miércoles, julio 12, 2006
Goles por la imposición
Ahora resulta que habrá un partido de futbol y todos lo obligan a decir que sí, que respetará el resultado pase lo que pase. En sí misma, la insistencia parece sospechosa, como alimentada no por el ideal caballeresco de las justas, sino por un sórdido propósito ulterior. Y sí, así es: el partido de futbol se celebra y hay incontables codazos, zancadillas, patadas, insultos, escupitajos del equipo cercano al presidente de la Liga. El árbitro, mientras eso ocurre, lejos de amonestar pasa de largo los atropellos y se apresura a pitar el final del cotejo, a declarar ganador sin más averiguatas. Luego del choque, el injustamente derrotado se queja, despotrica, convoca a su afición para impugnar el resultado. Mientras, los que antes del juego le solicitaron un compromiso al “perdedor” (la aceptación del resultado) en vez de ver las evidencias, el ridículo conteo de goles, lo regañan por no cumplir con su palabra. Como en el futbol italiano, en nuestras elecciones la mafia es la que manda.