Radicado en Santiago del Estero, Argentina, el poeta, narrador y médico Antonio Cruz me escribió desde allá para invitarme a colaborar en una sección dedicada al microrrelato en el diario El Liberal, de la mencionada ciudad. Acepté la invitación, claro, y a partir de entonces he seguido con atención y gusto las cartas que me envía. Ellas contienen “ligas” para acceder a varios blogs, uno de los cuales alberga muestras de lo que denomina “Microrrelatos del noroeste argentino”. No lo sé con exactitud, pero creo que el noroeste argentino (NOA) comprende una amplia zona donde convergen Catamarca, Jujuy, Salta, San Miguel de Tucumán y Santiago del Estero, principalmente, provincias argentinas ubicadas junto a (o muy cerca de) las fronteras con Bolivia y Chile.
He abierto los blogs y me entusiasmó sobre todo uno: enlosesteros.blogspot.com. Hay en él una muestra de brevedades hasta el momento corta, pero que promete crecer a medida que otros microrrelatistas norestenses argentinos colaboren con sus obras. Las pocas que hay, sin embargo, son muy buenas. Leí algunas en una de mis clases de cuento y el efecto que produjeron fue muy bueno. Las comparto aquí para que aquilatemos lo valioso y universal del molde y, de paso, para reciprocar aquella invitación del amigo Cruz, a quien le mando un agradecimiento y un saludo desde esta humilde página del centro-norte mexicano.
Fantasmas
Orlando Romano (Tucumán)
Dos fantasmas charlaban en la sala principal de un museo londinense (el lugar estaba repleto de personas). Uno de ellos aseguró, alarmado, que de tanto en tanto oía ruidos extraños.
—Borra esa idea. Nadie jamás logró ver a un hombre.
Defensa personal
Ildiko Valeria Nassr (Jujuy)
Alguna vez oyó en la voz de algún poeta, cuyo nombre eligió olvidar, que la poesía sirve contra la muerte.
Con tanto ladrón asesino suelto, ella se siente protegida cargando la “Nueva poesía de Jujuy” en su cartera.
A contramano
Luis María Rojas (Santiago del Estero)
Una parte de él deseaba abofetearla, estrangularla y acuchillarla. Por suerte esa parte no eran sus manos y así, vivió feliz junto a ella, a contramano de sus deseos.
Historias de chat (I)
Mónica Cazón (Tucumán)
Por fin se conocerían. La cita fue pactada para concretarse en un bar cercano al domicilio de ambos.
Hacía frío y se tornaba dificultoso caminar. Cuando se vieron, fue maravilloso descubrir que compartían el mismo geriátrico.
El unicornio
Rosa Beatriz Valdez (Catamarca)
Asomando el cuerno entre la maleza, el unicornio observa los preparativos de la yerra en el corral.
“Herrar es humano” piensa, y se aleja al trotecito.
Político
César Antonio Alurralde (Salta)
(a Gabriel Antonio Calderón)
Toda su vida había sido como estar enancado majestuosamente sobre dos caballos a la vez. Aunque los caminos de la providencia son infinitos, esta vez, y frente a la encrucijada de una ruta bifurcándose en dos alternativas, lo resolvió fácilmente por su condición de excelente y hábil político. Tomó ambos caminos… y se fue para arriba.
Ceremonias
David Slodky (Salta)
Es terrible, sí, pero siento alivio… Su locura me exasperaba. Lavarse las manos ochenta veces al día, levantarse seis veces cada noche para asegurarse de que la puerta esté con llave, sus extrañas ceremonias con los fósforos antes de encender la cocina… ¡Me era insoportable ya!
Ayer se fue. Durante un mes voy a dar dos vueltas a la silla antes de sentarme, para asegurarme de que no vuelva.
La despedida
César Arrueta (Jujuy)
El difunto se despide. En un momento se conmueve de tal forma que desea volver a la vida terrenal. No es posible.
De todas maneras, se siente infinitamente agradecido por las lágrimas que derraman sus seres queridos. Promete que cuando lleguen a la otra vida les preparará un especial recibimiento y les mostrará lo lindo que se siente ver llorar a otros por uno que ya no está. Regocijado, espera.
He abierto los blogs y me entusiasmó sobre todo uno: enlosesteros.blogspot.com. Hay en él una muestra de brevedades hasta el momento corta, pero que promete crecer a medida que otros microrrelatistas norestenses argentinos colaboren con sus obras. Las pocas que hay, sin embargo, son muy buenas. Leí algunas en una de mis clases de cuento y el efecto que produjeron fue muy bueno. Las comparto aquí para que aquilatemos lo valioso y universal del molde y, de paso, para reciprocar aquella invitación del amigo Cruz, a quien le mando un agradecimiento y un saludo desde esta humilde página del centro-norte mexicano.
Fantasmas
Orlando Romano (Tucumán)
Dos fantasmas charlaban en la sala principal de un museo londinense (el lugar estaba repleto de personas). Uno de ellos aseguró, alarmado, que de tanto en tanto oía ruidos extraños.
—Borra esa idea. Nadie jamás logró ver a un hombre.
Defensa personal
Ildiko Valeria Nassr (Jujuy)
Alguna vez oyó en la voz de algún poeta, cuyo nombre eligió olvidar, que la poesía sirve contra la muerte.
Con tanto ladrón asesino suelto, ella se siente protegida cargando la “Nueva poesía de Jujuy” en su cartera.
A contramano
Luis María Rojas (Santiago del Estero)
Una parte de él deseaba abofetearla, estrangularla y acuchillarla. Por suerte esa parte no eran sus manos y así, vivió feliz junto a ella, a contramano de sus deseos.
Historias de chat (I)
Mónica Cazón (Tucumán)
Por fin se conocerían. La cita fue pactada para concretarse en un bar cercano al domicilio de ambos.
Hacía frío y se tornaba dificultoso caminar. Cuando se vieron, fue maravilloso descubrir que compartían el mismo geriátrico.
El unicornio
Rosa Beatriz Valdez (Catamarca)
Asomando el cuerno entre la maleza, el unicornio observa los preparativos de la yerra en el corral.
“Herrar es humano” piensa, y se aleja al trotecito.
Político
César Antonio Alurralde (Salta)
(a Gabriel Antonio Calderón)
Toda su vida había sido como estar enancado majestuosamente sobre dos caballos a la vez. Aunque los caminos de la providencia son infinitos, esta vez, y frente a la encrucijada de una ruta bifurcándose en dos alternativas, lo resolvió fácilmente por su condición de excelente y hábil político. Tomó ambos caminos… y se fue para arriba.
Ceremonias
David Slodky (Salta)
Es terrible, sí, pero siento alivio… Su locura me exasperaba. Lavarse las manos ochenta veces al día, levantarse seis veces cada noche para asegurarse de que la puerta esté con llave, sus extrañas ceremonias con los fósforos antes de encender la cocina… ¡Me era insoportable ya!
Ayer se fue. Durante un mes voy a dar dos vueltas a la silla antes de sentarme, para asegurarme de que no vuelva.
La despedida
César Arrueta (Jujuy)
El difunto se despide. En un momento se conmueve de tal forma que desea volver a la vida terrenal. No es posible.
De todas maneras, se siente infinitamente agradecido por las lágrimas que derraman sus seres queridos. Promete que cuando lleguen a la otra vida les preparará un especial recibimiento y les mostrará lo lindo que se siente ver llorar a otros por uno que ya no está. Regocijado, espera.