En su más famosa definición escatológica y nada aristotélica, la política, dicen los conocedores, es el arte de comer mierda sin hacer gestos. Maestros en el oficio, los Ejecutivos del país y del estado de Puebla parecen trabar ameno coloquio en Hueytlalpan, comunidad de la entidad camotera, sitio donde los dos personajes de la foto tragan precisamente camote y dejan para la historia un testimonio icónico de amistad que rebasa los límites de lo inefable. Poco importan, fuera ya de las coyunturas electorales, las palabras empeñadas, los hechos realizados, el gallardo abordaje del tema Cacho-Marín que el presidente castrense hizo a mediados de febrero pasado, en aquellos convenencieros tiempos en los que resultaba fundamental hacer como que el góber precioso era un enemigo.
Todavía no se cumple un año del escándalo y ya está el nuevo inquilino de Palacio Federal echándose para atrás y sancionando, con su magna presencia, la autoridad cerril del mandatario poblano. Una nota informativa del 17 de febrero de 2006, firmada por el reportero Sergio Jiménez y publicada en El Universal, da fe de la mascarada con la que el michoacano, en aquel momento aspirante del PAN a la presidencia, buscaba aprovechar el repudio general en contra del dispensador de coñacs a reyes de la mezclilla (“Presenta Calderón demanda de juicio político a Mario Marín”): “El candidato presidencial del Partido Acción Nacional (PAN), Felipe Calderón Hinojosa, presentó junto con los diputados locales de su partido en la entidad una demanda de juicio político contra el gobernador Mario Marín por actos de corrupción.
Calderón acudió junto con candidatos a diferentes puestos de elección popular a las instalaciones del congreso local, donde entregaron el escrito a la diputada María de los Ángeles Gómez Cortés, quien funge como secretaria de una mesa directiva del Congreso local.
La diputada dijo que, al estar en turno, le toca a ella recibir la denuncia, independientemente de que también es diputada del PAN y también firma esta solicitud de juicio político.
La legisladora informó que después de que llegue a la secretaría la solicitud, ésta se turnará a la comisión de gobernación ‘para su estudio y para que no quede en la congeladora’”.
Una solicitud de juicio político en febrero del 2006, pues, y un fraternal encuentro, con collares indígenas al pescuezo, en 2007. Y tutti contenti, que siga el fiestón de las mentiras y las dobles caras, de las promesas ambiguas y de los oportunismos a la carta. Aunque el presidente espurio, según la limpia crónica de Elba Mónica Bravo publicada ayer en estas páginas, deja ver que el panista hizo todo lo posible por mantenerse lejos del precioso con jabs cortos y veloz cabeceo, con ceño frío y mirada esquiva, eso no hace más que constatar lo que bien sabe: cuando detonó el asunto de la vejación a Lydia Cacho, tanto a Calderón como a los diputados panistas de Puebla no les quedó más posibilidad electorera que reprobar los tratos de Marín con el boquiflojo Nacif, pero eso no podía durar mucho, pues (como ocurrió también en el caso de Ulises Ruiz) el candidato blanquiazul necesitaba al PRI perdedor para todo lo que vino después: desde la inmediata declaración de triunfo hasta la toma de posesión con labaritos patrios y demás payasada.
Ahora, en pago a tan redituables servicios del tricolor a la causa de la imposición, el Ejecutivo inaugura programas en Puebla junto al orondo Marín. Ambos tuvieron que comer sin hacer gestos.