domingo, junio 07, 2009

Premio a Travesti



Felicitemos a Carlos Reyes (Torreón, 1976) porque acaba de agenciarse el Premio Binacional de Novela Joven Frontera de Palabras/Border of Words 2009. A continuación, una entrevista y, luego, el arranque de su novela:
o
¿De qué trata tu novela (protagonistas, ubicación geográfica, época)?
Sobre el fenómeno del travestismo en Torreón. Son tres historias de tres distintos travestis. El primero se llama Sonia y anduvo circulando por acá en los sesenta en la zona de tolerancia. El segundo es Verónica Verano, también de la zona, pero cuyo auge más bien fue en los ochentas; y el tercero, Paulina, ya en la época actual y más bien en La Rueda. Algunas de las escenas se ubican en la frontera norte del país, sobre todo las andanzas del travesti llamado Sonia.
o
¿Cuándo la escribiste y motivado por qué?
Empecé a escribirla en el 2005. Al principio estaba escribiendo un libro de relatos, y me faltaba uno que ya estaba en mi planificación; era un relato sobre travestis. Comencé a hacer una investigación, y cuando me di cuenta ya tenía demasiado material y muchísimas historias. El relato resultó insuficiente, así nació esta novela.
o
¿Qué tanto embona o que tanto se separa de tus anteriores obras?
Se separa de todas definitivamente en temática y forma, pero bueno, casi todos mis libros han sido muy diferentes entre sí. Por ejemplo, de la novela anterior, no creo que tenga similitudes más que la flexibilidad de la estructura y la forma en que el tiempo se rompe, pero en temática son muy distintas. Y de los libros de poesía, pues ni hablamos, supongo que nada tiene qué ver con ellos. Pero opino que es un libro raro, y en eso es similar a todos los demás, al menos es lo que me gusta e intento hacer.
o
¿Qué extensión y estructura tiene tu novela?
La novela tiene 120 cuartillas, no es muy larga, pero tampoco llega a ser una novela corta. Rápida sí, sus capítulos son breves, son de fácil lectura. La estructura es rara, a veces estamos en los sesentas con Sonia, luego en el 2005 en La Rueda. Además incluyo una entrevista y algunos capítulos más cercanos a ensayos sobre el travestismo, y esos se van mezclando sin una aparente relación. El único eje que sostiene el libro sería en todo caso el “travestismo”, ya que de alguna forma intenté yo mismo como autor travestir mi obra, hacer de mi novela un fenómeno travesti. ¿Si lo logré o no? A ver qué opina la gente, pero creo que el objetivo se cumplió: hablar del fenómeno travesti sin usar un discurso moralista ni caer en etiquetas como literatura gay, no se apoya ni se ataca el travestismo, simplemente se cuenta una (¿varias?) historias donde los personajes principales son travestis. Esta novela no aborda el tema gay ya que el travestismo no es inherente a la homosexualidad.
o
¿Qué significado tiene para ti este nuevo premio?
Tiene varios: 1) me ayuda a terminar de convencerme que cuando haces las cosas sin intentar ser nadie funciona mejor, sale algo más propio, y creo que este premio es la prueba de que por ahí es por dónde; 2) me ayuda a seguir vigente en las publicaciones, seguir y trabajando; y 3) para mí significa mucho poder ganar un premio desde la provincia, porque me queda claro que no es necesario ir al centro para triunfar.
o
Nuestra Señora de las Flores (primer capítulo de la novela Travesti)
Camelia vendía flores de papel que ella misma elaboraba. Solían llamarla “Nuestra Señora de las Flores”. Hacía de “Celestina” presentando señores con señoras. Como toda mujer romántica creía en el amor. Montaba valses para quinceañeras. En el fondo de su corazón seguía siendo una chiquilla enamorada. Camelia no era mujer. Su verdadero nombre era Carlos Pérez. Fue el primer travesti de Torreón allá en los sesenta. Hoy su nombre es un emblema.
—¿Quéee? pérate, pérate, pérate. ¿Era hombre?
—Sí, se llamaba Carlos, vivía en la Leandro Valle y...
—¿Fue el primer travesti de Torreón?
—La primer “vestida”, exactamente. Aunque no total. Se maquillaba, se peinaba como mujer, usaba aretes, y collares, traía las uñas arregladas, pero se vestía con pantalones de hombre, camisetas y zapatos de mujer. No se “vestía” totalmente, pero era lo más cercano.
—Pero ¿no era cierto eso de las flores y lo de la Celestina y lo de los valses, verdad?
—Todo es cierto. Eso hacía La Camelia. ¿Qué quieres? Era una romántica.
—¿De qué años estamos hablando?
—De los sesentas.
—¿Todavía vive?
—No, ya murió.
—¿De qué?
—Dicen que de Sida, pero no es cierto. Antes decían eso siempre que se moría un homosexual, pero Camelia no murió así.
—¿Cómo sabes?
—Camelia antes que travesti y homosexual, era una dama. Se portaba bien, no era una loca, era tierna, linda, sana. Era raro verla en la Zona, donde sí andaban los maridos de las mujeres que dijeron que murió de Sida. Esos maridos que por cierto preferían bailar, tomar, platicar y hasta pichonear con las vestidas que con las prostitutas.
—¿Se las cogían?
—Unos sí, otros no. La cuestión es que en aquel entonces no sabían que eran hombres. Cuando descubrían el truco, a veces las golpeaban y unos hasta las mataban. Otros se hacían los indignados frente a los cuates, pero de rato regresaban.
—¿Neta?
— (Silbido de afirmación)
—Bueno, a ver, ¿qué pedo? ¿Qué pasó con la Camelia, y las flores? ¿Qué más?
—Ah, guey, si el morbo es cabrón, ¿verdad?
—Ándale, ya, síguele, ¿estaba guapa?
—Camelia era un hada atrapada en un terrible cuento.