No ha pasado ni un par de meses luego del cambio de estafeta y ya el presidente de facto está sintiendo en la espalda, como si fueran toros de pamplonada, a los archiultraderechistas que nunca lo desearon como candidato. Si en un momento lo apoyaron, es decir, si a regañadientes le pusieron de modo la catapulta electoral para que “ganara” las elecciones por una nariz, fue sólo porque el “populista” de tabasco era peor opción para ellos. Ahora, amachinada ya la presidencia, los grupos que se mueven en lo oscurito reacomodan piezas en el tablero para maniatar al michoacano antes de que se asiente en el poder.
Aunque Manuel Espino lo haya negado una y otra vez, una lectura elemental de sus haceres en las semanas recientes permite advertir que el ala radical de la Falange mexicana ha comenzado a operar con toda fuerza para que Calderón no se pase de lanza; dar a Derbez y a Abascal carteras importantes en el partido, acelerar la grotesca reaparición de Fox en plan de conferencista internacional, hacer declaraciones contra Rodríguez Zapatero en la víspera del viaje calderonista a España, todo eso indica que los duros de Ramón Muñoz Gutiérrez preparan el torpedo que, tarde o temprano, dé en la línea de flotación de la trajinera tripulada por el actual gobierno.
A nadie le ha convenido más, por ello, la debilidad con la que Calderón llegó a su cuestionada presidencia. Espino y quienes lo mueven saben que en los primeros meses del mandato felipista deben reacomodarse en sus trincheras para buscar, primero, no perder las elecciones federales intermedias y, dentro de seis años, otra vez la grande sin la intromisión el hijo desabridiente.
En tal contexto, esta muy lejos de ser una ocurrencia la declaración de Espino contra la política antiterrorista del mandatario español. Quienes acosan a Calderón sabían las consecuencias, la piedra en el zapato que le echarían al michoacano, quien quedó atrapado entre la aceptación de las palabras de Espino y su diplomático rechazo: “En materia de terrorismo quiero subrayar que mi gobierno reconoce y respalda al gobierno del presidente Rodríguez Zapatero en su lucha contra este flagelo y las acciones que su gobierno ha emprendido para combatirlo”, dijo, y añadió que “De manera tal que, sin entrar en particularidades, lamento el señalamiento en un diferente sentido (el de Espino). Respeto, desde luego, las opiniones de todos, pero clara y contundentemente reconozco y respaldo la lucha y la responsabilidad del gobierno español en este caso”.
En fin. Estamos viendo lo que se esperaba: una presidencia con tan poca legitimidad que hasta sus cercanos la acotan y le levantan la mano.