La
bibliografía sobre la guerra es inabarcable. De hecho, los libros de historia
no serían tabiques de papel si fueran aliviados de las páginas consagradas a
describir los combates entre ejércitos y su consecuente y exhaustivo
derramamiento de sangre. La guerra es, entonces, protagonista fundamental y
triste de la historia, el común denominador por siglos de la interacción
humana, y aunque tendemos a pensarla como fenómeno del pasado, bien vemos que hoy
nos acompaña, que no ha desaparecido, que en varias partes del planeta se
libran conflictos cada vez más enconados y letales. La monstruosidad del
genocidio perpetrado contra Palestina y los ataques entre Israel e Irán dan siniestra
cuenta del polvorín que ahora es nuestro mundo.
Una de las
guerras (en este caso civil, es
decir, no entre países, sino entre ciudadanos de una misma nación) más cruentas
fue la española que se desarrolló entre 1936 y 1939. Es casi imposible no
saber, al menos de manera general, qué sucedió en aquellos años sobre el mapa
de España. Si no, un libro que puede ayudarnos en ese propósito es Una historia de la Guerra Civil que no va a
gustar a nadie (Planeta-Booket, Barcelona, 2005, 400 pp.), de Juan Eslava
Galán (Arjona, 1948). Se trata de un trabajo de divulgación muy estimable, ya
que a trazo grueso expone las características del encontronazo fraticida que en
cientos de obras, incluidas muchísimas de ficción, es uno de los temas más
recurrentes de la bibliografía española.
Y cómo no,
si fue una carnicería en la que se despedazaron los combatientes de la
República, encabezada por Manuel Azaña, contra las huestes de las que poco a
poco, como lo muestra Eslava Galán, se apoderó Francisco Franco hasta ganar la
guerra y convertirse en el Generalísimo, en el Caudillo que instauró en España
un régimen con mando perrunamente unipersonal, autoritario en todos los
rincones de la vida cotidiana. Franco murió el 20 de noviembre de 1975, así que
viene en camino un cincuenta aniversario que reavivará en España el ya de por
sí efervescente debate entre prorrepublicanos y profranquistas.
El libro
contiene 53 capítulos breves y profusamente aderezados con imágenes agradecibles
pese a que en la edición de bolsillo (2020) que comento no lucen, por pequeñas,
lo suficientemente bien. Eslava Galán pespuntea en esta historia de una
trinchera a otra. Trata de colocarse en un punto equidistante (por eso aquello
de que su historia “no va a gustar a nadie”) de ambos bandos, y consigna,
también con abundantes citas textuales, los ítems relacionados con toda guerra:
tácticas, armamento, moral de las tropas, batallas, avances, retrocesos, comunicados,
número de muertos y heridos, apoyo de aliados, discursos, defecciones, prisioneros,
fusilados y un prolongado etcétera. Presta particular atención a las
características del material bélico usado para despedazar al enemigo en ambos
casos: fusiles, granadas, pistolas, camiones, tanques de guerra, bombas, barcos,
submarinos y, sobre todo, aviones de combate en esa conflagración que puso a
prueba, ya de manera dominante en la víspera de la Segunda Guerra, la
importancia de los ataques desde el cielo para imponerse a los rivales, como lo
recuerda bien el bombardeo a Guernica, en el País Vasco. Y a propósito del
armamento, el autor no pasa por alto que el origen de muchas de las
herramientas letales de esta guerra fueron donaciones de Alemania e Italia, en
favor de los rebeldes franquistas, y de la Unión Soviética en apoyo a los
republicanos.
Aunque el
fresco es general, panorámico, Eslava Galán detiene a trancos su mirada en
protagonistas de todos los tamaños: desde los encumbrados hasta los más
pequeños que en algún documento han dejado testimonio de su participación en la
lucha. Entre los famosos del bando fascista están, claro, el despiadado Franco
y el todavía más despiadado José Millán Astray; del otro, el ya mencionado
Azaña e Indalecio Prieto, entre muchísimos más, como la Pasionaria y los fotógrafos Robert Capa y Gerda Taro, o artistas
que en Valencia participaron en el Segundo Congreso Internacional de
Escritores Antifascistas (1937), como Ernest Hemingway, André Malraux, Pablo
Neruda, César Vallejo, Nicolás Guillén y Octavio Paz (de México también
estuvieron allí Elena Garro, Juan de la Cabada, José Mancisidor, Carlos
Pellicer y Silvestre Revueltas, pero no son mencionados en este libro).
Una historia de la Guerra Civil que no va a gustar a nadie, otro buen libro del abundante Eslava Galán, abarca tres años de combates despiadados en todos los rincones de España. Lo hace con agilidad, saltando por geografías, personajes, trincheras y acontecimientos que todavía hoy pueden dejarnos una lección: que la guerra, que cualquier guerra, es siempre una tragedia, la más grande de todas las que han ensombrecido y ensombrecen a la humanidad.