viernes, febrero 23, 2007

En opinión de Carlos

Generosísimo el comentario que hoy hace mi cuate Carlos en La Opinión Milenio. Mordiendo el rebozo, se lo agradezco totalmente.
Anuncio por cierto que pronto aparecerán algunos de mis cuentos futbolrupestres en Replicante, la espléndida revista de mi también compa Róger Villarreal.

Futbol rupestre

Carlos Castañón Cuadros

Desde hace tiempo que perdí la fe en el futbol y a la inversa de la frase de Juan Villoro, para mi dios no es redondo. Por eso, la notable y brillantemente mala temporada de Santos Laguna (esa fácil y pegajosa identidad), lejos de indignarme, me resulta un tanto indiferente. Quizá, lo más atractivo sea, la suerte de liderazgo negativo, que lo ha convertido en una claro candidato al campeonato (al revés). Ante el predecible epitafio, quizá sea conveniente mudar a otros deportes, o por qué no, a revalorar el futbol llanero, callejero o rupestre. Indiscutiblemente esos partidos derrochan más entrega y coraje, más espectáculo y emoción, que el cúmulo de millones estériles que ahora llaman “futbol mexicano”.
Jaime Muñoz Vargas, a quien no dudo en calificar como el mejor escritor de La Laguna, ha escrito un pequeño y delicioso libro sobre el futbol rupestre. El mismo, que día a día hace de las calles, rápidas canchas. Polvo somos, diez cuentos de futbol rupestre, es una buena medicina al bostezo que provocan los juegos de la liga mexicana. Tiene razón Jaime, cuando escribe: “sin dólares, sin prensa, sin fanáticos, sin nada, hordas de futbolistas pueblan el mundo y allí exponen sólo el modesto placer de ganar y la anónima modestia de perder, no más. Allí también, pese a las carencias, surgen mitologías, minúsculos héroes, fracasos casi devastadores y triunfos que sólo son celebrados en el entorno de una cuadra.Ese futbol omnipresente y sin gloria siempre me ha seducido, y lo ha hecho acaso porque soy uno más entre la muchedumbre que sólo tuvo el talento para jugar con garra la cascarita asfáltica o el choque dominical en los accidentados llanos de la localidad.”
Con este librito, Jaime anotó un golazo por dos razones: la primera, es la pertinencia sabrosa de sus cuentos, sobre todo, en tiempos que el futbol es poco menos que un televisor y algo más que un letargo. La segunda, porque el libro es un ejemplo de sobriedad y elegancia. Es decir, Jaime demuestra que además de ser un excelente escritor, es también un notable editor. Su excelencia radica en su capacidad de hacer con pocos recursos, buen gusto y creatividad, una plaqueta digna de cualquier editorial de prestigio. Su futbol rupestre, por demás recomendable, no le pide nada al fut de las canchas profesionales. ¡Enhorabuena Jaime!
Investigador del Archivo Municipal / ccastanoc@hotmail.com