Insistamos en las falacias de la campaña ruin con la que apuntalaron el agandalle de la presidencia de la república. Además del terrorismo mediático (que comenté otra vez ayer) contra el supuesto populismo tenebroso que ahora practican con un cinismo digno de Diógenes, los persignados en el nombre de dios y del dinero articularon dos mensajes que no se olvidan por más que otras escorias cundan por la patria: el Felipe candidato propaló la divertida especie de que tenía las manos limpias y de que era, o iba a ser, el presidente del empleo. Sobre el primer mensaje, no pasaba de ser una metáfora cuya hipocresía se ubicó muy cerca del golpe de pecho fariseo al que son adictos los próceres del Fobaproa. En cuanto al segundo estribillo, se llegó a decir que fue el bazucazo propagandístico que hizo la diferencia, pues mientras otro candidato garantizaba falta de oportunidades y miseria casi haitiana, además de violencia y dictadura macuarra, el michoacano aseguraba un reino de chances para que a todo mexicano ya no lo jodiese nunca más el fantasma del desempleo. Dos meses después de haber entrado a blanquillo en Los Pinos, en el breve reinado del presidente del empleo se les ha puesto en su máuser a 256 mil empleos. Las cifras asustan más que Transilvania de noche; según datos del IMSS difundidos ayer, los primeros 45 días del calderonato han servido para que “entre el primero de diciembre de 2006 y el 15 de enero de 2007, unas 5 mil 567 personas, que se encontraban empleadas en el sector formal de la economía mexicana, quedaron sin ocupación hasta reducir en 1.8 por ciento el número de trabajadores inscritos en el Seguro Social hasta antes de que se diera el cambio de gobierno”.
Seamos, sin embargo, sensatos: el nuevo mandatario tiene poco tiempo en la usurpación del cargo y no se le pueden cargar todas las pulgas de este prematuro fracaso, pues hay inercias que atraviesan sexenios. Pese a eso, no deja de ser irónico que un eje de la campaña panista haya sido el del empleo y los primeros resultados en el rubro le sean tan adversos, tanto que en un lapso cortísimo el número de trabajadores registrados en el Seguro Social disminuyó de 14 millones 145 mil 371, a 13 millones 889 mil 292. Sólo en la primera quincena de enero, agregan los datos del IMSS destinados al INEGI, “fueron despedidas 76 mil 266 personas que tenían empleo formal. De ellas, 70 mil 765, es decir, casi 93 por ciento del total, eran trabajadores contratados como permanentes; mientras 5 mil 501 eran eventuales”.
Yo ya puse mis barbas a remojar. Por si las moscas, también, ya compré mi canastita para vender semillas, chicles y garapiñados.