jueves, enero 21, 2010

Razones de Haití



El pasado domingo 17 de enero la columna Imaginario colectivo, publicada por Renata Chapa en El Diario de Chihuahua, abordó el tema de Haití. Creo que es de interés. La reproduzco íntegra:
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Imaginario colectivo
Ahí tiembla Haití
Renata Chapa

¿Y quién se acordaba de Haití antes del 12 de enero? Quizá los mismos que recuerdan a los pobres entre los pobres en México. Es decir, prácticamente, nadie.
Con las debidas proporciones consideradas, la manera en que el olvido y la marginación a la que son sometidos millones de habitantes de territorios vapuleados por el subdesarrollo es infame. Es su peor tragedia. Ahí tiembla Haití. Desafortunadamente, estas comunidades, internacionales o del propio México, son ubicadas en el mapa o puestas en la mira cuando, a consecuencia de algún infortunio, quedan aún más azotados. Cuando los medios masivos difunden imágenes estremecedoras de la pobreza algo cala, en efecto, pero la misericordia que pudiera convertirse en acción contundente, en un buen número de casos se prende y se apaga junto con la pantalla de televisión.
Para corroborar si Haití ha padecido, basta un breve vistazo a la siguiente lista de causas y efectos extraída del texto “Salud en las Américas” (Volumen II, 2007, http://www.crid.org.cr/) publicado por el Centro de Información sobre Desastres (CRID*). De dicha fuente, todos los contenidos han sido citados de manera fiel, con excepción del tiempo de sus verbos. Esta modificación fue necesaria porque lo descrito se refiere al Haití de antes de las cinco de la tarde del 12 de enero de 2010.
Si antes del desastre, Haití ya era considerado como “el más pobre de las Américas”, hoy es difícil encontrar alguna categoría para tanto dolor esparcidos en su zona oeste, principalmente, en Puerto Príncipe. “En Haití, el 4% de su población contaba con el 66% de la riqueza, y el 10%, prácticamente, no tenía nada. Como los pobres recurrían a la naturaleza para sobrevivir, las deficientes prácticas agrícolas aceleraron la erosión del suelo. El escurrimiento generado por las lluvias tropicales sigue arrastrando la tierra cultivable hacia el mar y provoca la obstrucción de los sistemas urbanos de drenaje. El agua de superficie está contaminada a causa de los métodos ineficientes de eliminación de aguas servidas y la basura doméstica. Según la Encuesta de las Condiciones de Vida en Haití, 55% de la población vivía con menos de un dólar al día por persona y 71%, más de seis millones de personas, vivían por debajo de la línea de pobreza, es decir, disponían de $2.00 dólares por persona al día. La misma encuesta muestra que la pobreza era peor en las zonas rurales: afectaba al 82% de la población del país. (…) Menos del 40% de la población tenía acceso a servicios básicos de salud en ciertos departamentos. El 80% de las personas buscaba la atención prestada por curanderos. (…) Una consulta que solía costar 25 gourdes haitianos (HTG) a fines de los ochenta, ahora cuesta HTG 1,200 (48 veces más). (…) En agosto de 2000, la tasa de cambio era de HTG 22 por un dólar estadounidense; en 2005, el gourde se había depreciado a un cambio de HTG 42 por dólar. (…) 3.8 millones de personas sufrían hambre y 23% de los niños menores de 5 años presentaban desnutrición crónica. Más de 40% de las familias padecían inseguridad alimentaria y una alta proporción de mujeres (12%) estaban por debajo del umbral crítico de deficiencia crónica de energía. (…) La inestabilidad política y la inseguridad del país desaceleraron las inversiones y el crecimiento económico después del año 2000. El PIB real disminuyó de HTG 23,900 en 1987 a HTG 12,900 en 2003, lo que equivalió a una caída de 48%. (…) Las Naciones Unidas se han referido a estas terribles circunstancias como ‘la emergencia silenciosa’”. Ahora, ¿qué término utilizará la ONU para definir la condición de los pobladores de Haití? Todas las cifras aquí mencionadas fueron trastocadas. Todo es peor.
De éstas y muchas más características que pintan de lleno las injusticias vividas por ese Haití previo al 12 de enero y que evidencian un grado mínimo de atención internacional, es necesario destacar una de ellas, la relacionada con los fenómenos naturales. Como lo declaraba Fidel Castro en días pasados, estos fenómenos son y serán cada vez más feroces a consecuencia del cambio climático, condición también provocada y alimentada por la indiferencia de las generaciones actuales que parecen no estar dispuestas a cambiar sus modelos de consumo.
Los fenómenos naturales en Haití, según “Salud en las Américas”, ameritan un tratamiento aparte. Vaya un primer ejemplo: “Haití a menudo es azotado por huracanes, y el daño puede ser grave a causa del degradado medio ambiente del país y las viviendas precarias, con frecuencia deficientemente construidas sobre suelos inestables en terrenos muy abruptos, zonas pantanosas o a lo largo de ríos. Dada la difundida deforestación del país, aun las lluvias normales pueden provocar inundaciones en Puerto Príncipe y otras zonas urbanas”. El territorio haitiano, por tanto, cuenta con condiciones naturales de alta vulnerabilidad ante el embate de la naturaleza, tanto por su ubicación geográfica como por las condiciones propias de su orografía. Pero, además, éstas son potenciadas a consecuencia de la pobreza y la desigual distribución de la riqueza.
El segundo ejemplo de esta fórmula de horror en Haití, la que suma fenómenos naturales a la pobreza extrema, es la penosa evidencia de que detrás del sismo del 12 de enero la desatención triunfó sobre la prevención; de la manera en que la marginación se impuso sobre la inclusión; del egoísmo traducido en miles de muertos. Y es que el terremoto en Haití de alguna manera ya había sido pronosticado, al menos, tres años atrás si se toma como referencia la fecha de publicación del documento “Salud en las Américas”. El CRID lo consigna así: “Haití es en extremo vulnerable a los terremotos. En el país existen ocho fallas geológicas, dos de ellas muy importantes; una está situada en el norte y la otra atraviesa el territorio de este a oeste. La actividad sísmica en Haití en 2003-2005 ha revivido el espectro de un posible terremoto de grandes dimensiones (7 u 8 grados en la escala de Richter) que los expertos han estado pronosticando desde hace varios años. La en extremo elevada tasa de urbanización, que ha dejado a la región de la comuna de Puerto Príncipe con algo más de dos millones de habitantes (10,000 a 18,000 personas por km2), agravará los daños”.
Si la llegada de un fenómeno natural de tales proporciones ya había sido advertida y difundida por organismos de prestigio internacional, responsables de velar por la calidad de vida e integridad de los pueblos del mundo, y si existía tal conciencia de la bomba de tiempo que representaba el ahora más pobre de los pobres países de las Américas, ¿por qué no se obró en consecuencia? ¿Quiénes levantaron la mano para advertir el desastre? ¿Quiénes fueron indiferentes al llamado? ¿Quiénes son los responsables de este otro tipo de masacre?
La desgracia de Haití, a través del sufrimiento de su pueblo, evidencia nuestra propia miseria. Las “emergencias silenciosas” esparcidas por el globo y las que, como Haití, van rompiendo ese callado soportar a costa de tragedia y dolor, son el más vergonzoso patrimonio de la humanidad. Quién sabe hasta cuándo dejarán de salir perdiendo los menos afortunados.
centrosimago@yahoo.com.mx

Para mi amigo Federico Ramos Salas

* El Centro de Información sobre Desastres (CRID) está conformado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la Oficina Regional de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Comisión Nacional de Riesgos y Atención de Emergencias de Costa Rica (CNE), la Federación Internacional de Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y Media Luna Roja (FICR), el Centro de Coordinación para la Prevención de los Desastres Naturales en América Central (CEPREDENAC) y la Oficina Regional de Médicos sin Fronteras (MSF).