Entre los muy variados intereses de David Lagmanovich, el microrrelato ocupa un sitio de especial relieve. Eso lo demuestra con la numerosa cantidad de artículos que ha escrito sobre el tema y, sobre todo, con la ejecución de notables piezas ya organizadas en volúmenes que, pese a su limitada distribución, han llegado a manos de lectores que han sabido apreciar favorablemente su talento como creador de narraciones brevísimas. A esa doble faceta de crítico y autor, el microrrelatista Lagmanovich suma la de conferencista y la de antólogo, todo lo cual permite decir que es él uno de los más autorizados especialistas sobre el microgénero en el ámbito que abarca nuestra lengua.
En su papel de crítico y compilador, el argentino preparó en 2005 una robusta selección de microrrelatos escritos originalmente en español. Esa abundante muestra, que tiene por rasgo saliente su equilibrado sentido geográfico y cronológico, es enmarcada por Lagmanovich con una introducción que traza los perfiles básicos del microrrelato, desde “Los orígenes de la minificción” y “La minificción en nuestra cultura”, hasta los “Elementos internos del microrrelato” y “Para una tipología del microrrelato”. En todos los casos asistimos a descripciones y análisis que, sin renunciar a la profundidad que requiere todo estudio introductorio digno de ese nombre, dan cuenta sobre el asunto al gran público, como cuando asienta que “Estamos, pues, en la era de la brevedad; y así como, en poesía, el haiku japonés llama cada vez más la atención en Occidente, también la minificción (o microcuento, o microrrelato, nombre este último que preferimos) cobra nueva vigencia. Narraciones brevísimas las hubo siempre, a lo largo de toda la historia de la Humanidad; pero ahora son, por así decirlo, sistemáticas y no ocasionales. Ya hemos indicado la habitualidad con que hacen su aparición. No son visitantes ocasionales, sino que han encontrado un lugar en nuestra cultura, y lo han ocupado para quedarse”.
Habida cuenta de ese florecimiento conciente y ya nada azaroso, es muy oportuna la organización antológica del material, más de una criatura narrativa que por sus dimensiones facilita la organización en libros colectivos, como también ocurre con la poesía. Este propósito se ve ampliamente expuesto en La otra mirada pues, como dije, además del estudio que abre el volumen las piezas son ordenadas de acuerdo a un criterio que ayuda a la comprensión histórica de la minificción. Así, el volumen avanza —y este acomodo es en sí mismo revelador— de los “Precursores e iniciadores” (Darío, Lugones, Reyes, Torri, De la Serna, López Velarde, Huidobro, Macedonio), pasa por “Los clásicos del microrrelato” (Arreola, Borges, Cortázar, Monterroso y Denevi), hace parada en “Hacia el microrrelato contemporáneo” (Matute, Aub, Piñera, Bioy, Valadés, Anderson Imbert) y aterriza en un amplio catálogo titulado “El microrrelato hoy”, donde figuran escritores en su mayoría vivos (Benedetti, Samperio, Jiménez Emán, Epple, Peri Rossi, Galeano, Valenzuela, Shua, Brasca, Guedea, entre otros).
Se trata entonces de un libro abarcador, de un esfuerzo compilatorio que además, y esto no es flaco detalle, agrega las referencias biográficas de los autores antologados y una lista importante de la bibliografía complementaria. La otra mirada es por todo un libro clave para conocer de un vistazo la minificción escrita en español. Si a eso sumamos su pulcra edición, estamos ante un libro acabado en todos los sentidos, ante un acierto pleno de Lagmanovich y de Menoscuarto Ediciones.