domingo, junio 21, 2009

Camerata quinceañera



Modestia al margen, fui, si no el primero, sí de los primeros en aplaudir la feliz iniciativa de fundar una camerata, la Camerata de Coahuila, y establecer su sede en Torreón. En efecto, el primero de julio de 1994, hace exactamente quince años, escribí y publiqué, con la prosa agreste que todavía me gastaba en aquel año trágico para la política de nuestro país, que la Camerata abría una oportunidad espléndida en el contexto de la cultura regional, pues por primera vez en la historia de La Laguna se asentaría una instancia que de manera profesional y sistemática iba a dedicar aquí su esfuerzo a la difusión y el fomento de la música grande.
Creo que pocos imaginaron que un emprendimiento como el de la Camerata lograría permanecer vivita y tocando durante quince años. Y así es, pues en los días que corren esta institución cumple década y media de existencia y todo indica que en tal lapso ha echado raíces firmes para permanecer durante muchos años más, tantos como queramos los laguneros.
En mi texto celebratorio por el nacimiento de la agrupación cerré con una felicitación enfática “a los músicos de nuestra Camerata (músicos que deben hacer escuela), al personal administrativo, al matrimonio de los Santibáñez [Ricardo y Lucrecia], al patronato, al director Ramón Shade y a la encantadora Cristy Matouk [quien por entonces era la gerente]”. A esos músicos, a esos administrativos, a ese director y a ese patronato hay que reiterarles ahora una felicitación retroactiva, pues gracias a su iniciativa, gracias a lo que antes fue aventura de unos pocos, la Camerata es hoy una realidad tangible, viva, sólida y definitivamente fructífera en la historia del arte lagunero.
Dije allí, ojo: “músicos que deben hacer escuela”. En aquel momento no sabía bien a bien lo que afirmaba, es cierto, pero la presencia de músicos profesionales mexicanos y extranjeros resultó definitiva en la creación de un clima favorable para la música culta en la región. Con la Camerata llegó una ola de maestros voluntarios e involuntarios, de músicos que además de formar parte de esta agrupación han ido diseminando sus conocimientos entre muchos prospectos laguneros. Gracias a la Camerata cuajó entonces un saludable ambiente de instrucción musical en La Laguna con maestros como Natalia Riazanova, Joel de Santiago y Tatul Yeghizarian, entre otros; además, se multiplicaron las presentaciones de ensambles o formaciones parecidas en actividades culturales y sociales que antes no contaban con música clásica en sus programas.
Asimismo, y dado el entorno en el que debía operar, la Camerata se propuso desde su fundación no concentrar sus empeños en el escaso público especializado, de ahí que entre sus iniciativas vertebrales haya estado la de ofrecer “conciertos didácticos”, es decir, presentaciones en las que junto con la ejecución, ya de por sí valiosa, el público es informado en vivo sobre las piezas interpretadas, sobre los instrumentos, sobre los géneros, sobre los compositores y, en general, sobre todo aquello que ayude a crear las bases necesarias para alcanzar una mejor inteligencia del arte musical.
La Camerata ha tenido dos escenarios magníficos: el Teatro Isauro Martínez y el Teatro Nazas, ambos de Torreón. Su labor, sin embargo, no ha quedado encerrada en esos queridos recintos, pues ha desempeñado un papel de representante cultural de La Laguna en foros igualmente importantes como el Palacio de Bellas Artes, el alcázar del Castillo de Chapultepec, además de escenarios en festivales de Estados Unidos y Cuba. La Camerata ha acompañado también a solistas con reconocimiento internacional, como Ramón Vargas, Carlos Prieto, Horacio Franco, Edison Quintana, Jorge Federico Osorio, Román Revueltas, Emilio Angulo, Stefan Milenkovic, Pilar Rioja, Fernando de la Mora, Jorge López Yánez, Walter Boeykens, entre otros, y ha presentado conciertos misceláneos, todos de calidad, en cada una de sus nutridas temporadas. Su página web afirma que “ha realizado estrenos mundiales de obras escritas por compositores mexicanos para la orquesta como lo son el maestro Manuel de Elías, Graciela Agudelo y Mario Kuri Aldana, así como los conciertos de gala donde se integran músicos invitados para interpretar obras escritas para orquesta sinfónica”. Además, ha puesto en escena las óperas Bastián y Bastiana, de Mozart, El barbero de Sevilla, de Rossini; La serva padrona, de Pergolesi; La isla deshabitada, de Haydn (estrenada aquí en el ámbito de América Latina); el Orfeo, de Gluck; Elíxir de amor, de Donizetti; Dido y Enéas, de Henry Purcell y La Traviata, de Giuseppe Verdi. En materia de grabaciones, la Camerata de Coahuila cuenta con tres discos producidos: Camerata de Coahuila (2003), Paisaje cubano (2005), Astor Piazzolla. Las 4 estaciones (2006).
Por todo, es de justicia felicitar a todos los integrantes del patronato de la Camerata de Coahuila. Afortunadamente es amplio, y lo encabezan, como presidentes, el gobernador Humberto Moreira Valdés y su esposa, Vanesa Guerrero de Moreira; y los vicepresidentes ejecutivos Antonio Méndez Vigatá y su esposa, Gabriela Romero de Méndez.
Quede también el siguiente testimonio sobre los integrantes de la Camerata en el momento en el que arriba a su aniversario quince; aunque vengan otros, todos forman parte ya, como sus predecesores, de esta institución artística lagunera: director artístico y general: Ramón Sade; violines primeros, concertino: Tatul Yeghizarian; co-concertino: Marina Gorbenko, Ani Mkrtchyan, José Antonio Alanís; violines segundos: Dmitri Myzdrikov, Andrei Vlassov, Abraham Serrano, Samia Maloof; violas: Yulia Mokhnatkina, Vladimir Leshin, Babken Vardyan; cellos: Sergey Kosemyan, Alberto Jairo Ossa, Elena Myzdrikova, Jorge A. Paulín Arenas; contrabajos: Gabriel Robles, Guillermo Prieto; flautas: Juan Manuel Rosales, Katherine Calvey; oboes: Josef Gamilagdishvili, Enrique Trujillo; clarinetes: César Encina; Fernando Guijarro; fagots: Ventsislav Rumenov Spirov, Konstantin Melik-Vrtanesyan;, cornos: Serguei Marouchtchak, Alexandre Marouchtchak; trompetas: Francisco Cedillo, Carlos Espinosa; piano: Mariana Chabukiani; percusiones: Ricardo Jáuregui, Jorge Valenzuela, José Manuel Portilla.
Quince años suenan bien; que vengan muchos más.