miércoles, junio 24, 2009

Arte de diluir



El tiempo es el gran verdugo, el gran aplanador, el gran rasero, el gran nadificador (si es que existe esta palabra que alguna vez le oí a un filósofo infuloso). Por eso me impresiona tanto aquella frase de Borges metida como si nada en el cuento “La intrusa”: “La azarosa crónica de los Nilsen, perdida como todo se perderá”. Sí, toda crónica está condenada a perderse, a ser nada conforme la devora el calendario con su inmenso hocico. Bordo tan vaporosa reflexión cuando pienso en el tratamiento que por parte del Estado reciben los crímenes como el de la guardería ABC, fechoría que apunta ya a su tercera semana y todavía no deja un solo culpable claro, salvo quizá unos cuantos peces chicos que serán usados, en todo caso, no como peces, sino como chivos para que el tiempo pase y todo termine arrumbado en el expediente inútil de una Procu, perdido como todo se perderá.
El factor tiempo es, entonces, imprescindible para los políticos sorpresivamente metidos en megaescándalos como el de la guardería. Entre más semanas pasen, mejor para ellos, pues la gaseosa opinión pública se cansará del tema, por trágico que haya sido, y dejará que todo se diluya hasta derivar en el resumidero de la historia. Ese ha sido el tenor de sucesos parecidos: truenan, provocan una ola poseidónica de interés mediático, desestabilizan un rato al poder (en este caso, al gobierno de Sonora y al matrimonio Calderón-Zavala), hay promesas de investigación a fondo y mientras, mientras pasan las semanas, los meses, hasta que llega el olvido.
Leo un viejo libro sobre la masacre del Jueves de Corpus. Su título es La investigación, y lo publicó Proceso a principios de los ochenta, hace más de treinta años. El aporte de Enrique Maza da seguimiento a la información difundida por los medios luego de aquel jueves sangriento. Declaraciones de Luis Echeverría y de Alfonso (mejor conocido desde entonces como Halconso) Martínez Domínguez apuntaban, mutatis mutandis, lo mismo que ahora oímos de Bours o de Medina Mora: se castigará a los culpables, se llegará hasta el fondo de la verdad, nadie está por encima de la ley, el estado de derecho blablablá. El resultado de aquellas promesas con guayabera blanca quedó en nada, en crimen caído en el pozo de la historia nacional, en “misterio sin resolver”, como dice un programa forense-policiaco gringo. La voz popular, apagada poco a poco por el tedio, señalaba y señala como culpables al Echeverría y al ex regente Halconso, pero nunca pasó nada: el Jueves de Corpus fue carcomido por los años y desde hace mucho está condenado a ser nomás una carpeta perdida en la borrosa historia de la impunidad mexicana.
Ahora, como procedió Enrique Maza con la información nacida inmediatamente después del siniestro represivo, traigo esta nota sobre el incendio de la guardería: “Tehuacán, Pue., 15 de junio. El Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) dará a conocer esta semana los nombres de las guarderías subrogadas que representan un riesgo para los niños y por tanto suspenderán su servicio, así como de los dueños de todos estos establecimientos en el país.
Daniel Karam, titular del IMSS, indicó que en la página de Internet de la institución aparecerá el listado de personas a quienes se ha adjudicado el servicio de guardería, de forma directa o como resultado de un proceso de licitación”.
Tal vez fue precipitada la declaración del director del IMSS, pues en una semana no estuvo lista la lista prometida, pues ya vamos en la segunda semana desde que Karam arrojó al mundo el ofrecimiento y no pasa nada. También podemos pensar que sólo fue lo que es: una táctica distractiva, una forma segura de diluir dos o tres semanas con la creación de una expectativa falsa. Vayan ustedes a saber la cochinada que esconde esa lista. Por eso la esconden, por eso tardan en darle su buena rasurada.