El escándalo provocado por las revelaciones de Günter Grass sobre su infancia accidentalmente nazi me recuerda que entre los escritores alemanas más influyentes de la historia, de ésos que se ubican sólo por debajo de Goethe, está uno que acaba de cumplir aniversario, el 50 de su muerte, ocurrida el 14 de agosto del 56: Bertolt Brecht. Dramaturgo y poeta, Brecht fue, sobre todo, un hombre político que puso su arte al servicio de la lucha del hombre oprimido por liberarse de la explotación.
Brecht es de esos escritores cuyo pensamiento atraviesa generaciones, culturas, modas y, hoy lo comprobé, clases sociales. Todos lo citan, como sucede en el epígrafe de Ricardo Piglia a su novela Plata quemada: “¿Pero qué es robar un banco comparado con fundarlo?”. Ahora, las palabras del hombre de izquierda radical que fue Brecht son usadas por una revista como Players of life, publicación de negocios y buena vida para la gente cuca de La Laguna y de Monterrey. En su ejemplar más reciente (no viene numerado), Players le dedica portada y entrevista a un empresario triunfador (la antítesis de lo que deseaba ser Brecht) y contiene un epígrafe glorioso, lo que quería el poeta alemán que fueran todos los hombres deseosos de luchar codo a codo con los pobres de la tierra para lograr la utopía de la justicia y de la equidad en este podrido mundo: “Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles”. Sí, es el mismo epígrafe hablado de “Sueño con serpientes”, canción de Silvio Rodríguez, acaso el más famoso cantante y compositor y promotor artístico e ideólogo musical de la revolución cubana.
La parte más importante del quehacer brechtiano está en su teatro, donde innovó, teorizó y puso en práctica las nociones abrevadas principalmente en la obra de Marx, a quien estudió de manera acuciosa. El dilema del arte como entretenimiento o el arte como dinamo de ideas él lo concilió sin didactismos fáciles, aunque si le hubieran dado a elegir una opción seguramente estaría con la posibilidad de crear conciencia por medio de la palabra artística, de ahí que sea posible afirmar que “la estética brechtiana intenta originar el espíritu crítico en pos de la acción revolucionaria”. Un ejemplo claro se encuentra en la Ópera de los tres peniques, donde incisivamente cuestiona el orden burgués “del cual se burla representándolo como una sociedad de delincuentes”.
Players. En fin. Si supiera el marxista Brecht por dónde transitan hoy sus ideas. Todavía no sé si ése podría ser su mejor homenaje.