Dos retenes del estado mayor presidencial que no dejaron de basculear ni al diputado (¿o senador, o alcalde, o gobernador?, ya no sé) Zermeño, más de 200 invitados, ceviche, lasagna al cuitlacoche, medallón de carne de res con tres salsas y entrega mesa por mesa del recuerdito bautismal a manos de la comadre Margarita Zavala de Calderón, todo eso y más se dio en una reunión social que de paso sirvió, no tan simbólicamente, para encarrilar al senador Anaya rumbo al gobierno del estado de Coahuila.
Si en el PRI hay todavía dudas, aunque el más viable puede ser Óscar Pimentel, en el PAN se perfila una parejera a 500 varas entre el diputado (¿o senador, o alcalde, o gobernador?, ya no sé) Zermeño y el senador Anaya. El ex alcalde de la Z vengadora lleva teóricamente la mano, dada su experiencia y peso en el PAN, pero Anaya quiere desde hace rato la gubernatura y me atrevo a destaparlo muy, muy prematuramente, para algo mayor: estoy seguro de que en sus noches más serenas sueña incluso con la presidencia de la república. Si Calderón pudo, por qué él no…