazo vil. Todavía hoy, y supongo que siempre será así,
tengo la sensación de que pateo chanflazos, de que mato cambios de juego con el
pecho, de que tiro pases o intento gambetas cortas como en la vida real.
Incluso cuando estoy sentado en algún lugar y veo perspectivas distantes
fantaseo con porterías y disparos para superar imaginarias barreras. Juan
Sasturain ha descrito este sueño consciente, esta especie de manía
posfutbolera.
Digo
que no explico mucho porque de una manera clara —quiero decir sin florituras—
mi opinión sobre “el juego del hombre”, como lo llamaba don Ángel Fernández,
está espigada en cada uno de los textos que componen esta pequeña ensalada.
¿Qué puedo añadir? Bien no lo sé. Quizá agregar que algunos de los textos
integrados a este lance, la mayoría, fueron ya publicados en papel periódico y
otros permanecen casi inéditos, pues sólo los he trepado al
abnegado blog que desde 2006 alimento con silencio de hortelano y
expectativa de condenado a muerte. Algunos hacen ciertas referencias a hechos
coyunturales; no las actualicé para evitar que se perdiera el tono (supongo) fresco
de su escritura. En todos los casos, más allá de su sencilla temática, he
querido hacer notar, como siempre, una voluntad de estilo acaso mayor a la
importancia de los asuntos abordados.
Antes de dejar las piezas a merced del respetable quiero agradecer a Carlos Castañón Cuadros por invitarme a publicar este racimo de tiros a la portería. Ojalá que, pese a su tema, sean ejemplos dignos de respeto al pensamiento y de querencia al único deporte que me ha quedado en pie: el de escribir.
Mi retiro de la Primera División