Quizá debe alcanzarnos el destino para que enmendemos la trayectoria de la incivilizada civilización. Por ahora, los expertos alertan, llaman la atención, encienden focos rojos sobre el calentamiento global que sofoca a la tierra, y aunque la información “baja” (todos oímos hablar sobre eso), parece sólo culterano alarmismo de científicos, aracle mundial de unos pocos sujetos obsesionados por el apocalipsis now.
Al calentamiento global, mientras tanto, contribuimos todos y en todas partes. El simple consumo inmoderado de energía en nuestros hogares es un aporte pequeño —el famoso corpúsculo de arena—, pero aporte al fin, en pro del desastre. Hay, empero, actitudes que rebasan las fronteras de lo humano y se instalan, más bien, en la insania criminal. Y no es necesario mirar hacia el Amazonas o a nuestras selvas chiapanecas. No. Con echar un vistazo a nuestro entorno podemos admirar las maravillas del ecocidio. En eso me hace pensar, no sin dolor, la carta que el lunes 5 me envió Paco Valdés. Las fotos que adjunta (las instalaré en mi blog) son el vivo testimonio de la muerte por salvajismo extremo. Veamos junto a Paco: “El día de hoy acudí al Río Nazas para ver el estado que guarda el canal de riego de Sapioriz y tratar de evaluar el daño que causará el proyecto de encementar dicho canal, un proyecto promovido por los usuarios de ese canal y por la Comisión Nacional del Agua.
El martes pasado, 30 de enero, otros miembros de Prodefensa del Nazas, investigadores universitarios, representantes de los usuarios del canal, el constructor que pretende ejecutar la obra y un funcionario de CNA hicieron un recorrido similar para empezar a dialogar y evitar una decisión intempestiva que dañe a uno de los ecosistemas más biodiversos que existen en el Norte de México.
Entre el 30 de enero y hoy, 5 de febrero, manos desconocidas prendieron fuego a docenas de ahuehuetes —algunos de ellos pluricentenarios— causando un daño enorme, causando la caída de uno y debilitando en grado extremo a varios más. Estos ahuehuetes se encuentran a la orilla del Nazas, su avanzada edad es evidencia de que no habían sufrido una agresión igual en cientos de años.
Por ello denunciamos enérgicamente este hecho y demandamos una investigación a fondo para encontrar a los criminales que causaron este enorme daño al patrimonio común de los laguneros. Llamamos la atención de ustedes y del público en general para evitar que se perpetren más atentados como el que hoy se denuncia (…) Para mayores informes, favor de comunicarse con Gladys Aguirre, Subdirectora del Parque Estatal Cañón de Fernández en el 7233818”.