Pocas noticias de ese tipo he visto desparramarse en la red como reguero de luz: me refiero a la que difundió que el diplomático y poeta mexicano (de Torreón, para ser exactos) Jorge Valdés Díaz-Vélez ganó la primera edición del premio Hermanos Machado, dotado con 12 mil euros, esto con el poemario Mapa mudo.
Hace unos días, el 28 de diciembre, Saúl Rosales y yo hablamos con él y sobre él a iniciativa del Museo Arocena; fue un día inusual para una actividad de esa índole pero no había otra opción, pues Jorge Valdés estaba de vacaciones en su tierra y esta vez alguien, su prima Lili de la Peña, tuvo la oportuna idea de organizar algo para aprovechar la visita del poeta. El día de los inocentes, con el riesgo de que no fuera público por temor a las bromas, Jorge Valdés leyó ante sus paisanos y creo que muchos, me incluyo, quedamos contentos y orgullosos de escucharlo.
Luego, un par de días después desayuné con él y con su hijo, Jorge Valdés-Iga, en el restaurante del Hotel Calvete donde fuimos atendidos con amabilidad por Erasmo, el mesero estrella del lugar. Los tres despachamos huevitos con machaca y vi que padre e hijo —joven cineasta radicado en Nueva York— se llevaban como si fueran cuates. Allí, gracias a los imprevisibles vericuetos que suele tomar toda conversación, le comenté a Jorge que el estereotipo que teníamos del diplomático era simple: un personaje que se la pasa de recepción en recepción bebiendo buenos vinos. Me respondió: “Eso es una mínima parte del trabajo, es cierto; la otra es una chamba enorme. Cuando fui cónsul en Miami había jornadas en las que debíamos atender a cientos de compatriotas; las colas eran enormes y hasta mis hijos debían ayudar en la organización. Ese es el trabajo diplomático que no se ve. Por eso algunos amigos escritores que probaron suerte en la diplomacia me decían, luego de renunciar, ‘¿A qué hora se puede escribir en este trabajo?’. Yo les contestaba: ‘Pues en la madrugada. A esa hora yo he escrito todo lo que tengo’”.
La madrugada ha sido, pues, el momento en el que el lagunero Valdés-Díaz-Vélez saca de paseo a las musas. Su trabajo en el servicio exterior consume las horas claras del día, lo que torna doblemente meritorio que gane y gane premios por su madrugante brega poética y que ponga con bienvenida frecuencia el nombre de Torreón tan alto.
Jorge Valdés Díaz-Vélez nació en Torreón en 1955. Ha recibido los premios nacionales de Plural (1985), de Poesía Aguascalientes (1998) y el internacional de Poesía Miguel Hernández-Comunidad Valenciana (2007). Entre otros, ha publicado los libros Tiempo fuera (1988-2005), (México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2007), Los Alebrijes (Madrid, Hiperión, 2007) y Otras horas (Quálea, 2010). Como Miembro de Carrera del Servicio Exterior ha servido en las embajadas de México en Argentina, España, Costa Rica y Cuba, y en el Consulado General en la ciudad de Miami.
En cuanto a Mapa mudo, el poemario que ya porta los laureles del premio Hermanos Machado, el jurado destaca “su coherencia formal y temática, la multiplicidad de temas abarcados por estos poemas, la voz personal del autor y la perfección formal de la obra”. Resalta además “la capacidad de pensamiento y de descripción de un mundo, tanto mexicano como europeo”.
No está de más recordar que la primera convocatoria de este certamen fue escuchada por 180 poetas; parte del premio para el poeta lagunero es la impresión de su libro con un tiraje de dos mil ejemplares; según los cables, “aparecerá en la colección de poesía Vandalia de la Fundación José Manuel Lara, y el premio se entregará en un acto oficial, en febrero, en el sevillano Monasterio de Santa Clara, futura sede de la casa de los Poetas, según anunció la delegada de Cultura del Ayuntamiento de Sevilla, Maribel Montaño”. Felicidades, por todo, al amigo Jorge Valdés. Acá lo esperamos de nuevo para que se aviente otra machaquita de la suerte.
Hoy, AMLO en Torreón
Hoy miércoles 12 de enero a las 4 de la tarde estará Andrés Manuel López Obrador en la plaza de armas de Torreón. Se tratará de un acto público, abierto y plural. Por allí nos vemos.
Hace unos días, el 28 de diciembre, Saúl Rosales y yo hablamos con él y sobre él a iniciativa del Museo Arocena; fue un día inusual para una actividad de esa índole pero no había otra opción, pues Jorge Valdés estaba de vacaciones en su tierra y esta vez alguien, su prima Lili de la Peña, tuvo la oportuna idea de organizar algo para aprovechar la visita del poeta. El día de los inocentes, con el riesgo de que no fuera público por temor a las bromas, Jorge Valdés leyó ante sus paisanos y creo que muchos, me incluyo, quedamos contentos y orgullosos de escucharlo.
Luego, un par de días después desayuné con él y con su hijo, Jorge Valdés-Iga, en el restaurante del Hotel Calvete donde fuimos atendidos con amabilidad por Erasmo, el mesero estrella del lugar. Los tres despachamos huevitos con machaca y vi que padre e hijo —joven cineasta radicado en Nueva York— se llevaban como si fueran cuates. Allí, gracias a los imprevisibles vericuetos que suele tomar toda conversación, le comenté a Jorge que el estereotipo que teníamos del diplomático era simple: un personaje que se la pasa de recepción en recepción bebiendo buenos vinos. Me respondió: “Eso es una mínima parte del trabajo, es cierto; la otra es una chamba enorme. Cuando fui cónsul en Miami había jornadas en las que debíamos atender a cientos de compatriotas; las colas eran enormes y hasta mis hijos debían ayudar en la organización. Ese es el trabajo diplomático que no se ve. Por eso algunos amigos escritores que probaron suerte en la diplomacia me decían, luego de renunciar, ‘¿A qué hora se puede escribir en este trabajo?’. Yo les contestaba: ‘Pues en la madrugada. A esa hora yo he escrito todo lo que tengo’”.
La madrugada ha sido, pues, el momento en el que el lagunero Valdés-Díaz-Vélez saca de paseo a las musas. Su trabajo en el servicio exterior consume las horas claras del día, lo que torna doblemente meritorio que gane y gane premios por su madrugante brega poética y que ponga con bienvenida frecuencia el nombre de Torreón tan alto.
Jorge Valdés Díaz-Vélez nació en Torreón en 1955. Ha recibido los premios nacionales de Plural (1985), de Poesía Aguascalientes (1998) y el internacional de Poesía Miguel Hernández-Comunidad Valenciana (2007). Entre otros, ha publicado los libros Tiempo fuera (1988-2005), (México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2007), Los Alebrijes (Madrid, Hiperión, 2007) y Otras horas (Quálea, 2010). Como Miembro de Carrera del Servicio Exterior ha servido en las embajadas de México en Argentina, España, Costa Rica y Cuba, y en el Consulado General en la ciudad de Miami.
En cuanto a Mapa mudo, el poemario que ya porta los laureles del premio Hermanos Machado, el jurado destaca “su coherencia formal y temática, la multiplicidad de temas abarcados por estos poemas, la voz personal del autor y la perfección formal de la obra”. Resalta además “la capacidad de pensamiento y de descripción de un mundo, tanto mexicano como europeo”.
No está de más recordar que la primera convocatoria de este certamen fue escuchada por 180 poetas; parte del premio para el poeta lagunero es la impresión de su libro con un tiraje de dos mil ejemplares; según los cables, “aparecerá en la colección de poesía Vandalia de la Fundación José Manuel Lara, y el premio se entregará en un acto oficial, en febrero, en el sevillano Monasterio de Santa Clara, futura sede de la casa de los Poetas, según anunció la delegada de Cultura del Ayuntamiento de Sevilla, Maribel Montaño”. Felicidades, por todo, al amigo Jorge Valdés. Acá lo esperamos de nuevo para que se aviente otra machaquita de la suerte.
Hoy, AMLO en Torreón
Hoy miércoles 12 de enero a las 4 de la tarde estará Andrés Manuel López Obrador en la plaza de armas de Torreón. Se tratará de un acto público, abierto y plural. Por allí nos vemos.