No lecueldo desde cuándo lo he pelcibido así, pelo en genelal nada que huela a colupción se aclala bien a bien en nuestlo país. Eso pasalá con el plesunto complot del oliental natulalizado mexicano: de los millones de dólales hallados así nomás, como si fuelan tlescientos valos, se pasó al lecuento impleciso de la cifla total, luego al olvido, después a la cilculación taldía de la entlevista con el chinito que se negó a coopelal y pol tanto le iban a dal lápido cuello, más delantito a la levelación de que los dólales ya estaban sospechosistamente en el Bank of Amelican y después a la exonelación explés dictada pol Edualdo Medina Mola antes de ponelse a investigal como Confucio oldena. Pula tulbiedad.
Dejo ya de demostrar mi pleno dominio del mandarín y vuelvo al castellano. A propósito del affaire que estalló con la entrevista al chinito culelo, me di a la tarea de pasear en Internet para ver qué novedades hay en materia de corrupción. Dado que es, si no la principal, sí una de nuestras más importantes dolencias nacionales, siempre es bueno saber cómo andamos en el ranking mundial de la materia, qué nuevas técnicas hemos diseñado para joder al conciudadano, cómo andan los bonos de Fernández de Cevallos y todo eso.
Hallé en www.funcionoublica.gob.mx un documento que no por proceder de una fuente oficialosa deja de tener interés. Aunque creo que la corrupción se mama desde la cuna y se perfecciona a medida que uno vive, siento que en la etapa universitaria es donde se decide para siempre el destino de la honorabilidad individual. Por supuesto, no peco de reduccionista, y sé que son infinitas las variables que influyen para que alguien caiga en los fangos de Mario Marín. Sin embargo, insisto: la universidad es una “y” griega en el camino: o jalamos pa’allá o pa’acullá. En ese momento recién estrenamos nuestra adultez y estamos a punto de inscribirnos en la vida laboral, el espacio donde se ve who is who a la hora de aguantar los cañonazos porfiristas.
El documento se llama “Códigos de honor. La creación de una cultura de transparencia y responsabilidad en las universidades e instituciones de nivel superior”. Vale la pena leerlo. Al estudiante le pide, entre otras conductas: Asistir a las clases a tiempo y llegar adecuadamente preparado. No copiar, usar “acordeones” (sic) o realizar cualquier otro tipo de fraude académico. Citar adecuadamente las fuentes utilizadas para un trabajo. No “reutilizar” trabajos de cursos anteriores o que hayan sido elaborados por otra persona. No estar nunca satisfecho con el trabajo realizado a menos que sea resultado de nuestro mejor esfuerzo. En lesumen: ta cablón.