Nunca ha resbalado de mi memoria la inmortal secuencia en la que los maleantes discuten casi filosóficamente el tema de las propinas en la película Perros de reserva (1992), de Quentin Tarantino. Son tipos duros, se dedican a robar, y a diferencia de lo que ocurre con otros tipos duros en otras películas con tipos duros, los de Tarantino suelen discutir minucias de la vida cotidiana, tal y como las discute todo mundo a toda hora. Los sujetos son presentados por el orquestador del atraco, quien les pone motes cromáticos para evitar que alguno suelte la sopa en caso de que sea capturado por la policía. Terminan de comer y llega el momento de pagar. Es aquí donde se da el diálogo que atiza el Señor Rosa personificado por el fregonazo Steve Buscemi (he copiado ese debate de una web; creo que es sustancialmente fiel a lo que propone el film en inglés; añadí en corchetes el nombre de los actores):
“JOE [Lawrence Tierney, quien es el cabecilla]: Bueno, yo me ocupo de la cuenta, y ustedes de la propina. Un dólar cada uno. Y tú, cuando vuelva quiero mi agenda.
SEÑOR BLANCO [Hervey Keitel]: Lo siento, ahora es mía.
JOE: He cambiado de idea. Pégale un tiro a esta mierda.
EDDIE [Chris Penn]: Bueno, todos a aflojar la propina para la señorita. Vamos, suelta un dólar.
SEÑOR ROSA [Steve Buscemi]: Ah, no doy propinas.
EDDIE: ¿No das propinas?
SEÑOR ROSA: No, no creo en eso.
EDDIE: ¿No crees en dar propinas?
SEÑOR AZUL [Edward Bunker]: ¿Sabes lo que ganan esas chicas? Una mierda.
SEÑOR ROSA: No jodas, si no ganan bastante... pueden renunciar.
EDDIE: Ni un puto judío tendría huevos para decir eso. Bueno, a ver si me aclaro. ¿Tú nunca dejas propina?
SEÑOR ROSA: Aunque esté bien visto, no me siento obligado a hacerlo. De acuerdo, si alguien se lo merece, si se esfuerza, doy algo extra, pero dar propina porque sí, por costumbre, no va conmigo. ¡Es de idiotas! Al fin y al cabo sólo están haciendo su trabajo.
SEÑOR AZUL: La chica es simpática.
SEÑOR ROSA: No está mal. Pero tampoco es nada especial.
SEÑOR AZUL: ¿Qué querías, que te la chupara debajo de la mesa?
EDDIE: Yo por eso daría una buena propina.
SEÑOR ROSA: Oye, he pedido un café, ¿no? Llevamos aquí bastante tiempo y sólo me ha llenado la taza tres veces. Cuando pido un café quiero que me sirvan seis veces.
SEÑOR RUBIO [Michael Madsen]: Seis veces… Bueno, ¿y si está demasiado ocupada?
SEÑOR ROSA: Ocupada no debería estar en el vocabulario de una buena camarera.
EDDIE: Disculpe, Señor Rosa, lo último que necesita es otro café. Lo pone muy nervioso.
SEÑOR ROSA: Venga ya, estas mujeres no están muertas de hambre. Cobran el salario mínimo. Yo también trabajé así, cobrando eso, pero entonces no tuve la suerte de que alguien me diera propina.
SEÑOR AZUL: ¿No te preocupa que para vivir necesiten tus propinas?
SEÑOR ROSA: ¿Sabes qué es esto? El único violín del mundo que escuchan las camareras.
SEÑOR BLANCO: No tienes ni idea de lo que estás diciendo. Esta gente se rompe el culo. Es un trabajo duro.
SEÑOR ROSA: Y trabajar en McDonald también, pero a ellos no les dejas propina. ¿Por qué no? Te sirven igual, pero no, la sociedad dice: ‘No dejes propina a estos, sin embargo dásela a aquellos hijos de puta’.
SEÑOR BLANCO: La hostelería es la mayor ocupación de las mujeres sin cualificación y sin estudios de este país. Es el único trabajo que cualquier mujer puede hacer para ganarse la vida. Y la base son las propinas.
SEÑOR ROSA: Que les den por el culo. Siento mucho que el gobierno les haga pagar impuestos, pero qué vamos a hacer, no es culpa mía. Además, para qué tanto lío. Las camareras no son las únicas a las que el gobierno jode por costumbre. Mira, si me presentas un escrito protestando para que no lo hagan, lo firmaré, votaría en contra de ello… (…)
SEÑOR NARANJA [Tim Roth]: Me ha convencido. Devuélveme mi dólar.
EDDIE: ¡Eh! Deja ahí el dinero.
JOE: Bueno, señores, es hora de irse. Un momento… ¿quién no ha puesto?
SEÑOR NARANJA: El Señor Rosa.
JOE: ¿El Señor Rosa? ¿Por qué no?
SEÑOR NARANJA: Nunca deja.
JOE: ¿Nunca deja propina? ¿Por qué no dejas nunca?
SEÑOR NARANJA: No cree en eso.
JOE: ¡Cállate! ¿Cómo es que no crees en eso? ¡Vamos, suelta un dólar, maldito tacaño! Te he pagado el desayuno.
SEÑOR ROSA: Bueno, está bien, como me has invitado pagaré, pero normalmente no lo hago.
JOE: Me da igual lo que hagas normalmente, tú suelta un puto dólar como todos los demás. ¡Gracias!”
Sobre lo mismo, acabo de leer que está en debate un proyecto de ley que pretende hacer obligatorio un diez por ciento de propina al consumo gastronómico en Argentina. Los que están en contra dicen que con eso se desnaturalizaría el sentido de ese “extra”, que es una voluntaria gratificación al buen servicio, lo que a la postre es un “adicional” al sueldo. Por mi parte, nunca he entendido bien el asunto de las propinas. Quisiera, claro, que no hubiera necesidad de dar propinas, pero para que eso ocurra es necesario que mejoren los salarios. Lo más extraño es que en los restaurantes la propina se enjareta casi de cajón, como ley no escrita. ¿Acaso los meseros tienen más necesidad que los taxistas o lo plomeros o las mucamas o los lavacoches? El de la propina es un acto que me sigue pareciendo enigmático. No sé a quién se le ocurrió y por qué nomás se maneja como dogma en los restaurantes. Si lo pensamos bien, es muy raro, tan raro como todo lo que nos rodea.
“JOE [Lawrence Tierney, quien es el cabecilla]: Bueno, yo me ocupo de la cuenta, y ustedes de la propina. Un dólar cada uno. Y tú, cuando vuelva quiero mi agenda.
SEÑOR BLANCO [Hervey Keitel]: Lo siento, ahora es mía.
JOE: He cambiado de idea. Pégale un tiro a esta mierda.
EDDIE [Chris Penn]: Bueno, todos a aflojar la propina para la señorita. Vamos, suelta un dólar.
SEÑOR ROSA [Steve Buscemi]: Ah, no doy propinas.
EDDIE: ¿No das propinas?
SEÑOR ROSA: No, no creo en eso.
EDDIE: ¿No crees en dar propinas?
SEÑOR AZUL [Edward Bunker]: ¿Sabes lo que ganan esas chicas? Una mierda.
SEÑOR ROSA: No jodas, si no ganan bastante... pueden renunciar.
EDDIE: Ni un puto judío tendría huevos para decir eso. Bueno, a ver si me aclaro. ¿Tú nunca dejas propina?
SEÑOR ROSA: Aunque esté bien visto, no me siento obligado a hacerlo. De acuerdo, si alguien se lo merece, si se esfuerza, doy algo extra, pero dar propina porque sí, por costumbre, no va conmigo. ¡Es de idiotas! Al fin y al cabo sólo están haciendo su trabajo.
SEÑOR AZUL: La chica es simpática.
SEÑOR ROSA: No está mal. Pero tampoco es nada especial.
SEÑOR AZUL: ¿Qué querías, que te la chupara debajo de la mesa?
EDDIE: Yo por eso daría una buena propina.
SEÑOR ROSA: Oye, he pedido un café, ¿no? Llevamos aquí bastante tiempo y sólo me ha llenado la taza tres veces. Cuando pido un café quiero que me sirvan seis veces.
SEÑOR RUBIO [Michael Madsen]: Seis veces… Bueno, ¿y si está demasiado ocupada?
SEÑOR ROSA: Ocupada no debería estar en el vocabulario de una buena camarera.
EDDIE: Disculpe, Señor Rosa, lo último que necesita es otro café. Lo pone muy nervioso.
SEÑOR ROSA: Venga ya, estas mujeres no están muertas de hambre. Cobran el salario mínimo. Yo también trabajé así, cobrando eso, pero entonces no tuve la suerte de que alguien me diera propina.
SEÑOR AZUL: ¿No te preocupa que para vivir necesiten tus propinas?
SEÑOR ROSA: ¿Sabes qué es esto? El único violín del mundo que escuchan las camareras.
SEÑOR BLANCO: No tienes ni idea de lo que estás diciendo. Esta gente se rompe el culo. Es un trabajo duro.
SEÑOR ROSA: Y trabajar en McDonald también, pero a ellos no les dejas propina. ¿Por qué no? Te sirven igual, pero no, la sociedad dice: ‘No dejes propina a estos, sin embargo dásela a aquellos hijos de puta’.
SEÑOR BLANCO: La hostelería es la mayor ocupación de las mujeres sin cualificación y sin estudios de este país. Es el único trabajo que cualquier mujer puede hacer para ganarse la vida. Y la base son las propinas.
SEÑOR ROSA: Que les den por el culo. Siento mucho que el gobierno les haga pagar impuestos, pero qué vamos a hacer, no es culpa mía. Además, para qué tanto lío. Las camareras no son las únicas a las que el gobierno jode por costumbre. Mira, si me presentas un escrito protestando para que no lo hagan, lo firmaré, votaría en contra de ello… (…)
SEÑOR NARANJA [Tim Roth]: Me ha convencido. Devuélveme mi dólar.
EDDIE: ¡Eh! Deja ahí el dinero.
JOE: Bueno, señores, es hora de irse. Un momento… ¿quién no ha puesto?
SEÑOR NARANJA: El Señor Rosa.
JOE: ¿El Señor Rosa? ¿Por qué no?
SEÑOR NARANJA: Nunca deja.
JOE: ¿Nunca deja propina? ¿Por qué no dejas nunca?
SEÑOR NARANJA: No cree en eso.
JOE: ¡Cállate! ¿Cómo es que no crees en eso? ¡Vamos, suelta un dólar, maldito tacaño! Te he pagado el desayuno.
SEÑOR ROSA: Bueno, está bien, como me has invitado pagaré, pero normalmente no lo hago.
JOE: Me da igual lo que hagas normalmente, tú suelta un puto dólar como todos los demás. ¡Gracias!”
Sobre lo mismo, acabo de leer que está en debate un proyecto de ley que pretende hacer obligatorio un diez por ciento de propina al consumo gastronómico en Argentina. Los que están en contra dicen que con eso se desnaturalizaría el sentido de ese “extra”, que es una voluntaria gratificación al buen servicio, lo que a la postre es un “adicional” al sueldo. Por mi parte, nunca he entendido bien el asunto de las propinas. Quisiera, claro, que no hubiera necesidad de dar propinas, pero para que eso ocurra es necesario que mejoren los salarios. Lo más extraño es que en los restaurantes la propina se enjareta casi de cajón, como ley no escrita. ¿Acaso los meseros tienen más necesidad que los taxistas o lo plomeros o las mucamas o los lavacoches? El de la propina es un acto que me sigue pareciendo enigmático. No sé a quién se le ocurrió y por qué nomás se maneja como dogma en los restaurantes. Si lo pensamos bien, es muy raro, tan raro como todo lo que nos rodea.