Si no me engaño o si mis inferencias no son exageradas, la viabilidad de La Laguna ha sido muchas veces puesta en duda por ambientalistas como Francisco Valdés Perezgasga y Enrique Vázquez Ávila. Para ellos, el abatimiento y la consecuente arsenización de los mantos acuíferos son, a menos que hagamos algo con urgencia, los ejes de nuestra debacle futura como región. Un siglo, o menos, ha bastado para apuñalar casi de muerte al ecosistema en el que vivimos y, lejos de cuestionar tal cuchillada y otras no menos graves, celebramos el centenario con espíritu de kermesistas, como si hubiéramos triunfado, tan acríticamente que la cumpleañera parece ser Disneylandia y no Torreón.
Como agravante, los personeros oficialmente encargados de organizar el festejo son, era de esperarse, señalados miembros de la plutocracia irritila. Más allá de lo que puedan o no hacer para “dar lucimiento” a la efemérides, ese grupo da la impresión de estar pensando en productos celebratorios que sólo servirán para acabarse el presupuesto disponible, como ocurrió cuando Salomón Juan Marcos avaló la hechura de un par de videos que supuestamente contaba la historia de Torreón y que, seamos menos caritativos, realmente fue una forma nada sutil de hincar el colmillo en el erario, pues la tal historia sólo fue una pegazón de entrevistas más aburrida que las reuniones de cabildo.
Por eso no deja de ser oportuna la nueva propuesta surgida en paralelo a la oficial. Ignoro qué tanto puedan hacer, pero se les desea suerte. Por mi parte, mientras me adapto a nuevas persecuciones de la chuleta fuera de La Laguna, he estado al margen de la comisión oficial por lo que ya dije: no concuerdo con su espíritu elitista, desplazatorio y ajeno por completo a cualquier visión crítica de nuestro pasado y de nuestro porvenir (Fernando González dijo en un programa de radio que todas las opiniones son bienvenidas, menos las de Gerardo Moscoso). Otras razones, sólo prácticas, no me permiten hoy apoyar directamente al grupo recién conformado.
Eso no querrá decir que, por mi cuenta, no piense en alguna forma de la aportación; algo, lo que buenamente pueda emprender, trabajaré sin más presupuestos que el deseo y la imaginación. Tengo al menos tres proyectos, todos de escritura, que de alguna manera se inscriben en la festividad, aunque no sé si, para sacarlos adelante, me alcance el tiempo que no aherrojo al grillo de la manutención.
La intención, sin embargo, allí está, marginal, orgullosa y distante del pachangón covadongo soñado por Domene cuando creyó que repetía (me horrorizo nomás de recordarlo) en la DMC. Hay que esperar a ver qué diablos hacen.