El
recuerdo y sus vericuetos. Muere el querido Leonardo Favio y lo primero que me
viene a la mente es una escena que me acompañará hasta la tumba: la feria en
la colonia Santa Rosa de Gómez, mis amigos adolescentes, la imagen de
una mocosa que tal vez fue mi primera novia y huyó con su indocumentada familia a Estados Unidos, el ruido de los juegos mecánicos, un partido de
futbolito con los cuates y allí cerca, grave, la voz de Leonardo Favio cantando “Ella ya me olvidó”.
La siguiente crónica pretende recobrar aquella escena.
Futbolito
con Leonardo Favio
Fines
de los setenta
la
niñez había pasado
era
adolescente el que hoy recuerda.
Ese
joven que fui
pasea
con sus amigos en una feria
apenas
guarda en el bolsillo cinco pesos
y
el futuro no existe para él.
Camina
entre los juegos y las luces
devora
por allí tacos dorados
y
sonríe sin saber que sonríe porque es libre
o
cree que es libre.
Alquila
con sus amigos un futbolito*
hacen
dos bandos y mientras juegan
estalla,
cercana, una canción de moda:
“Ella, ella ya me
olvidó
yo, yo la recuerdo ahora…”.
yo, yo la recuerdo ahora…”.
Un
rayo golpea su corazón:
la
niña ya está lejos
dejó
la secundaria para viajar
con
su familia
al
sueño gringo.
Titubeante,
inseguro
meses
antes le robó un noviazgo
que duró nada
tres,
cuatro semanas a lo mucho.
Sólo
una carta llegó desde Los Ángeles
sólo
una
luego
el olvido de sus rasgos y su voz
de
sus palabras
de
todo.
Sobrevivió,
digamos, un borrón
un
nombre propio
y
entera, impecable, como película
la
escena del futbolito en Santa Rosa
la
voz en altavoz de Leonardo Favio
aquella
voz que sin más recuerdo ahora
cómo
no recordarla.
*Sé
que la foto y el contexto ayudan, pero no está de más aclarar a mis amigos argentinos que “futbolito”
es el nombre mexicano de la mesa de juego que ustedes denominan “metegol”.