Luego de las campañas, dijo ayer Calderón, llegó la hora de plantear acuerdos y de ceder el paso a la conciliación. Más allá de su forzado triunfalismo de presidente prematuro, esas convocatorias a la concordia suenan a vacilada luego de que su partido es el mayor responsable de la beligerancia en la que han caído los actores del conflicto poselectoral y sus simpatizantes. Si en casi todos los flecos de la realidad política hubo discrepancias entre los analistas y entre la ciudadanía, llama la atención que, en general, muchos expertos acepten que la propaganda más venenosa fue difundida por el PAN.
Cito sólo un par de casos de periodistas que no pueden ser identificados como pro-amarillos: poco antes de las elecciones Ciro Gómez, en su columna de Milenio, se sentía decepcionado del PAN por los turbios mensajes de su campaña. Semanas después, en la revista Proceso, Jorge Volpi habla de la campaña “infame” del PAN. Y así muchos, incluso algunos que con franqueza se oponen a AMLO, no dejan de reconocer que la campaña del candidato oficial atizó la llamarada del odio con un discurso inédito en la historia propagandística de México.
Luego de arrojar basura mediática, el “presidente” pide paz y concordia, como si sus enconados mensajes anteriores no hubieran existido. La pregunta sería ésta: “¿AMLO es o no es un peligro para México?” Si lo es, ¿por qué no insisten en seguirlo diciendo tal y como lo decían antes del 2 de julio? Si no lo es (como se deja inferir cuando en los primeros mensajes de Calderón, para verse estadista, coqueteó al Peje), ¿cómo es posible que la temible peligrosidad de AMLO haya desparecido de golpe el 3 de julio?
Por lo pronto, quince días después, ya hecho bolas el engrudo, el discurso Ultra-D ha vuelto a emitir signos de vida. Ayer lunes, en el noticiero de López Dóriga, un extraño espot apareció ante la vista de los televidentes. Todavía es tibio, pero ya enseña un origen oscuro. Su contenido es simple: tres funcionarios de casilla señalan que los votos fueron contados, ante los ojos de los representantes partidistas, “hasta tres veces” para que no hubiera dudas. Lo anómalo del caso, independientemente de esas opiniones, es la firma de las cuatro organizaciones que se hacen responsables del mensaje. Como en otras ocasiones, apenas duraron medio segundo al aire, lo que hace imposible leer de qué instituciones se trata. Con una toma fija se logró saber el nombre de dos: el Consejo Mexicano de la Juventud y Compromiso Joven. Arriba aparece la leyenda “La elección la hicimos todos. Por un México en paz”.
El discurso Ultra-D recomienza el tiroteo.