Tomo un fragmento de las palabras que Saúl Rosales escribió para presentar, el jueves pasado, la segunda serie de la colección de libros auspiciada por la UAdeC. Quiero insistir en un hecho irrefutable que por cierto aprendí años ha de Saúl: la importancia que tiene la publicación de libros por parte de las universidades. Van pues las palabras de Saúl:
"Con la proverbial tenacidad (terquedad) de los habitantes del norte árido, mi admirable amigo Gerardo Segura me insistió para que yo presentara, junto con Claudia Berrueto, la segunda serie de libros de la Colección Siglo XXI Escritores Coahuilenses, publicada por la Universidad Autónoma de Coahuila. Yo me resistí. En general evito salir de mi catacumba si no es para ir a ganarme los maravedíes de la quincena. Pero sobre todo eludía el compromiso de la presentación porque mi condición de milusos me ata a muchas obligaciones asalariadas y porque mi condición de milusos me deja cada día como minero de Pasta de Conchos, sin fuerzas ni para escribir mi testamento. A mi edad es una obligación asentar el ocio en el bosque, en la playa o en la nada.
Sin tiempo ni energía disponibles tenía la justificación para resistirme a la insistencia de Gerardo. No me estimulaba ni la tentación de convivir en esta mesa con Claudia Berrueto, amiga de mi especial aprecio. Pero triunfaron sobre mí, es decir, me derrotaron, el tesón de vencedor del desierto de Gerardo y mi vergüenza porque parecía que quería poner a mi amigo en el papel de Jorge Negrete en la canción de El rogón. Por eso estoy ahora participando en esta presentación de libros publicados por nuestra Universidad, lo que es un mayúsculo motivo de júbilo hasta para mi osamenta y mi ánimo minados.
Sé que no escribí nada bueno para hablar de tan buenos libros publicados por la Universidad Autónoma de Coahuila, por eso esta larga introducción trata de disculparme.
No lo hice bien. Si no me creen, escuchen lo que alcancé a redactar con mi mente constreñida (y estreñida) por la falta de tiempo y energía.
Es motivo de júbilo la presentación de libros de autores que conocemos y de autores que desconocemos. Sin embargo esta vez prefiero encomiar el que sea una universidad, la Universidad Autónoma de Coahuila, quien patrocina una segunda serie de volúmenes de Escritores Coahuilenses. Y no por la calidad de los autores, que en general es extremadamente meritoria, sino porque nuestra Universidad –nuestra porque es de nuestro estado y nuestra porque me honra permitiéndome ejercer el magisterio en sus aulas– nuestra Universidad, digo, cumple la noble tarea de dar cause a un caudal editorial mientras instancias que también debieran hacerlo no incluyen esta labor entre sus afanes. A la institución que la sociedad conoce como universidad se le ha asignado la difusión cultural como una de sus funciones fundamentales. La publicación de libros es una de las más trascendentes formas de la difusión cultural y en proporción con las casas de estudios superiores que nos adornan puede decirse que no existe.
En nuestro tiempo tan alejado de los libros y tan encaminado a la incultura y la barbarie, es un acto de fe en la potencia del espíritu publicar libros de literatura como los de la colección que la Universidad Autónoma de Coahuila presenta ahora. Gracias a la serie de volúmenes que la Universidad pone a disposición de todos los lectores disfrutaremos la convivencia con autores que nos son cercanos y con otros que lo serán gracias a la Colección Siglo XXI de Escritores Coahuilenses. Recordemos que en la primera serie otra buena camada de laguneros tuvimos la oportunidad de aparecer publicados.
Mediante los volúmenes de esta colección, la Universidad nos da a los lectores la oportunidad de conocer y reconocer una parte significativa de las letras coahuilenses. Tenemos en la nueva serie el ensayo, con su lucidez; la poesía, con su esencialidad; la narrativa, con su riqueza y aun el guión cinematográfico que más allá de las imágenes previstas nos instala, con el empleo de la palabra, en un momento y un espacio de nuestra lengua, la del coloquio cotidiano.
Si pretendemos “comprender nuestro interior y nuestro exterior”, como en su lúcido libro de esta colección (Microcosmos. El hombre como compendio del ser) propone Mauricio Beuchot, entre los mejores instrumentos para lograrlo encontraremos los libros, y entre ellos, los que son como los que nos ofrece la Universidad en esta serie.
La paranoia de aficionado a la lectura me lleva como a otros a ver no pocos indicios de acechanzas contra el libro. No ataques directos que pretendan desterrarlo, sino la promoción y la protección desmedidas de competidores que restan el tiempo que antes se le dedicaba. Por eso a la menor provocación, quienes creemos en el libro como valioso invento de la humanidad que conviene preservarse, debemos resaltar sus bondades y los esfuerzos de quienes lo producen y que, a pesar de todo, lo mantienen en una robusta vida.
Libros de literatura como los de esta serie nos llevan a extremos lingüísticos en los que la palabra es cieno o manjar, armonía o estridencia, experimento fallido o mezcla revolucionaria; y también a geografías remotas o imaginarias; a todos los tiempos y a las complejidades floridas o erosionadas de las sociedades y de las almas, y en sus viajes los lectores encontramos el refugio de mundos si no mejores, sí distintos y completamente abiertos.
El libro de literatura además de entretener a desocupados y ocupados, como dice el Quijote, ayuda a pensar y no sólo estimula el raciocinio sino excita la imaginación y agiliza la mente, por lo que es antídoto contra el irracionalismo que los altos poderes mundiales están inoculando en las sociedades para convertirlas en masas productoras de riqueza que no reclamen más que diversión fútil, sexo abundante e hipocresía litúrgica. Estas tres cosas, se puede apreciar fácilmente, tienen como común denominador el irracionalismo.
Celebremos esta memorable tarea editorial institucional. Y aunque sueno como vocero oficial y puede parecer que lo soy, sin serlo, hablo como hombre que ha encontrado en los libros muchas explicaciones para las interrogaciones internas y para las que me arroja el exterior, quiero decir, hablo como ser humano agradecido por lo mucho que los libros me han ayudado para aligerar el peso de sobrellevar la vida.
Esta segunda serie de la Colección Siglo XXI de Escritores Coahuilenses de la Universidad Autónoma de Coahuila con sus volúmenes me ayudará a seguir resolviendo enigmas de la vida y a embeberme sin magnetismos pragmáticos con el goce de la lectura. Supongo que lo mismo hará con todos los que se adentren en sus páginas. Compartamos el júbilo por los nuevos libros".
Sin tiempo ni energía disponibles tenía la justificación para resistirme a la insistencia de Gerardo. No me estimulaba ni la tentación de convivir en esta mesa con Claudia Berrueto, amiga de mi especial aprecio. Pero triunfaron sobre mí, es decir, me derrotaron, el tesón de vencedor del desierto de Gerardo y mi vergüenza porque parecía que quería poner a mi amigo en el papel de Jorge Negrete en la canción de El rogón. Por eso estoy ahora participando en esta presentación de libros publicados por nuestra Universidad, lo que es un mayúsculo motivo de júbilo hasta para mi osamenta y mi ánimo minados.
Sé que no escribí nada bueno para hablar de tan buenos libros publicados por la Universidad Autónoma de Coahuila, por eso esta larga introducción trata de disculparme.
No lo hice bien. Si no me creen, escuchen lo que alcancé a redactar con mi mente constreñida (y estreñida) por la falta de tiempo y energía.
Es motivo de júbilo la presentación de libros de autores que conocemos y de autores que desconocemos. Sin embargo esta vez prefiero encomiar el que sea una universidad, la Universidad Autónoma de Coahuila, quien patrocina una segunda serie de volúmenes de Escritores Coahuilenses. Y no por la calidad de los autores, que en general es extremadamente meritoria, sino porque nuestra Universidad –nuestra porque es de nuestro estado y nuestra porque me honra permitiéndome ejercer el magisterio en sus aulas– nuestra Universidad, digo, cumple la noble tarea de dar cause a un caudal editorial mientras instancias que también debieran hacerlo no incluyen esta labor entre sus afanes. A la institución que la sociedad conoce como universidad se le ha asignado la difusión cultural como una de sus funciones fundamentales. La publicación de libros es una de las más trascendentes formas de la difusión cultural y en proporción con las casas de estudios superiores que nos adornan puede decirse que no existe.
En nuestro tiempo tan alejado de los libros y tan encaminado a la incultura y la barbarie, es un acto de fe en la potencia del espíritu publicar libros de literatura como los de la colección que la Universidad Autónoma de Coahuila presenta ahora. Gracias a la serie de volúmenes que la Universidad pone a disposición de todos los lectores disfrutaremos la convivencia con autores que nos son cercanos y con otros que lo serán gracias a la Colección Siglo XXI de Escritores Coahuilenses. Recordemos que en la primera serie otra buena camada de laguneros tuvimos la oportunidad de aparecer publicados.
Mediante los volúmenes de esta colección, la Universidad nos da a los lectores la oportunidad de conocer y reconocer una parte significativa de las letras coahuilenses. Tenemos en la nueva serie el ensayo, con su lucidez; la poesía, con su esencialidad; la narrativa, con su riqueza y aun el guión cinematográfico que más allá de las imágenes previstas nos instala, con el empleo de la palabra, en un momento y un espacio de nuestra lengua, la del coloquio cotidiano.
Si pretendemos “comprender nuestro interior y nuestro exterior”, como en su lúcido libro de esta colección (Microcosmos. El hombre como compendio del ser) propone Mauricio Beuchot, entre los mejores instrumentos para lograrlo encontraremos los libros, y entre ellos, los que son como los que nos ofrece la Universidad en esta serie.
La paranoia de aficionado a la lectura me lleva como a otros a ver no pocos indicios de acechanzas contra el libro. No ataques directos que pretendan desterrarlo, sino la promoción y la protección desmedidas de competidores que restan el tiempo que antes se le dedicaba. Por eso a la menor provocación, quienes creemos en el libro como valioso invento de la humanidad que conviene preservarse, debemos resaltar sus bondades y los esfuerzos de quienes lo producen y que, a pesar de todo, lo mantienen en una robusta vida.
Libros de literatura como los de esta serie nos llevan a extremos lingüísticos en los que la palabra es cieno o manjar, armonía o estridencia, experimento fallido o mezcla revolucionaria; y también a geografías remotas o imaginarias; a todos los tiempos y a las complejidades floridas o erosionadas de las sociedades y de las almas, y en sus viajes los lectores encontramos el refugio de mundos si no mejores, sí distintos y completamente abiertos.
El libro de literatura además de entretener a desocupados y ocupados, como dice el Quijote, ayuda a pensar y no sólo estimula el raciocinio sino excita la imaginación y agiliza la mente, por lo que es antídoto contra el irracionalismo que los altos poderes mundiales están inoculando en las sociedades para convertirlas en masas productoras de riqueza que no reclamen más que diversión fútil, sexo abundante e hipocresía litúrgica. Estas tres cosas, se puede apreciar fácilmente, tienen como común denominador el irracionalismo.
Celebremos esta memorable tarea editorial institucional. Y aunque sueno como vocero oficial y puede parecer que lo soy, sin serlo, hablo como hombre que ha encontrado en los libros muchas explicaciones para las interrogaciones internas y para las que me arroja el exterior, quiero decir, hablo como ser humano agradecido por lo mucho que los libros me han ayudado para aligerar el peso de sobrellevar la vida.
Esta segunda serie de la Colección Siglo XXI de Escritores Coahuilenses de la Universidad Autónoma de Coahuila con sus volúmenes me ayudará a seguir resolviendo enigmas de la vida y a embeberme sin magnetismos pragmáticos con el goce de la lectura. Supongo que lo mismo hará con todos los que se adentren en sus páginas. Compartamos el júbilo por los nuevos libros".