Cuando el tiempo que vivimos entre a los libros de historia no habrá duda de que, si México aun existe, “hoy, hoy, hoy” (monosílabo tripartita que ya pasó a la posteridad como la frase más brillante enunciada por Vicente Fox) será un día memorable se lea o no el informe. No sólo porque es el último del presidente del cambio gatopardista, sino porque nuestra revolcada patria llega a este momento entre vejámenes de todos los pelajes, incluidos los electorales.
Enumero: violencia y economía narca, pobreza extrema y consecuente migración, subdesarrollo científico y tecnológico, maiceo a los medios, podredumbre política, amafiamiento empresarial, rezago educativo, carencia y deterioro de servicios de salud, acendrada corrupción, arrasamiento ambiental y, como cereza del pastel, cinismo electoral. Esto dicho en greña, de manera general, pues si se particulariza encontraremos, por ejemplo, rancherías sin jóvenes y mil y una tragedias de muerte o desarraigo en los EUA.
Este es mi país, esta es mi gente, como dice una canción optimista, o mejor: este es mi país y esta es la gente que quedan luego de 76 años de priísmo. Sí, de priísmo: setenta de priísmo tricolor y seis de blanquiazul. Un desastre, pues, una tragicomedia donde reímos todos los días de los que ríen más fuerte por nuestra inactividad y nuestra abulia; ríen como hoy, hoy, hoy lo hará Fox para simular un gesto republicano que sólo es la payasada simbólica del poder agavillado en San Lázaro, el pedo luciferino de una institucionalidad ajena por completo a un estado de derecho real y no al cosido a la medida de la camorra mexicana.
¿Qué leerá oink, oink, oink el mandatario con su pobre estilo oratorio de vaquero metido a presidente? ¿Con qué cara saldrá a dar la cara? ¿Qué reacción tendrán los diputados corporativizados del PRI, del PAN, del Verde, de Panal y de Nueva Alianza? ¿Qué harán los de la coalición para librar la barrera de las cámaras que sólo harán tomas cerradas y de los micrófonos unidireccionales (como bien lo ha observado Raymundo Tuda)? ¿Cómo se portará nuestro exalcalde Zermeño al responder, si lo hay, ese discurso tan bofo como bufo?
Son preguntas para atragantarse de miseria política; el caso es que, respondidas o no, el presidente que protestó cumplir con su responsabilidad tendrá una oportunidad más, por suerte la última, para atascar el recinto de San Lázaro con cuentas que sólo corresponden con la realidad en lo estrictamente verbal.
Triste ocaso para un presidente que llegó a palacio con un capital moral y político cuantioso en este México acuchillado por décadas de oprobio. Tuvo todo para ser un patriota; devino traidor, y de los peores.