miércoles, enero 13, 2010

Todo está empeorando



Pocos saben que la oficina donde frecuentemente escribo esta columna es un Oxxo. Es así porque mientras espero a que mis hijas salgan de un curso paso a una de esas tiendas por un café y me siento a escribir, esto gracias a que los Oxxos han incorporado a su mobiliario algunas sillas y mesas estilo pullman. Pues bien, ayer, mientras me daba coscorrones para ver con qué alimentaba este espacio, se me antojaron unos Pingüinos y mi café. Tengo una pésima relación con la comida chatarra, pues me encanta. No le tupo tanto como lo deseo, pues sé que demasiada mugre produce efectos colaterales. Pero bien suministrada la comida chatarra es una delicia, más cuando uno ya está aburrido de comer tanto caviar, langostinos y tacos de suadero. Abrí, pues, mi empaque de Pingüinos y al verlos me llegó de golpe una frase terrible a la cabeza: todo está empeorando. Sí, todo está empeorando, incluidos los otrora inigualables Pingüinos. Antes eran grandes y su pan verdaderamente esponjosito esponjosito; ahora, el pan me pareció algo masudo y lo peor fue el tamaño: unos milímetros menos a su circunferencia habitual, la que recuerdo desde siempre. El producto entonces es más caro y ofrece menor calidad y tamaño, como si la empresa que los fabrica no supiera que muchos consumidores de chatarra sí tenemos memoria. En fin, qué se puede esperar de un mundo en el que todo está empeorando.
Mientras le pego duro a la filosofía pingüínica y al sentido trágico de la vida, me topo con dos noticias escandalosas: una vinculada a la política internacional y la otra al mundo del espectáculo. La información tiene que ver, otra vez, con dos sesentonas. La semana pasada traté aquí el caso de Patricia Paay, la modelo y cantante sesentañera que batió un récord de Playboy: es la modelo de mayor edad sometida a la durísima prueba de una sesión fotográfica. Pocos días después, los medios difundieron que Iris Robinson, esposa de Peter Robinson, primer ministro irlandés, mantuvo una relación más que sentimental con Kirk McCambley, joven de 19 años. Protagonista al revés de la novela Lolita, la señora Robinson consoló al joven tras la muerte de su padre (su padre suyo de él, como decimos acá) y eso ha metido al gobierno del premier Robinson en el hojo del uracán (nótese una manera original de evitar el lugar común). Lo importante aquí es que doña Iris (homónima por cierto de una Iris memorable: Chacón, la “Bomba de Puerto Rico”) cuenta con la friolera de seis décadas sobre el cuero, lo que sin duda ha generado un shock dentro de un gobierno caracterizado por su férrea tendencia al puritanismo. Se dice que la señora Robinson es ferviente usuaria de la Biblia, así que tal pasión por la divina escritura entra en contradicción con el affaire en el que le dio, para decirlo con una metáfora clásica, vuelo a la hilacha.
La nota nacional se refiere a otra sexagenaria: es sobre Lucero León, la mamá de la cantante, actriz y conductora Lucerito. No puedo asegurarlo, pues no conozco bien a la señora, pero dada la difusión y el origen del video, parece auténtico. Sea o no sea la señora León, es lo de menos. En la imagen casera se ve a una mujer de cerca de sesenta años; bebe en el sillón de una especie de sala y al parecer se le han pasado los tragos. Luego, con música guapachosa, comienza a bailar y poco a poco se despoja de un vestido negro de corte algo secretarial. Medio pasadita de kilos, la mujer que supuestamente es la señora León queda en ropa interior y liguero; allí hay un corte abrupto y entra otra secuencia similar: con el pelo más corto, la mujer bebe, baila y se despoja de sus prendas exteriores hasta quedar sólo con los trapos mínimos; se mueve al ritmo de un tema de “grandes bandas”, de esos que inician el baile de los señores en las bodas. La segunda secuencia cede el lugar a una tercera igual de breve: allí, con un camisón floreado, la mujer baila un poco y al final lanza un beso vaporoso a la cámara de aficionado.
La aventurita de la señora Robinson no debería afectar al gobierno de su marido. ¿Qué tiene que ver él con la jaria de su esposa? Además, ¿alguien le ha preguntado a ella si estaba satisfecha con su dotación casera? En todo caso, su error más grave fue abrazar esa puritanería ortodoxa que con facilidad derivó en doble moral, no desear un poco de satisfacción tardía. En el otro caso, la señora León es víctima de un chantaje. Más allá del enojo de su ex marido (quien al parecer filtró el documento), ahora este tipo de ataque es criminal, pues se disemina en internet y sepulta cualquier imagen mucho antes de que los conflictos failiares se diluyan en otras instancias.
Lo dicho, todo está empeorando: la moral, el chantaje, mis Pingüinos Marinela, esta columna…