Cada vez que puedo soy, como muchos en la comarca lagunera, espectador asiduo del programa Olla de grillos. Como muchos también, no estoy de acuerdo con todo lo que se afirma en ese espléndido programa local. Es lógico, pues de lo que se trata es de confrontar opiniones, de oponer puntos de vista, de que tanto los invitados como el público en sus casas ventilen ideas no necesariamente uniformes. Más ahora, luego de que la campaña electoral aupada por la ultraderecha reaccionaria dejó como saldo la radical y al parecer irremediable, al menos en el corto plazo, división del pueblo mexicano. Hoy sábado no sentí muy atractiva la mesa de Olla de grillos: el amigo Holguín con la certeza de que los nombramientos de Felipe Usurpador son "ajadrecísticos"; mi también amigo Gerardo Hernández con el choro para mí insostenible de que Felipe es un presidente legal y está obligado a obtener legitimidad con un buen gobierno (¿y por qué no la obtuvo mejor en las elecciones?) y el señor Gurza ahora pacífico y optimista, feliz porque la república neoliberal químicamente pura se consolida ante sus ojos.
Al final mi amiga Marcela Moreno leyó una llamada telefónica en la que un televidente felicitó a mi amigo Mario Gálvez "por decir sus verdades a todos los invitados". Creo que no fue pues la mañana de Gálvez, pues a diferencia de lo que opina en su inteligente columna de La Opinión, en Olla de grillos hoy no dijo nada y aceptó tranquilamente, sin parpadear siquiera, todas las apologías a Felipe Usurpador. Olvidó que el martes 21 de noviembre examinó en su columna, con aguda mirada, el peso histórico de la concentración en el Zócalo. Creo que en la tv pudo decir algo similar, pero quizá no quiso arriesgarse a construir un debate de tres contra uno.
Detalle para recordar: ¡Viva Porfirio Díaz por habernos dado patria, orden y progreso!