sábado, junio 12, 2021

En busca de mosaicos


 





Más allá de que la Unesco apunte qué es y qué no es el patrimonio material o inmaterial de la humanidad, un buen hábito de cualquier comunidad pequeña o grande es velar por la preservación de aquellos rasgos que la caracterizan. Ya Saúl Rosales, por ejemplo, hace poco nos llevó a reflexionar sobre el valor de la arquitectura lagunera que él definió como “neoclásica de un piso”; además, nos hizo ver la poca atención que tanto las autoridades como la ciudadanía prestamos a esas edificaciones que todavía distinguen la fisonomía de nuestro espacio. El ensayo de Saúl Rosales fue publicado con el título “Torreón neoclásico de un piso”, y aún puede ser solicitado gratuitamente, como PDF, en mi correo electrónico: rutanortelaguna@yahoo.com.mx o aquí.

Con un propósito afín, la doctora (en historia) Laura Orellana Trinidad, encargada del área de investigación de la Ibero Torreón, ha destacado la importancia de un par de documentos resguardados en el Archivo Histórico Juan Agustín de Espinoza. En su ensayo “Dos catálogos de mosaicos hidráulicos”, publicado en la revista Acequias número 84, analiza el valor de dos libros cuyo contenido se vincula directamente con un elemento práctico y decorativo de nuestra vida cotidiana: el mosaico.

Lo plantea de la siguiente manera: “Cómo podía una fábrica, a finales del siglo XIX y las primeras décadas del XX, mostrar sus productos de construcción sin transportarlos a lo largo y ancho de México? No hablamos de cemento o de ladrillos, que se pueden evocar fácilmente, sino de una novedad que había llegado de Europa —el mosaico hidráulico— que había adquirido el estatus de ‘arte aplicada’. Sus piezas artísticas eran coloridas o monocromáticas, de manufactura artesanal, fáciles de limpiar, durables. Parecía imposible mostrar estas cualidades a los posibles clientes sólo en ‘blanco y negro’, tonos que manejaba el periódico, único medio visual de la época para llegar a un público más amplio. ‘De la vista nace el amor’, dice el dicho, y quizá por ello las industrias mosaiqueras editaron catálogos comerciales con gruesas pastas, fino papel y buenas imágenes de las piezas que podían ser instaladas en los pisos de las viviendas, así como en plazas y banquetas. La facilidad de los catálogos es que podían llevarse o enviarse a cualquier lugar”.

De la mano de este trabajo de investigación nació la idea, alentada por el Departamento de Diseño, Arquitectura e Ingenierías y el Archivo Histórico de la Ibero Torreón, de articular una convocatoria llamada “Cazadores de mosaicos”. “La propuesta es sumarse como ‘cazadores’ de mosaicos hidráulicos (también llamados ‘de pasta’) para ubicarlos en toda la Comarca Lagunera. Seguramente los has visto: son baldosas decorativas para pisos y pavimentos, de uso interior y exterior, realizadas con cemento. Algunos son coloridos y tienen diseños geométricos, florales, arabescos, grecorromanos y de muchas variedades. También hay algunos más sencillos, con un dibujo octagonal, que tienen pequeños hoyitos o hendiduras y puedes encontrarlos en plazas, banquetas. Mientras más fotografías de mosaicos se envíen, quienes participen tendrán más oportunidades de ganar, mediante sorteo, premios en efectivo de hasta 5 mil pesos”. La convocatoria completa puede ser consultada en el Facebook del Archivo Histórico de la Ibero Torreón o aquí.

Los catálogos que dieron pie a esta excelente idea fueron puestos en circulación, hace varias décadas, por las empresas Quintana Hermanos, de la Ciudad de México, y La Industrial, de Valentín Rivero y Sucesores, ubicada en Monterrey, Nuevo León. Su conservación en papel ha permitido establecer un nexo entre el pasado y el presente, y es así como un documento se vuelve “histórico” en el sentido de que refleja ideas, emociones y gustos pretéritos que quizá, como en el caso de los mosaicos hidráulicos, aún sobreviven entre nosotros y por lo tanto es posible ubicarlos, “cazarlos”.