Hace unos días me entrevistó Dafne Cepeda, reportera de la sección cultural de La Opinión Milenio. El tema fue la encuesta de Nexos sobre las mejores novelas mexicanas en los treinta años recientes. Esto contesté:
En primer lugar, ¿qué significó para ti como escritor estar dentro de una encuesta como la de Nexos?
Creo que ese ejercicio resultó, si no concluyente, sí interesante. Ni con votos ni con ningún otro método se puede saber que obra artística es mejor, pero hay en el sistema elegido por los organizadores (la revista Nexos) un deseo de que brotaran de manera imparcial los títulos de las novelas mexicanas que a juicio de varios electores son las mejores en los recientes 30 años. Ganó, como sabemos, Noticias del imperio, de Fernando del Paso, con 23 sufragios; el segundo lugar le correspondió, con 8 votos solamente, a Las batallas en el desierto, de José Emilio Pacheco. Es importante resaltar que del primero al segundo lugares hay un boquete de 15 votos, mientras que del segundo a los de más atrás hay un apiñamiento de títulos que casi avanza en pelotón. Yo obtuve un voto, ignoro quién lo emitió, y eso me permitió figurar en la lista junto a muchos notables escritores y otros no tanto. Por supuesto veo que hay injusticias, que novelistas como Vicente Leñero y Enrique Serna merecen mejores sitios. Un caso representativo de la inevitable subjetividad con la que se puede medir el talento es el de Manuel Echeverría, quien apareció con un solo voto (como yo) y el tipo tiene al menos tres novelas que me atrevo a calificar, tranquilamente, de perfectas.
La novela que tomaron para dicha encuesta es una publicación del 2003 si mi memoria no me traiciona; ¿es quiere decir que se ha mantenido en la memoria de algunos lectores?
Juegos de amor y malquerencia recibió el premio nacional de novela Jorge Ibargüngoitia en 2001. Editorial Planeta la publicó en 2003, cierto, y creo que quienes la han leído han quedado satisfechos con ese experimento, por cierto, bastante ibargüengoitiano. No puedo hablar bien de mi trabajo, obviamente, pero tampoco voy a excederme en materia de modestia y decir que vale poco. Los lectores son, al final, quienes tienen la palabra definitiva, y hasta donde he podido ver se trata de un libro que los satisface porque hay allí un planteamiento lúdico, riesgoso, con el lenguaje, una visión original, creativa, de la escritura. Sin ser una obra maestra o un libro que va a estremecer al mundo, tiene los atributos mínimos suficientes para ser considerada una novela con apuesta, creo.
¿Sabes a quiénes les llegó tu propuesta literaria?
La novela caminó bien en el momento de su lanzamiento; recibí, como ya dije, varias opiniones positivas de colegas novelistas, quienes la leyeron y encontraron en ella algún valor. Ignoro quién votó por mi libro, eso no lo saben ni los organizadores, pero algo pudo notarle para considerarla una de las mejores novelas mexicanas de los recientes (que no de los últimos) treinta años.
¿Hay algún tipo de reconocimiento con esta encuesta?
El único reconocimiento es la difusión que alcanzaron los resultados de la encuesta.
¿Sabes cuántos ejemplares de este material se han vendido y sí aún hay a la venta?
Ignoro completamente esos datos; creo que se vendió bien para los parámetros de un autor provinciano y sí, sigue a la venta en la web de Planeta México y en librerías del DF, como Gandhi.