Hizo bien Reginaldo Díaz, reportero de La Opinión, en cronicar el viernes lagunero de Felipe Calderón con referentes futbolísticos. Hizo bien porque, como la selección, el candidato del PAN vino a Torreón para encontrar un día rayano en la decepción, un día ubicado no en lo negro, pero sí por lo menos en lo gris. Igual que México frente a la selección de Angola, Calderón, quien es el candidato que más ha trepado a la ola del futbol, se quedó con las ganas del gol salvador. Un día antes, en el mitin de San Luis, sobre la camisa azul cielo lució “la verde”, pero el viernes no había muchas rezones para usarla en la concentración celebrada frente al Casino de La Laguna.
Todo fue frustrante para Calderón el 16 de junio. Primero, el antecedente del jueves y el tumulto pancholeónico dedicado al Peje; nulas esperanzas había para el panismo de reunir siquiera a la cuarta parte de los que visitaron el lecho del Nazas. Luego, el papelón de los seleccionados que volvieron por sus fueros y confirmaron que don Manuel Seyde tuvo razón en aquello de los “ratones verdes” (aunque culpen a Lavolpe, la verdad es que él es más inocente que Pepe el Toro, pues ¿qué se puede hacer desde el banquillo cuando los jugadores saltan a la cancha con esa güeva ontológica y más erráticos que Fox cuando se pone erudito?). Después, en la plaza de armas torreonense, un calor plomizo, una torridez sin poder de convocatoria y los viejitos con su música a todo trapo en la esquina de Morelos y Cepeda mientras en el lado opuesto, en la esquina de Juárez y Valdez Carrillo y frente a un tenderete que en vez de mitigar el calor lo incrementaba, el templete al que subieron Saro, Anaya, Zermeño, De León, Bracho, Gurza y otras personalidades del blanquiazul que se codearon con un Felipe Calderón ganoso de persuadir con su bien articulado discurso y su humor siempre fallido, visible y audiblemente cansado por ese viernes en una comarca que casi parecía un infierno sin llamas, cierto, pero con un calor capaz de sofocar a los camellos.
Es raro que no se hayan dado las condiciones para lograr un mayor lucimiento del michoacano luego del mitin de AMLO y pese al grotesco resultado de la selección en Alemania. ¿No es Torreón una plaza gobernada por el PAN? ¿Y Lerdo? ¿No se supone que hay arraigo blanquiazul en la comarca? Insisto: percibí algo de incuria en los organizadores del mitin. Erraron el cálculo al crear un túnel asfixiante para “proteger” del clima al público. Equivocaron el lugar, pues una callecita se supone que le queda chica a un cierre de campaña presidencial en una región ya grande como la lagunera. Descuidaron la negociación con los viejitos (“adultos mayores”, los llama el eufemismo de moda) que cantan y bailan en la plaza para así evitar el choque de dos actos masivos y el ruido mutuo provocado por los amplificadores. En suma, Felipe concluyó su campaña para La Laguna como si no fuera el candidato a la presidencia de la república de uno de los tres partidos políticos más importantes del país. Eso, visto el entusiasmo que le imprimió a su discurso y pese a su humor anticlimático y a su limitado carisma, no deja de parecer una especie de grosería.
Ni el mitin pejista, ni el calor, ni la chafísima actuación de los ratones verdes justifican esa especie de desaire. Por eso Felipe sacó un soso 0-0 en La Laguna. Sospecho que su cierre daba para más, igualito que México contra el angoleño equipo de tercera división que le sacó un empate.