Cunde en el planeta una fe bruta a la tecnología. En el caso de la que nos sirve para comunicar y entretener, no deja de ser paradójico que a más desarrollo electrónico, más banales se tornan las preferencias públicas por los infinitos contenidos que circulan gracias a la televisión, la radio, el cine, la telefonía y el, o la, Internet. Asomarnos a las computadoras personales es casi suficiente para advertir ese fenómeno: cuántas pantallas planas, cuántos discos duros de gran capacidad, cuántas laptops y cuántos gadgets supermodernos para dedicarlos al ubicuo mundo parasitario del chat, por citar sólo uno de los hábitos comunes en el mundo de hoy.
En una palabra, el desarrollo de esa tecnología no es, en sí, sinónimo de calidad, pues para que realmente lo sea es necesario vitaminar también los contenidos. Lo otro es ruido, chabacanería, vacío infinitamente bien comunicado. Esto lo traigo a cuento por el comunicado de Televisa (esmas.com) sobre el fallo de la SCJN en torno a la Ley de Radio y Televisión y a la Ley Federal de Telecomunicaciones. Plantea tres incisos:
1. Televisa siguió atenta y respetuosamente el proceso de revisión constitucional de la ley Federal de Radio y Televisión y de la Ley de Telecomunicaciones, llevado a cabo por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y ha analizado el alcance de sus resoluciones. Algunas de éstas son motivo de preocupación toda vez que pueden desacelerar o, incluso, inhibir, el desarrollo tecnológico de las industrias de la radiodifusión y telecomunicaciones, colocando a estos sectores de México en desventaja frente a los otros países.
2. Televisa reafirma su respeto a la Suprema Corte de Justicia de la Nación y sus resoluciones, al tiempo que reconoce la transparencia con que se condujo todo el proceso de revisión constitucional.
3. Como lo ha hecho siempre, Televisa seguirá realizando sus actividades en el marco de la legislación vigente, ahora revisada por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y renueva su compromiso de procurar los más altos estándares de calidad y profesionalismo, acordes con la historia de la empresa y con las exigencias del pública (sic) en México y de habla hispana en todo el mundo.
Más allá de la palabrería hueca, ¿qué entiende Televisa por “altos estándares de calidad y profesionalismo”. Por supuesto, capacidad tecnológica para transmitir audio y video de alta fidelidad, perfectamente editado y accesible en muchísimos lugares. ¿Y? No es necesario comentar nada sobre sus contenidos; todos los conocemos y nadie podría asegurar que ostentan “los más altos estándares de calidad y profesionalismo”. Y eso no es pecata minuta.