miércoles, agosto 19, 2020

Diccionario de Helena Beristáin




















“¿Cuál es el mejor diccionario?”, me preguntaban con frecuencia, y la respuesta que en su momento diseñé para salir al paso era ésta: el mejor diccionario es muchos diccionarios. Hoy los diccionarios, como las enciclopedias y otros libros llamados “de referencia”, son piezas de museo, dado que internet ha puesto a nuestra merced un sinnúmero de páginas que sacan de apuros cuando uno requiere definiciones, etimologías y datos adicionales de carácter enciclopédico. Este fenómeno hizo casi obsoletos mis quince o veinte diccionarios, aunque de todos modos los conservo.
Uno de los pocos cuyo valor no ha caducado es el Diccionario de retórica y poética de Helena Beristáin (Orizaba, Veracruz, 1927-Ciudad de México, 2013). Fue publicado originalmente en 1985, pero tengo la segunda edición (corregida) de 1988, de Porrúa. Como lo saben quienes han dialogado con él, se trata de un musculoso diccionario articulado como investigación del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM. Cuando lo descubrí, recién salidita del horno la segunda edición, fue revelador. Recuerdo que Gerardo García y yo lo compramos al alimón y de inmediato quedamos fascinados por la riqueza de sus páginas. He mencionado su importancia en talleres literarios, pues quiero suponer que es o puede llegar a ser una herramienta útil para quienes desean vincular sus vidas a las letras en cualquier vertiente, llámese escritura, lectura, docencia o mero regocijo. Todavía es asequible, según sé, así que podemos comprarlo si rastreamos por allí, en librerías o en Google.
El contenido de este diccionario es exactamente lo que avisan las dos palabras enmarcadas en el título: la retórica y la poética. La maestra Beristáin acometió la titánica tarea de definir y dar pingües ejemplos sobre las figuras de pensamiento y construcción que hacen al fenómeno literario, todas en orden alfabético. Nadie al escribir (o al hablar o al entender) procede explicándose que detrás de tal frase hay tal tropo, pero a la hora de pensar por qué una frase es bella o literaria emerge con frecuencia esta certeza: porque conlleva una figura, una construcción definida por la retórica de tal o cual manera.
Otro valor del libro de Helena Beristáin es la amplitud de sus entradas. Como dije, define y luego despliega ejemplos que terminan por aclarar los tropos. Por supuesto, hay entradas de todos los tamaños, como la dedicada a “metáfora”, acaso el tropo más famoso de la literatura. En este diccionario fue donde comprendí mejor, por ejemplo, el significado y el uso de la “hipálage”, figura hermosa. O del “oxímoron”, que sólo llegan a dominar los grandes escritores. En suma, son 500 páginas llenas de un trabajo que vino en auxilio de quienes desean comprender cómo ocurre el arte en las frases literarias. La belleza de la escritura siempre conlleva misterio, pero algo podemos discernir si nos socorre la retórica.