Nada más ingenuo que pedir a la APPO la paternidad de los bombazos. Aceptar su hechura sería para esa organización el harakiri mediático que tanto desea el gobierno con el fin de habilitar, ahora sí, el estilo Tlatelolco de la represión. Es de dudarse que haya sido, pues, la APPO (o un grupo afín) la que colocó esas bombas estratégicas, ni fue el PRD, ni fue el EZLN y dudo mucho que hayan sido las organizaciones guerrilleras que supuestamente asumieron la responsabilidad de tan sonora información.
Si de lo que se trata es de demostrar el poder del movimiento popular, lo único que lograrían es lo contrario: pérdida de simpatía social y justificación de mano dura. Además, y esto es lo fundamental, ni el movimiento en Oaxaca ni la genuina inconformidad nacional del lopezobradorismo ni la poca guerrilla que hay en el México actual necesitan de bombazos para demostrar el avance de los justos reclamos.La APPO, por su parte, ha enseñado que su estructura organizativa y la confianza de la que goza entre los oaxaqueños rebasan las expectativas del errático gobierno federal. En pocas palabras, hasta el momento lleva ganada la partida, su fuerza no ha sido desmadejada tras el ingreso de la PFP y lejos de apanicar a los adictos de la causa antiulisista parece que los fortaleció. En ese contexto, ¿para que amenazar con imprudentes estallidos?
Igual pasa con el apoyo al lopezobradorismo, que ha sido y será, aunque incómodo, un movimiento radicalmente político, ajeno por completo a cualquier expresión armada. Si bien entró en una especie de letargo obligado por la refriega pre y poselectoral, está de vuelta, el 20 de noviembre tiene un día importante en su agenda y el 1 de diciembre enseñará de nuevo los dientes en la Cámara. Su fuerza, por más que haya perdido seguidores, sigue firme, y si tal es el abarrote, ¿para qué apelar entonces a la violencia?
En fin. Si sumamos el gran deterioro y la inmensa debilidad actuales del prematuramente juyido gobierno foxista, nada más injustificado que justificar la mano dura con inoportunos actos desesperados, como es el caso de las bombas. Así los hechos, ¿de dónde provendrán esos actos? ¿Se puede creer que exista un jugador de ajedrez que tire el tablero con todo y piezas cuando lleva ganada la partida? El gobierno, con su política matrera, no avanza y está viendo que el movimiento popular, un monstruo de múltiples cabezas, ha salido respondón.
Aguas pues con esos actos. Todo es cuestión de recordar que México es el país donde mejor se domina el arte de la siembra. Por lo menos hay que ser suspicaces ante bultos que dicen “Peligro bomba”.