Llegará el día, estoy seguro, en el que los escritores ya no dejen un solo papel a la posteridad, salvo los que hayan publicado. Quiero decir que ya no dejarán borradores tachonados, textos a medio cocinar, cuentos o poemas con los que no quedaron muy contentos u obras maestras incomprendidas. Ya ni correspondencia heredarán los escritores, a menos que dejen passwords a la vista y alguien quiera entretenerse con cartas apuradas, mal escritas y varios kilos de spam no eliminado.
Lo anterior viene a mi imaginación aguafiestas por una nota que esta semana recibí como reenvío gracias al escritor argentino Juan Pablo Neyret. Es de Página 12, periódico de Buenos Aires. Da gusto, claro que da gusto saber que Cortázar vivió la era precomputacional y dejó un baúl de los recuerdos, pues si hubiera vivido en ésta ignoro si alguien caería en la cuenta de hurgar en la PC vieja y descontinuada del gran cronopio, lo que significa que buena parte del futuro de las investigaciones literarias definitivamente requerirá los servicios brindados por los técnicos en computación que ayuden a convertir “viejos” formatos en documentos actualizados. Será un lío.
Más fácil, sin duda, será ser Aurora Bernárdez y hallar en una cómoda todo o buena parte de todo lo que Cortazar dejó inédito, recortado, perdido o cuidadosamente olvidado para que el porvenir le permitiera tener una edición sorpresa en su 25 aniversario luctuoso. El caso es que estos papeles de Cortázar aparecieron como en un cuento de Cortázar, luego de haber vivido anidados en una especie de archivo muerto provisional. Tomo un amplio trozo de la nota, y desde ya me relamo los bigotes nomás de imaginar el sabor de los vinillos que añejaron en la cava de madera mientras su autor se daba tiempo para morir y de inmediato pasar a formar parte de la selecta inmortalidad. Va un fragmento, pues, de la nota “Los papeles ocultos”:
Una cómoda que permaneció ignorada por años, bajo llave, sin provocar jamás siquiera curiosidad. La decisión de investigarla, unos días antes de Navidad. La sorpresa cuando, a duras penas, se puede abrir, por la gran cantidad de papeles que hay en su interior. El tesoro que aparece y que reluce amarillento: cientos de papeles inéditos de Julio Cortázar, desde un discurso escolar hasta un capítulo inédito de Libro de Manuel o tres nuevas historias de cronopios. Podría ser parte de uno de sus cuentos; ocurrió de verdad, un par de años atrás, y pronto el valioso contenido aparecerá editado bajo el acertado título de Papeles inesperados.
La noticia fue revelada ayer por el diario español El País: Aurora Bernárdez, viuda, albacea y heredera universal de Cortázar, abrió la cómoda del tesoro el 23 de diciembre de 2006. El mueble había sido conservado por la madre del escritor y contenía papeles que Cortázar habría querido quemar en algún momento. El material hallado es tan abundante que conformará un libro de 450 páginas, compilado en colaboración con la viuda y Carles Álvarez, estudioso del autor. La editorial Alfaguara lo editará en mayo próximo, en forma simultánea en España y la Argentina.
Entre estos Papeles inesperados hay once relatos nunca incluidos en obra alguna —entre ellos, uno llamado “Los gatos”, fechado en enero de 1948 y, por lo tanto, uno de los más antiguos que se conservan del escritor—, trece poemas hasta ahora desconocidos, un capítulo inédito de Libro de Manuel, que al parecer no fue incluido “por redundante y por su alto contenido erótico”. Hay más: once nuevos episodios del personaje que protagonizó Un tal Lucas, suerte de alter ego de Cortázar. Entre éstos, Álvarez rescata especialmente “Lucas, las cartas que recibe” y “Lucas, sus erratas”: un Lucas obsesionado con las erratas termina convencido de que degeneran en ratas y encarga a un miniaturista japonés una ratera especial para cazarlas.
Entre los cajones de la cómoda mágica aparecieron también tres historias de cronopios que quedaron sueltas: “Never stop the press”, “Vialidad” y “Almuerzo”, que fueron presentadas la semana pasada en edición de bibliófilo. El hallazgo también incluye un texto titulado “Discurso del Día de la Independencia”, que en 1938 Cortázar recitó a sus compañeros y profesores, y otro discurso que pronunció en el acto en que recibió la nacionalidad francesa. Y una decena de textos que dedicó a personalidades como el sociólogo Ángel Rama o la cantante Susana Rinaldi, más escritos donde el autor de Rayuela dispara sus inquietudes en la pintura, la escultura o la fotografía.
En medio de estos Papeles inesperados, Bernárdez y Álvarez tuvieron que abrir un capítulo especial dedicado a “textos inclasificables”, aquellos “puro Cortázar”: juegos verbales fascinantes que llegan a la categoría de epigramas. Allí aparecen también las cuatro “autoentrevistas”, donde el escritor es interpelado por un dúo sarcástico que relativiza todo lo que dice: los buscavidas porteños Calac y Polanco, que acompañaron a Cortázar desde su novela 62, modelo para armar. (…)
Julia Saltzmann, editora responsable de Alfaguara en Buenos Aires, precisó el valor literario del hallazgo que pronto podrá leerse en forma de libro: “El arco vivencial de Cortázar aquí reflejado va desde principios de los años ’30 hasta casi 1984; por eso nos permite ver desde el personaje más engolado hasta el más lúdico, del Cortázar profesor de provincias al más político, comprometido y crítico”, explicó. “Para mí es, junto con la correspondencia, el otro gran texto autobiográfico, donde se ve la formación de la persona y del escritor, del ‘pre-Cortázar’ al Cortázar famoso”.
El abundante material incluye muchos géneros y muchas épocas y estilos de escritura, por eso Saltzmann destaca el valor añadido de estos “múltiples Cortázar”: “A través de estos textos se puede viajar de esa prosa grandilocuente juvenil del personaje, con un punto incluso cursi, a esa liberación retórica del castellano que personificó, en uno de los casos más extraordinarios en la literatura del siglo XX”, analizó la editora. El próximo jueves se cumplen 25 años de la muerte del autor que propuso varios recorridos de lecturas posibles para su novela fundamental. Ahora sigue jugando con el tiempo y el espacio a través de un hallazgo inesperado en una cómoda.
Lo anterior viene a mi imaginación aguafiestas por una nota que esta semana recibí como reenvío gracias al escritor argentino Juan Pablo Neyret. Es de Página 12, periódico de Buenos Aires. Da gusto, claro que da gusto saber que Cortázar vivió la era precomputacional y dejó un baúl de los recuerdos, pues si hubiera vivido en ésta ignoro si alguien caería en la cuenta de hurgar en la PC vieja y descontinuada del gran cronopio, lo que significa que buena parte del futuro de las investigaciones literarias definitivamente requerirá los servicios brindados por los técnicos en computación que ayuden a convertir “viejos” formatos en documentos actualizados. Será un lío.
Más fácil, sin duda, será ser Aurora Bernárdez y hallar en una cómoda todo o buena parte de todo lo que Cortazar dejó inédito, recortado, perdido o cuidadosamente olvidado para que el porvenir le permitiera tener una edición sorpresa en su 25 aniversario luctuoso. El caso es que estos papeles de Cortázar aparecieron como en un cuento de Cortázar, luego de haber vivido anidados en una especie de archivo muerto provisional. Tomo un amplio trozo de la nota, y desde ya me relamo los bigotes nomás de imaginar el sabor de los vinillos que añejaron en la cava de madera mientras su autor se daba tiempo para morir y de inmediato pasar a formar parte de la selecta inmortalidad. Va un fragmento, pues, de la nota “Los papeles ocultos”:
Una cómoda que permaneció ignorada por años, bajo llave, sin provocar jamás siquiera curiosidad. La decisión de investigarla, unos días antes de Navidad. La sorpresa cuando, a duras penas, se puede abrir, por la gran cantidad de papeles que hay en su interior. El tesoro que aparece y que reluce amarillento: cientos de papeles inéditos de Julio Cortázar, desde un discurso escolar hasta un capítulo inédito de Libro de Manuel o tres nuevas historias de cronopios. Podría ser parte de uno de sus cuentos; ocurrió de verdad, un par de años atrás, y pronto el valioso contenido aparecerá editado bajo el acertado título de Papeles inesperados.
La noticia fue revelada ayer por el diario español El País: Aurora Bernárdez, viuda, albacea y heredera universal de Cortázar, abrió la cómoda del tesoro el 23 de diciembre de 2006. El mueble había sido conservado por la madre del escritor y contenía papeles que Cortázar habría querido quemar en algún momento. El material hallado es tan abundante que conformará un libro de 450 páginas, compilado en colaboración con la viuda y Carles Álvarez, estudioso del autor. La editorial Alfaguara lo editará en mayo próximo, en forma simultánea en España y la Argentina.
Entre estos Papeles inesperados hay once relatos nunca incluidos en obra alguna —entre ellos, uno llamado “Los gatos”, fechado en enero de 1948 y, por lo tanto, uno de los más antiguos que se conservan del escritor—, trece poemas hasta ahora desconocidos, un capítulo inédito de Libro de Manuel, que al parecer no fue incluido “por redundante y por su alto contenido erótico”. Hay más: once nuevos episodios del personaje que protagonizó Un tal Lucas, suerte de alter ego de Cortázar. Entre éstos, Álvarez rescata especialmente “Lucas, las cartas que recibe” y “Lucas, sus erratas”: un Lucas obsesionado con las erratas termina convencido de que degeneran en ratas y encarga a un miniaturista japonés una ratera especial para cazarlas.
Entre los cajones de la cómoda mágica aparecieron también tres historias de cronopios que quedaron sueltas: “Never stop the press”, “Vialidad” y “Almuerzo”, que fueron presentadas la semana pasada en edición de bibliófilo. El hallazgo también incluye un texto titulado “Discurso del Día de la Independencia”, que en 1938 Cortázar recitó a sus compañeros y profesores, y otro discurso que pronunció en el acto en que recibió la nacionalidad francesa. Y una decena de textos que dedicó a personalidades como el sociólogo Ángel Rama o la cantante Susana Rinaldi, más escritos donde el autor de Rayuela dispara sus inquietudes en la pintura, la escultura o la fotografía.
En medio de estos Papeles inesperados, Bernárdez y Álvarez tuvieron que abrir un capítulo especial dedicado a “textos inclasificables”, aquellos “puro Cortázar”: juegos verbales fascinantes que llegan a la categoría de epigramas. Allí aparecen también las cuatro “autoentrevistas”, donde el escritor es interpelado por un dúo sarcástico que relativiza todo lo que dice: los buscavidas porteños Calac y Polanco, que acompañaron a Cortázar desde su novela 62, modelo para armar. (…)
Julia Saltzmann, editora responsable de Alfaguara en Buenos Aires, precisó el valor literario del hallazgo que pronto podrá leerse en forma de libro: “El arco vivencial de Cortázar aquí reflejado va desde principios de los años ’30 hasta casi 1984; por eso nos permite ver desde el personaje más engolado hasta el más lúdico, del Cortázar profesor de provincias al más político, comprometido y crítico”, explicó. “Para mí es, junto con la correspondencia, el otro gran texto autobiográfico, donde se ve la formación de la persona y del escritor, del ‘pre-Cortázar’ al Cortázar famoso”.
El abundante material incluye muchos géneros y muchas épocas y estilos de escritura, por eso Saltzmann destaca el valor añadido de estos “múltiples Cortázar”: “A través de estos textos se puede viajar de esa prosa grandilocuente juvenil del personaje, con un punto incluso cursi, a esa liberación retórica del castellano que personificó, en uno de los casos más extraordinarios en la literatura del siglo XX”, analizó la editora. El próximo jueves se cumplen 25 años de la muerte del autor que propuso varios recorridos de lecturas posibles para su novela fundamental. Ahora sigue jugando con el tiempo y el espacio a través de un hallazgo inesperado en una cómoda.