No les vendría mal un poco más de eco a los afectados por las (s)obras viales emprendidas durante la actual administración municipal. Por culpa de ellas, por su lentitud y su caos, debe responder el alcalde José Ángel Pérez Hernández, no su vocero estrella, Rodolfo Walss Aureoles, ni su director de obras públicas ni mucho menos su directora de comunicación social por medio de aparatosas campañas detergentes. Desde el punto de vista técnico podrá explicarse que la situación está bajo control y que las demoras y la desorganización responden a las contingencias naturales que generan acciones públicas de importancia. Basta darse una vuelta por la ciudad, y basta sobre todo conversar un poco con la gente de la Madero, por ejemplo, para certificar que ha sido un crimen de lesa tranquilidad el irritante merequetengue que les ha impuesto la despiadada presencia de excavadoras.
Está bien, sin duda, que haya obra pública, y casi todos los gobiernos municipales saben que gran parte de su prestigio va en juego con la buena o la mala administración de las vialidades. José Ángel Pérez, por ello, ha metido demasiadas fichas a esa apuesta, y la va perdiendo, pues no hay ciudadano que honradamente juzgue acertado el trabajo del alcalde en ese rubro. Insisto: hay que darle voz a los vecinos de las calles “remozadas” para testimoniar el parecer incontrovertible de quienes, sin deberla, pagan por semanas enteras los platos rotos de la pésima organización. Si es riesgoso bombardear calles, si se pierde mucho prestigio en caso de que las obras avancen con demora o queden mal, no entiendo por qué Pérez Hernández desatiende el problema y no lo pone en el casillero de los prioritarios.
Digo que no entiendo, pero debería decir que sí, y tras ello traer a cuento el asunto de su promoción en busca de la gubernatura. Tiene derecho a soñar con ella, a lo que no tiene derecho es a mezclar los graves asuntos de la administración municipal con los frecuentes viajes (y supongo que también las recurrentes juntas) que buscan “posicionarlo” (palabrita cara a los publicistas de pacotilla) ante el electorado de Coahuila.
La demanda que le hago al señor alcalde es elemental: su mejor plataforma, si quiere ser gobernador, es el servicio de cuerpo y alma enteros a los torreonenses. Nosotros lo elegimos (bueno, yo no, pero así se dice) y por nosotros debe ser el primero en la fila de la administración municipal. Encargar a otros el changarro, dejar que la cosa se haga bolas por acá mientras él farolea por la entidad, es de su parte casi una exigencia para que no lo votemos, sino lo botemos, en caso de que consiga la candidatura.