lunes, noviembre 13, 2006

Tony

Conozco a Antonio González Balquier, Tony para sus muchos amigos, desde 1988. Fue en aquel tiempo mi alumno en una clase de literatura, acaso en las primeras materias que impartí dentro de las aulas ya veinticincoañeras de la UIA Laguna. El Tony que recuerdo es el mismo de siempre: extraordinario lector, agudo crítico, apasionado del teatro y de la locución, cinéfilo y melómano, hombre entregado plenamente a las tareas del arte. Como pocos en La Laguna, es desde entonces uno de esos espíritus inquietos que gustan verlo todo, platicar de todo, saber de todo cuando se habla de cine, teatro, música y literatura. Dado su interés, mis charlas con él, aunque esporádicas y breves, siempre salen llenas de referencias nuevas sobre la obra del Nobel más reciente o sobre el último film de algún gran director. Tony tiene ese raro don de estar siempre a la moda en materia de referencias culturales.
Pasaron los años, los lustros más bien, y supe de Tony en muchas ocasiones. No lo he visto recién, pero sé que de manera incesante su vocación como promotor cultural ha estado unida a numerosos proyectos en los que, muchas veces de manera desinteresada, brindó su talento como pocos en nuestra comarca. No creo exagerar si afirmo que Tony es uno de esos hombres a los jamás les importó el dinero, o les ha importado mucho menos que el hecho de dar, de ofrecer amablemente lo que saben, de convidar el conocimiento por el simple placer de convivir en torno al arte.
La generosidad de Tony se ha desplegado, como sabemos, contra la adversidad que le ha impuesto un problema de salud. Por una razón que sólo conocen quienes cotidianamente encaran de frente a la enfermedad, Tony nunca chantajeó a nadie, nunca buscó el apiadamiento de la gente; al contrario, con una fortaleza anímica admirable, día tras día ha peleado para seguir su entrañable convivencia con las tareas artísticas que para él han sido, más que un lujoso distractor, una poderosa razón para vivir.
Hoy Tony pasa por un momento muy delicado, tal vez el más difícil de su muy difícil vida. Según sé, su internamiento en el sanatorio, donde la calidad de la atención y la infraestructura tecnológica garantizan que siga vivo este culto y bondadoso lagunero, ha generado ya una cuenta impagable por cualquier, o casi por cualquier, trabajador de la cultura local. Unos más, otros menos, como empleados o subempleados sin buen pago todos necesitaremos alguna vez de algún apoyo al menos moral. Esa es la razón por la que, desde esta modesta torre de palabras, levanto el grito de solidaridad con Tony.
Lo que busco es simple: que la comunidad cultural lagunera ponga en marcha su imaginación para organizar actividades que le den a Tony la certeza de nuestra amistad, sí, pero también el auxilio económico necesario en este lamentable trance. Tony necesita salir del sanatorio y viajar a México para continuar la atención médica especializada que requiere y merece.
Dije que es buen momento para que la comunidad cultural que bien conoce a Tony se solidarice con él. Sospecho que no sólo esa abstracta comunidad debe escuchar y atender el problema. Yo iría un poco más lejos: dado que Tony le ha dado todo su esfuerzo y todo su conocimiento a La Laguna, particularmente a Torreón, ¿por qué no pedir la solidaridad del ayuntamiento encabezado por José Ángel Pérez? ¿Por qué no decirle al sanatorio que Tony es un lagunero muy valioso y merece un cobro más benévolo? Ojalá puedan leer estos renglones. Es aquí donde el arte puede exigir un poco de lo mucho que ha dado.