Una pregunta: ¿cuál ha sido el día más negro de México en su historia recientísima? Obvio: el 2 de julio de 2006. Ese día quedó claro que las fuerzas de la reacción frenarían cualquier posibilidad de perder el poder presidencial. Para lograrlo se valieron de artimañas que dejan convertido a Goebbels en un párvulo con traje de marinerito. No sólo encarrilaron una ley para favorecer a los medios de comunicación más influyentes del país (con lo cual les amarraron las manos), sino que adulteraron todo el proceso electoral, convocaron la fuerza del empresariado y negociaron con los capos más siniestros del paleolítico priísta que asombrosamente goza de cabal salud.
A quienes todavía dudan sobre la existencia de la santa alianza, recomiendo que se asomen a la realidad informativa del país con el detenimiento adecuado: debajo de todos los conflictos sociales que escalen y se vean reflejados por el periodismo (el de Oaxaca en primer término) estará la inmensa y tupida telaraña de intereses turbios que debió tejerse para imponer a Felipe Usurpador. No de otra manera nos podremos explicar la crispación y los impasses, el olor a pólvora y la persistente sensación de que no hay arreglos o, si los hay, son pasajeros y se sostienen con alfileres.
¿Un hilo de esa telaraña? Lo resumió ayer Martí Batres: “Ulises Ruiz es un gobernante asesino, es un gobernante repudiado por su pueblo, es un gobernante desterrado de su estado. Sin embargo, después de medio año de conflicto su caída no se formaliza, no se concreta. Su aferramiento sólo encuentra explicación en la debilidad política del sistema, y en especial, en una sucesión marcada por la ilegitimidad. Felipe Calderón, el presidente electo espurio, no tiene la fuerza de los votos ni la autoridad moral ni política para enfrentar a Ulises Ruiz. No tiene el apoyo del pueblo ni su confianza para someterlo al imperio de la legalidad y la democracia. Al contrario, Calderón necesita a esos grupos del PRI como salvavidas para nadar hacia el primero de diciembre. Por eso el PAN, en un acto sin precedentes, apoyó electoralmente al PRI en Chiapas; por eso operó electoralmente a favor del PRI en Tabasco; por eso sostiene al góber precioso en Puebla; por eso encubre y protege las relaciones de Emilio Gamboa Patrón con las redes de violadores de niños. Por eso Ulises Ruiz puede defraudar, puede robar, puede golpear, puede desaparecer gente, y puede matar sin que pase ab-so-lu-ta-men-te na-da”.
La reacción pensaba que no quedarían huellas del crimen. Pésimo cálculo: las huellas las tenemos en la jeta, tanto como la carta robada de Edgar Allan Poe.