Hoy 27 de febrero La Laguna estará presente en Moscú. No lo hará de manera turística, deportiva o comercial, sino por medio del arte. El joven pianista Ricardo Acosta Murguía (Torreón, 1993), quien apenas cursa el tercero de secundaria, participará en el quinceavo Festival Internacional de Jóvenes Solistas en Moscú, donde interpretará el Concierto para piano No. 2 de Dmitri Shostakovich bajo la dirección del Maestro Orlov Dmitri Mixailovich y la Orquesta Sinfónica Estatal de Moscú. No se trata, por supuesto, de un logro casual, pues casi toda la vida de Ricardo y buena parte de la de sus padres ha sido dedicada al propósito de que este lagunero alcance el brillo técnico que sólo se puede lograr frente a maestros y públicos de grandes ligas.
El caso de Ricardo Acosta es un buen ejemplo de condiciones favorables y bien aprovechadas, lo que a muchos padres nos sirve de modelo. Es talentoso, sin duda, como millones de niños en todo México, ¿pero de qué sirve ese talento si no hay alguien que lo apoye? Ricardo, por fortuna, ha recibido siempre el respaldo de sus padres y sus hermanos, de suerte que hoy, tras un esfuerzo físico, económico y moral inmensos, es motivo de orgullo no sólo para su familia, sino para toda nuestra región. Ricardo es un ejemplo de fe en el arte, de confianza en los hijos y de apoyo sin coto a las virtudes creativas del ser humano en este país por lo común mezquino y hasta hostil con casi todos, incluidos los niños.
Pese a su breve edad, Ricardo ostenta ya un currículum poderoso: inició sus clases de música y piano a la edad de cuatro años con la maestra Lily Solís en Torreón. Desde 1999 es alumno de la maestra Mariana Chabukiani, pianista y concertista de la Camerata de Coahuila. A partir de entonces ha participado regularmente en diferentes recitales en esta ciudad con obras de varios autores y estilos. Ha participado en diferentes concursos nacionales e internacionales como Open Piano Competition en Oakland, y en el Segundo Concurso Nacional “Petrof-Symphony-Pearl River” en Colima. En el mes de junio del 2006 fue seleccionado para participar en el Tercer Festival Internacional de Música “Moscú recibe a sus amigos” auspiciado por Vladimir Spivakov y el gobierno Ruso; allí tocó obras de Manuel M. Ponce. En junio del 2005 fue seleccionado para participar en la Academia de la Universidad de Indiana en Bloomington, para pianistas jóvenes, donde fue el alumno de menor edad de su generación. Durante ese curso recibió instrucción magistral por parte de pianistas como Karen Taylor, Gustavo Cardinal, Christopher Harding, Daniel Schene y Menahem Pressler. En julio del 2007 fue seleccionado para el curso de la Interlochen School of Arts (Michigan) en donde recibió instrucción de Anna Soukiassan; allí fue aceptado nuevamente para el verano del 2008, esta vez bajo la tutela de Martha A. Fisher. En tres ocasiones ha sido invitado por el maestro Ramón Shade a participar como solista en la Camerana de Coahuila. En 2009-2010 seguirá sus estudios musicales con especialidad en piano por tres años también en la Interlochen School of Arts, esto como antesala de su ingreso al conservatorio donde proseguirá sus estudios profesionales.
Me permito la imprudencia de reflexionar sobre la relación padres-hijos y su vinculación con el apoyo al talento. Es frecuente, y aquí sin pena puedo hablar en primera persona, que los padres desfallezcamos en el fragor de la supervivencia y dejemos a los hijos a merced de la educación convencional. Sé que no es fácil hallar tiempo y/o recursos para darles una formación que vaya más allá de lo ordinario, pero no dedicarles tiempo, no escuchar el llamado de sus capacidades, es desperdiciar potencialidades únicas e irremplazables. Ricardo y sus padres son una muestra de negación a las inercias fatalistas. Por ello, que reciban muchos aplausos aquí y en Moscú.
El caso de Ricardo Acosta es un buen ejemplo de condiciones favorables y bien aprovechadas, lo que a muchos padres nos sirve de modelo. Es talentoso, sin duda, como millones de niños en todo México, ¿pero de qué sirve ese talento si no hay alguien que lo apoye? Ricardo, por fortuna, ha recibido siempre el respaldo de sus padres y sus hermanos, de suerte que hoy, tras un esfuerzo físico, económico y moral inmensos, es motivo de orgullo no sólo para su familia, sino para toda nuestra región. Ricardo es un ejemplo de fe en el arte, de confianza en los hijos y de apoyo sin coto a las virtudes creativas del ser humano en este país por lo común mezquino y hasta hostil con casi todos, incluidos los niños.
Pese a su breve edad, Ricardo ostenta ya un currículum poderoso: inició sus clases de música y piano a la edad de cuatro años con la maestra Lily Solís en Torreón. Desde 1999 es alumno de la maestra Mariana Chabukiani, pianista y concertista de la Camerata de Coahuila. A partir de entonces ha participado regularmente en diferentes recitales en esta ciudad con obras de varios autores y estilos. Ha participado en diferentes concursos nacionales e internacionales como Open Piano Competition en Oakland, y en el Segundo Concurso Nacional “Petrof-Symphony-Pearl River” en Colima. En el mes de junio del 2006 fue seleccionado para participar en el Tercer Festival Internacional de Música “Moscú recibe a sus amigos” auspiciado por Vladimir Spivakov y el gobierno Ruso; allí tocó obras de Manuel M. Ponce. En junio del 2005 fue seleccionado para participar en la Academia de la Universidad de Indiana en Bloomington, para pianistas jóvenes, donde fue el alumno de menor edad de su generación. Durante ese curso recibió instrucción magistral por parte de pianistas como Karen Taylor, Gustavo Cardinal, Christopher Harding, Daniel Schene y Menahem Pressler. En julio del 2007 fue seleccionado para el curso de la Interlochen School of Arts (Michigan) en donde recibió instrucción de Anna Soukiassan; allí fue aceptado nuevamente para el verano del 2008, esta vez bajo la tutela de Martha A. Fisher. En tres ocasiones ha sido invitado por el maestro Ramón Shade a participar como solista en la Camerana de Coahuila. En 2009-2010 seguirá sus estudios musicales con especialidad en piano por tres años también en la Interlochen School of Arts, esto como antesala de su ingreso al conservatorio donde proseguirá sus estudios profesionales.
Me permito la imprudencia de reflexionar sobre la relación padres-hijos y su vinculación con el apoyo al talento. Es frecuente, y aquí sin pena puedo hablar en primera persona, que los padres desfallezcamos en el fragor de la supervivencia y dejemos a los hijos a merced de la educación convencional. Sé que no es fácil hallar tiempo y/o recursos para darles una formación que vaya más allá de lo ordinario, pero no dedicarles tiempo, no escuchar el llamado de sus capacidades, es desperdiciar potencialidades únicas e irremplazables. Ricardo y sus padres son una muestra de negación a las inercias fatalistas. Por ello, que reciban muchos aplausos aquí y en Moscú.