Como casi todos en México, había leído notas sobre y visto fotos de Jorge Hank Rhon, el poderoso hijo del profesor Carlos Hank González, pero nunca había tenido la suerte de ver al célebre heredero en una entrevista televisiva. Ayer en la mañana, sin embargo, pesqué la repetición del diálogo entablado por la periodista Denise Maerker con Hank Rhon, conversación que se dio gracias a la tecnología, pues Hank estaba en Tijuana y Maerker en el DF.
No tengo la grabación de Punto de partida, nombre del programa, pero sí retengo con fidelidad el tono de la entrevista y otros detalles. Hank, vestido con camisa roja y chaleco también escarlata de textura cocodriluna, respondió tranquilamente todas las preguntas. Seguro, dijo que estaba confiado en retener su candidatura al gobierno de BC, y más confiado estaba de ganar. Expresó que le gusta vivir bien, conducir fabulosos coches, comer con lujo, vestir elegantemente, pues para eso tiene mucho dinero habido honradamente. Maerker le preguntó si no era un desafío cercano a la altanería tener como jefe de escoltas al hijo de quien supuestamente asesinó al periodista Héctor “El Gato” Félix, y Hank respondió que aquél es un muchacho que destacó en los cursos de la policía tijuanense, y que sólo por eso lo eligió como encargado principal de su seguridad. Sobre su excéntrico zoológico, el hijo del profesor reconoció que es un gusto caro, pero no tanto como los de otros mexicanos multimillonarios; citó como caso a su “amigo” Emilio (Azcárraga Jean), y dijo que el yate del dueño de Televisa es mucho más oneroso que los animales exóticos.
La única vez que denotó algo de molestia fue cuando la periodista habló sobre su “leyenda negra”; ¿a qué atribuye que se hable mal de usted en la prensa? Hank, astuto, respondió que eso lo deben contestar los periodistas, “no yo”, pues por ejemplo en “esta entrevista se está” hablando de todo, menos de "mi" candidatura al gobierno de BC.
Vago, sereno, con respuestas sinuosas, Hank Rhon es, por lo que oí, un político de los que ya casi no hay. A diferencia de muchos otros que se dan baños de pureza y aparecen siempre como futuros próceres, Hank no deja de secretar cinismo, cierta fanfarronería naca, de millonario con modales desfachatados. Eso, en un ambiente social que venera a los poderosos echones, que se ríe del juarismo y admira la ostentosidad, sin duda tiene impacto en el electorado. Hank Rhon lo sabe, y por eso no tiene empacho en exhibir su aprecio por los coches obscenos, como el Maybach 57 S de 455 mil dólares que estrenó en 2006. Igual a varios de sus animales, el candidato del PRI al Ejecutivo de BC es una especie en extinción.