En noviembre pasado apareció el primer número de la revista Fragua. Fui invitado a colaborar en sus páginas y con gusto me sumé a ese nuevo emprendimiento periodístico por una razón harto simple: la confianza que me da, que siempre me ha dado, el trabajo de su director, el periodista Julio César Ramírez. Hasta 1998, fuimos Julio y yo compañeros de espacio en la revista brecha, él como jefe de información y yo como coordinador del suplemento cultural. A partir de aquel año, mis intereses laborales tomaron otro rumbo y poco supe en realidad de lo que Julio siguió haciendo.
En septiembre recibí su convite para sumarme a Fragua y, como digo, no dudé un segundo en dar una respuesta afirmativa, mandé mi primera colaboración y dos meses después tuve el gusto de ver ya cocinado el primer ejemplar de la revista. La expectativa que me despertó fue plenamente satisfecha, ya que se trata de una publicación que apuesta por la calidad de sus contenidos, por la crítica que cada uno de ellos propone. Esto lo exalto porque hay honrosas excepciones, pero cunden como chancros las publicaciones independientes e institucionales cuya única misión en el mundo es distraer chabacanamente con frivolidades y acomodarse a las tendencias más evasivas del mercado revisteril.
Fragua, supongo que con las dificultades propias de toda publicación de provincia, ha saltado a la liza con mucho empuje, el que su editorial, una especie de manifiesto vanguardista, expresa en una misión que con poesía y análisis tiende el mantel y sobre éste sus propósitos: “En tiempos en que se uniforman el poder autoritario, la desinformación, la desigualdad, la marginalidad y la soledad; en días en que el capital circula en tan solo el diez por ciento de la población mundial, atrevámonos a globalizar nuestro noventa por ciento de probabilidades que emergen de la capacidad e ingenio en resistencia. Lennon imaginaba un mundo global, un mundo sin fronteras, donde el circulante fuera la necesidad de amar”. Tras esta reflexión, propone “Abrir los ojos para observar la vida que corre detrás de una pelota en el parque (…) Abrir la calle para los peatones, los ciudadanos de a pie. Abrir espacios comunes para que la tolerancia, la inclusión y la solidaridad se hagan presentes (…) Abrir los archivos y las cuentas públicas para saber más de nuestros gobiernos…”.
Julio César Ramírez y su equipo ofrecen en su primera Fragua de palabras amplios abordajes al tema del agua en La Laguna, al tema del transporte local y al de Pasta de Conchos, entre otros. Cuenta además con una interesante sección cultural. Creo que merecen nuestra felicitación, el elogio de la lectura y sinceros buenos deseos. Su teléfono es 7224813. Mucha suerte.