Mi novela Parábola del moribundo ganó el primer premio nacional de novela corta Rafael Ramírez Heredia convocado por el IPN, la revista La Otra (ex Alforja), el Instituto de Cultura del Estado de Durango y la Fundación Guadalupe y Pereyra. Los jurados fueron Eugenio Aguirre, Óscar de la Borbolla y Hernán Lara Zavala. El premio será entregado el 12 de junio en Durango, Durango. La siguiente entrevista, realizada por Karla Lobato, fue publicada el 26 de mayo de 2009 en La Opinión Milenio.
1. ¿Cuál fue el detonante para que diez años después de escribirla sacara del cajón esta novela?
Cuando en 1999 terminé Parábola del moribundo sentí casi de inmediato que debía dejarla reposar. Con el paso del tiempo le dediqué algunos momentos de revisión y eso me llevó a cambiar su aspecto como cinco veces. Nunca me dejaba plenamente satisfecho, así que le permutaba, le quitaba y le añadía detalles. Llegó a tener como 250 cuartillas y le tumbé páginas por kilos hasta dejarla de 120. No fue difícil aligerarla. Lo que pasa es que su personaje protagónico es un escritor y yo creía pertinente que entre capítulo y capítulo mostrara textos de su cuño. Decidí eliminar esas secciones y el libro se contrajo considerablemente. Así que, en efecto, es un libro del 99, pero con intermitentes retoques y podas aplicados durante una década. Lo más difícil no fue hacer la obra negra, sino aplicar los acabados, casi reescribirla, lo que hice con cuidado, más o menos, en 2002 o 2003.
1. ¿Cuál fue el detonante para que diez años después de escribirla sacara del cajón esta novela?
Cuando en 1999 terminé Parábola del moribundo sentí casi de inmediato que debía dejarla reposar. Con el paso del tiempo le dediqué algunos momentos de revisión y eso me llevó a cambiar su aspecto como cinco veces. Nunca me dejaba plenamente satisfecho, así que le permutaba, le quitaba y le añadía detalles. Llegó a tener como 250 cuartillas y le tumbé páginas por kilos hasta dejarla de 120. No fue difícil aligerarla. Lo que pasa es que su personaje protagónico es un escritor y yo creía pertinente que entre capítulo y capítulo mostrara textos de su cuño. Decidí eliminar esas secciones y el libro se contrajo considerablemente. Así que, en efecto, es un libro del 99, pero con intermitentes retoques y podas aplicados durante una década. Lo más difícil no fue hacer la obra negra, sino aplicar los acabados, casi reescribirla, lo que hice con cuidado, más o menos, en 2002 o 2003.
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2. ¿Cuál es la primera intención de esta producción, es decir, qué tema aborda en ella?
La historia es muy sencilla: trata sobre un poeta de 33 años (la edad que más o menos tenía yo cuando la escribí) que vive en La Laguna y, por ello, hace alardes de ingenio para sobrevivir y mantener su vocación: corrige libros, imparte talleres, escribe reseñas e incluso desea escribir una novela, para ver si de allí sí obtiene algo. Ese poeta es pobretón, misántropo, resentido, culto y medio depresivo, y desde el primer capítulo traba amistad con un viejo de setenta años que jamás ha leído un libro pero tiene una enorme fuerza vital, pese a sus años, y es muy bueno para el trago y las mujeres, además de que tiene bastante plata. Narro sus andanzas por la noche lagunera, el disparate de su amistad, casi como si fueran el Quijote y Sancho al revés: el Quijote es el joven poeta y Sancho el viejo lúbrico, todo en un ambiente que me atrevo a considerar deudor de la novela picaresca española, que siempre ha sido una de mis principales pasiones como lector. Ahora bien, en medio de esas peripecias, como aderezo, la novela describe la odisea de ser escritor en La Laguna, el mundillo literario-periodístico local, las pequeñas mezquindades y ridiculeces que se dan por nuestro todavía evidente provincianismo.
La historia es muy sencilla: trata sobre un poeta de 33 años (la edad que más o menos tenía yo cuando la escribí) que vive en La Laguna y, por ello, hace alardes de ingenio para sobrevivir y mantener su vocación: corrige libros, imparte talleres, escribe reseñas e incluso desea escribir una novela, para ver si de allí sí obtiene algo. Ese poeta es pobretón, misántropo, resentido, culto y medio depresivo, y desde el primer capítulo traba amistad con un viejo de setenta años que jamás ha leído un libro pero tiene una enorme fuerza vital, pese a sus años, y es muy bueno para el trago y las mujeres, además de que tiene bastante plata. Narro sus andanzas por la noche lagunera, el disparate de su amistad, casi como si fueran el Quijote y Sancho al revés: el Quijote es el joven poeta y Sancho el viejo lúbrico, todo en un ambiente que me atrevo a considerar deudor de la novela picaresca española, que siempre ha sido una de mis principales pasiones como lector. Ahora bien, en medio de esas peripecias, como aderezo, la novela describe la odisea de ser escritor en La Laguna, el mundillo literario-periodístico local, las pequeñas mezquindades y ridiculeces que se dan por nuestro todavía evidente provincianismo.
3. ¿Qué significado tiene para usted obtener un galardón como éste?
La primera vez que recibí un reconocimiento fue en 1984: fue una mención honorífica en el primer concurso regional de cuento Magdalena Mondragón organizado por la Universidad Autónoma de Coahuila Unidad Torreón; el jurado fue Rafael Ramírez Heredia, quien murió en octubre de 2006. En 2009, varias instituciones se organizaron para homenajearlo, lanzaron la convocatoria del concurso y lo gané, lo que es motivo de orgullo para mí, pues siempre he dicho que el mejor premio literario que he recibido en mi vida fue aquella humilde mención honorífica determinada por Ramírez Heredia cuando yo tenía veinte años.
4. ¿Obtener este premio puede ser un detonador más para motivarlo a continuar con otros proyectos?
Los premios ayudan, pero no son determinantes de nada. Digamos que este premio lo he recibido con gusto, me enorgullece, pero con o sin él yo sigo trabajando como puedo y cuando puedo, como el poeta protagonista de la novela. En todo caso, la motivación más importante es la que proviene de quienes decidieron otorgarle el primer lugar: Eugenio Aguirre, Óscar de la Borbolla y Hernán Lara Zavala son tres escritores que respeto y admiro.
Los premios ayudan, pero no son determinantes de nada. Digamos que este premio lo he recibido con gusto, me enorgullece, pero con o sin él yo sigo trabajando como puedo y cuando puedo, como el poeta protagonista de la novela. En todo caso, la motivación más importante es la que proviene de quienes decidieron otorgarle el primer lugar: Eugenio Aguirre, Óscar de la Borbolla y Hernán Lara Zavala son tres escritores que respeto y admiro.
5. Con la creación de premios como éste, ¿existen apoyos suficientes para los creadores?
Comparado con otros de Latinoamérica, México es un país que apoya decorosamente a los escritores. Lo malo es que no hay, creo, tanto apoyo para quienes empiezan como sí lo hay para quienes ya están encarrilados. Es un juego algo perverso: apoyan hasta que uno demuestra que la hace, pero lo malo es que muchas veces no se puede demostrar nada por falta de soportes, de suerte que los comienzos de casi cualquier escritor, sobre todo en provincia, son muy sufridos. Imaginemos, por ejemplo, a un joven escritor de Gómez Palacio: si pide apoyo le van a decir “Mira, si ni siquiera has publicado nada”. En mi caso, que soy de Gómez Palacio, fui alguna vez “reconocido” por el ex alcalde Rendón, quien ni siquiera fue a la ceremonia en el cabildo. Luego, dos años después, Ricardo Rebollo me dijo, muy entusiasta pero falazmente, “esta presidencia te apoyo un proyecto”, luego estiró y estiró la decisión definitiva, que quedó en nada, porque él sabía que iba a largarse como chapulín a una candidatura. Pero bueno, ante ese vacío en el entorno local he buscado fuera y por suerte cada vez tengo mejores contactos en periódicos y editoriales de la capital y de otros países. Todo es cuestión de no bajar la guardia, de dignificar el oficio de escribir y no andar rogándole a nadie.
6. Después de una larga carrera, ¿de dónde sacar nuevas ideas para la creación de algún texto?
Por suerte, desde hace varios años tengo al menos cinco libros en pausa. A estas alturas ya son como gorditas: sale una y ya voy echando la otra en el comal.
Por suerte, desde hace varios años tengo al menos cinco libros en pausa. A estas alturas ya son como gorditas: sale una y ya voy echando la otra en el comal.
7. ¿A quién dedica este premio?
Parábola del moribundo ya tiene dedicatario explícito: es un poeta de Torreón. Además, todo lo que hago es para mis cuatro mujeres.
Parábola del moribundo ya tiene dedicatario explícito: es un poeta de Torreón. Además, todo lo que hago es para mis cuatro mujeres.