Es muy peculiar la lógica del foxismo-felipismo. A medida que pasan los días van cayendo veintes que en su momento, abotagados por la información que fluye sin parar todos los días, fueron una nota más en medio de la batahola periodística. Hago memoria hoy sobre la petición que hizo Felipe Usurpador al IFE para que no fueran eliminados los paquetes electorales y de inmediato, digerido el asunto con más calma, ebullen las preguntas: ¿qué sentido tuvo esa solicitud? ¿Por qué recibió del IFE una respuesta negativa?
Luego de emitido el fallo del Trife en el que se declaraba presidente electo a Felipe Usurpador, nuestro flamante mandamás se aventó el "desinformado" puntacho de solicitar un “acuerdo” para que no sea quemada la documentación electoral. Entrecomillo "desinformado", obvio, para indicar que Calderón sabía perfectamente que, en términos legales, su solicitud contradice la ley, pero era necesario dejar claro ante la opinión pública que no-le-teme-al-juicio-de-la-historia. Obviamente, también, su achichincle Ugalde respondió a esa moción con legalismo conductista, de chucho pavloviano entrenado con las croquetas del poder: no, los paquetes deben ser eliminados porque-así-lo-establece-la-ley-electoral. Jugada perfecta, pues, una carambola a tres bandas.
Lo curioso del caso es que, a deshoras, ya cuando es lo que hoy es, Felipe Usurpador aparece como laxo en términos legales. Aquí nace la pregunta clave: ¿por qué Usurpador no hizo una declaración po-lí-ti-ca para ablandar tantitito la Sagrada Ley Electoral en el conteo voto por voto y así evitar toda sombra de suspicacia sobre su “triunfo”. Eso no. Su lasitud excepcionista se da a posteriori, cuando tiene ya bien agandallada la silla de palacio. La petición de Usurpador al IFE fue pues una pantomima, otra más en esta larga ristra de simulacros democráticos que nos espera con los ultros engridos a machamartillo en el poder.
Y a propósito de pantomimas: Carlos Fuentes, el guerrillero-dandy de Kafkazonapan, declaró que no hubo fraude simplemente porque muchas diputaciones y senadurías ahí están, en manos del PRD, y eso nadie lo reclama. Craso disparate de turista: los ultros podían ceder espacios relativamente menores, pero no la presidencia de la república. La prioridad, para ellos, era no emigrar de Los Pinos. Por eso la guerra sucia contra el Peje, una guerra sucia que nadie vio contra candidatos a diputados, senadores, asambleístas o jefe de gobierno del DF. Insisto: la prioridad para los ultros era no soltar La Grande. Y lo lograron, aunque a su albazo maquillado de elección se le noten demasiado las costuras.