Abundan los libros con recetas para la redención social. Muchos de ellos describen la catástrofe del mundo y plantean remedios que van desde el asistencialismo más inmediatista a las revoluciones que, por radicales, rayan en la utopía guajira. La pregunta que todos quieren responder es simple: ¿qué hacer para que el bienestar del hombre sea (más) equitativo? En general, no creo en las respuestas con tufo a dádiva, pues equivalen a querer curar un cáncer con té de manzanilla.
Hace algunas horas encontré el ensayo “Los tres criterios de un mundo para todos”, de Sharif Abdullah, texto adaptado, a partir del libro homónimo, por Luis Gerardo González. Lo que más atrajo mi atención fueron las preguntas que formula, un buen test para medir nuestros grados de mezquindad:
“¿El mundo de hoy es apropiado para una madre soltera? ¿Dispone esa madre de lo suficiente? ¿Usted cambiaría su lugar por el de ella? ¿El sistema de asistencia social fue diseñado para beneficiarla?
¿El mundo de hoy es apropiado para todos los habitantes de la ciudad en la que usted reside? ¿Estaría dispuesto a intercambiar lugares con alguien que vive al otro extremo de la ciudad? ¿No correría ningún riesgo al hacerlo? ¿Los residentes de su ciudad disponen de suficiente seguridad? ¿Las instituciones fueron diseñadas para beneficiar por igual a todos los ciudadanos?
¿El mundo de hoy es apropiado para un adolescente que recientemente intentó suicidarse? ¿Cuenta éste con lo suficiente? (…) ¿Intercambiaría lugares con él? ¿Los servicios sociales y psiquiátricos de la comunidad fueron diseñados para beneficiar a todos los grupos de edades?
¿El mundo de hoy es apropiado para un árbol de un antiguo bosque a punto de ser talado para satisfacer el insaciable apetito de más cosas de parte de los seres humanos? (…) ¿Intercambiaría lugares con él y se ofrecería en sacrificio para satisfacer la codicia de alguien? ¿El sistema fue diseñado para beneficiar a este árbol, o cualquier otro?
¿El mundo de hoy es apropiado para el ciudadano iraquí promedio, oprimido en su territorio por la violencia y la ocupación extranjera? ¿Dispone este individuo de suficiente seguridad? ¿Alguna parte de su vida política fue diseñada para beneficiarlo? ¿Cambiaría su lugar por el de él?
¿El mundo de hoy es apropiado para nuestros hijos? ¿Disponen de suficiente futuro? ¿Intercambiaría lugares con ellos, en vista de los riesgos, peligros e incertidumbres que se avizoran en el siglo XXI? ¿El sistema por el cual nosotros hemos despilfarrado la herencia de recursos que legítimamente les corresponde y descargado en ellos nuestras deudas fue diseñado para beneficiarlos?”