Varios fanáticos de los malls laguneros me han pedido que escriba algo sobre el tema de los estacionamientos en tales megacentros comerciales. ¿Qué puedo decir sobre eso? Muchos hay que son asiduos concurrentes de dichos espacios, y ellos son los que a fin de cuentas tienen una visión más acabada del servicio que prestan los malls como sitios ideales no sólo para el comercio, sino para la socialización, para la convivencia. Pero bueno. Opino.
Inaugurados aquí en el amanecer del siglo, los malls son ya un punto obligado de reunión. Aceptémoslo o no, de cierta franja social (¿media baja?) para arriba, todos se dan/nos damos nuestras vueltas por allí. Si antes nos diseminábamos en bares, cafés, mercados, tiendas de autoservicio y restaurantes, ahora solemos converger con gran frecuencia en los malls; ese simple paseo abre la oportunidad múltiple de disfrutar el consumo, el voyeurismo, la sensación de estatus, el ligue, la seguridad, la consagración de nuestra primavera como ciudadanos del occidente neoliberal.
Pero no tan en el fondo la mayoría de los visitantes al mall están, o estamos, en permanentes apuros económicos, vivimos del crédito, del ingreso hormiga, de ahí que aprovechemos cualquier ahorro o promoción como si se tratara de una espumosa oportunidad. ¿Cuántos no van al mall sólo por una nieve, al cine de los miércoles o simplemente a ver y a que los vean? Muchos, sin duda, y no es ilegítimo que así sea en un mundo que no cesa de bombardearnos con las delicias del gregarismo, de la buena vida y del placer de comprar (aunque no haya suficiente plata en los bolsillos). Así la realidad, pasear por el mall es arrancarle a las carencias un automático mendrugo de estatus, el orgullo de que si bien no vivimos en la opulencia, al menos tenemos la posibilidad de codearnos en un recinto seguro, fresco, iluminado y pletórico de atracciones para los sentidos.
Esa es la razón por la que muchos no ven recomendable la instalación de “plumas” de acceso y salida al estacionamiento de uno de los malls, el de capital lagunero. Hay dos posibles argumentos a favor de la instalación: a) el otro mall cobra el estacionamiento y b) la gente que va allí tiene para pagar eso y más. Trato de rebatirlos amablemente: a) si se trata de copiar, hay que hacerlo con lo que beneficia, no con lo que grava; b) como ya dije, la gente no tiene tanto dinero como el que quiere aparentar, y saluda feliz cualquier ahorro.
No sé si todavía haya tiempo de suprimir ese cobro en el mall de la Cuauhtémoc. Además de los problemas viales de acceso y salida que se evitarían, los laguneros asiduos, de seguro, agradecerían infinitamente el gesto.