miércoles, enero 05, 2011

Paracaídas colectivo



Los paracaídas que no abren conducen a la muerte, salvo el Paracaídas que no abre de Alejandro Páez y Laura de Ita (Almadía, México, 2008, 63 pp.), que conduce al goce de la palabra hecha tinta y hecha canto. Fue de los libros que leí en 2010 y a los que por falta de tiempo no les dediqué un puñado de renglones. Resarzo aquí, en mis últimos segundos de vacaciones, la omisión para compartir lo que en sí mismo es un producto compartido, un Paracaídas… abierto a la vista y al oído de quienes se acerquen.
Se trata de un libro armado con trabajo visiblemente colectivo. Aunque breve, la belleza de la edición y la suma de esfuerzos que convocó dan la impresión de que es amplio, una casa con muchos pasadizos y muchas puertas. De Alejandro Páez Varela son las veinte prosas poéticas que sirven de base al libro, a lo que se añade un montón de excelentes fotos impresas a color, todas tomadas en las sesiones de grabación del disco compacto que complementa al libro.
En efecto, impreso en pasta dura color azul eléctrico, en la segunda guarda hay una bolsita que sirve de recipiente al cd que almacena doce tracks con versiones musicalizadas de los textos apoquinados por Páez Varela. Al final, todo junto, el producto es muy atractivo pues concilia literatura, fotografía y música, a lo que debemos incluir diseño editorial en papel y en internet. Sí, en internet, pues como lo señala desde su cuarta y “Siguiendo una corriente internacional de democratizar el acceso a la cultura, Almadía y los autores han decidido regalar la música. Visite: http://www.paracaidasquenoabre.com/”.
Paracaídas… es entonces un libro colectivo y sin aldabas. Con la desconfianza que surge en estos casos, he visitado la página donde está la música y allí se encuentra, disponible para quien sea, como lo promete la cuarta de forros en el libro tradicional. Hay allí, claro, más pestañas, una de ellas con los colaboradores de este condominio: los ya mencionados Páez y De Ita, y los músicos Érik Bergman, Raymundo Vera, Gerardo Pozos, Adrew Cameron, Marina de Ita, Enrique Pérez, Renata Wimer y Ari Brickman; a ellos se sumaron Jaime López, Vanessa Bauche, Patricia Llaca, Dolores Tapia, José Luis Domínguez, Abel Membrillo, Juan Cristóbal Pérez, Martha Claudia Moreno, Carmina Narro, Álvaro Guerrero y Guillermo Quijas, entre los más visibles.
La idea de colocar música en las prosas de Alejandro Páez parece desafiante. En la mayoría de los casos el problema fue resuelto con lectura (como en el segundo track, donde lee Patricia Llaca, o en el tercero y cuarto, donde lo hacen respectivamente Jaime López y Vanessa Bauche). En otros, el canto discurrió sin el encuadre que propicia y facilita el verso, pero resulta asombrosamente logrado.
Al final, pese a todo, Paracaídas… es un libro y como tal debe basar su calidad en los textos. Ya comenté, de pasadita nomás, que son prosas poéticas, desamorosas evocaciones, estados de ánimo, instantáneas interiores. Páez Varela tensa allí la cuerda de su emoción y nos acerca a sus visiones, como en la 10 (“Lejos de ti, me atengo al sereno”): “Muerto de ti, por ti, no puedo sino dejarte ir y suspenderme en éter para que no me duelan las plantas de los pies, la piel sometida a la ropa, los pulmones cuando el aire se abre paso, el pecho sacudido por disparos de la aorta. Muerto de ti, lejos, renuncio a pensar siquiera porque el cerebro es un badajo. Lejos de ti, menos despierto, me unto a la ventana como vaho si imagino que pasarás.
Por lo menos dame cápsulas de ti para no extrañarte, para no sentirte lejos sino en mí, parte de mí, hojuelas de mi cereal, tapiz de cada cantina a la que me entrego. Dame cápsulas de ti que contengan esencias de tu labio inferior, pequeña luz roja que ilumina incluso a un ciego como yo. Cápsulas, mi amor, para disponerte en cada viaje, si es que arrastro la cobija, o simplemente para cuando no estás. (…) Muerto, floto en el aire por ti, ligero, como el humo del cigarro que devoro para terminar este texto.
Lejos de ti, me atengo al sereno”.
En total, Paracaídas... es un experimento bienvenido. Bienvenido es porque los experimentos no son comunes entre nosotros. Ni en ciencia ni en arte, así que vayamos a conocerlo. Está en línea, a merced de todos.